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Bee Gees - Spirits Having Flown (1979, RSO Records)

 



Atónito me quedé cuando busqué y no encontré a los Bee Gees en este nuestro blog. Vale, es cierto que la mayoría del blog se mueve en el entorno rock. Pero aún así, los hermanos Gibb debían aparecer. Y aprovechando que este mes se cumple el 46 aniversario de este LP, por aquí os lo traigo. Mi copia es una de las que se le tuvo que traspapelar a mi hermano Carlos (el popero, el heviorro es Javi) en alguna mudanza y terminó en mi colección particular. Está un poco trillada, pero es la original española de aquella época. Venga, vamos a situarnos un poco en el momento que vivían los Bee Gees cuando grabaron este pedazo trabajo.

Cuando los Bee Gees y sus coproductores Albhy Galuten y Karl Richardson se reunieron en los Criteria Recording Studios de Miami en marzo de 1978 para comenzar a trabajar en el decimoquinto álbum de estudio de la banda, el volcán comercial de la banda sonora de Saturday Night Fever todavía estaba en ebullición magmática, particularmente en los Estados Unidos. El álbum había alcanzado el número uno en el Billboard Top 200 a fines de enero y permanecería en ese lugar durante unas increíbles veinticuatro semanas consecutivas. Nada mal para una banda sonora. El tercer sencillo de los Gibbs, "Night Fever", alcanzó el número uno en la última parte del mes y se convirtió en su tercer sencillo consecutivo en encabezar la lista en menos de tres meses. Los sencillos de los Bee Gees de la banda sonora, por sí solos, lograron permanecer quince semanas en la cima del Hot 100 de Billboard en un lapso de veinte semanas desde el 24 de diciembre de 1977 hasta el 13 de mayo de 1978. Cualquiera en su sano juicio, podría pensar en aprovechar el momento y salir en televisión, irse de gira, darse un baño de multitudes, revolcarse en dólares (bueno, esto quizás lo hicieron). Pero ellos renunciaron a todo ello para ponerse a escribir su próximo capítulo. Once meses después (se publica en febrero de 1979), aparecieron con Spirits Having Flown, su álbum más complejo y ambicioso hasta la fecha. Yo diría más: el tope de su creación. Pero volvamos a la gestación del niño, digo, del LP. El éxito de Saturday Night Fever fue a la vez magnífico y alarmante, una experiencia que Barry Gibb compararía años después con la fuerza sostenida de un huracán. Las cuatro canciones con las que los Gibbs contribuyeron a la película, de mala gana por obligación hacia su representante, Robert Stigwood, no solo fueron éxitos, sino que se convirtieron en adalides de un cambio social masivo. Saturday Night Fever puso las imágenes y sonidos a la subcultura disco, entonces, después y casi ahora. Fue creada por y para la clase trabajadora marginada, que se convirtió en el centro de atención mundial. Y la música de los Bee Gees fue la banda sonora de esa explosión desde la Costa Este americana pero que se puso de moda a nivel casi mundial. El impacto de Fever iba a ser patente cuando Barry, Robin, Maurice, Galuten, Richardson y sus compañeros de banda,  Blue Weaver (piano y teclados), Dennis Bryon (batería) y Alan Kendall (guitarra) se prepararon para instalarse en los estudios Criteria durante los siguientes ocho meses para crear este Spirits Having Flown. Las canciones que componían la primera cara del álbum de la banda sonora eran más que simples éxitos monumentales: eran grabaciones que cambiaron las reglas del juego desde una perspectiva técnica que los había exigido enormemente como cantantes, escritores y productores. Por tanto, las expectativas del público y de la crítica serían altas. Pero no más altas que el listón que se pusieron así mismos los hermanos Gibb. Más aún Barry. Nada salía por la puerta sin la aprobación total de todo el mundo. Tanto se exigían que en las sesiones de grabación no se preguntaron si lo que estaban haciendo iba a ser un éxito, sino cuánto tiempo iban a estar en el número uno. Con Spirits Having Flown, los Bee Gees tomaron el control creativo que les habían arrebatado después de su último álbum de estudio, Children of the World de 1976. Fever no era su visión, ni menos aun lo que hicieron como si fuesen una banda de versiones de los Beatles en otra película dirigida por Stigwood, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Los Gibbs y sus coproductores estuvieron de acuerdo en que el nuevo álbum necesitaba dar un paso calculado para alejarse de sus predecesores. Estaba claro que tenía que ser una continuación del Saturday Night Fever pero no siendo tanto música de baile. Y en el fondo fue fácil porque el R&B siempre estuvo allí, y estaba en la mano derecha de Barry. Tomaba la guitarra acústica y hacía esos ritmos desde el principio, tomando distancia del lado oscuro de la discoteca. Por primera vez en sus veinte años juntos como grupo, la posición de los Bee Gees les proporcionó los recursos para crear y experimentar de maneras que no habían existido anteriormente. El resultado es considerado por muchos como una clase magistral de producción de álbumes: Spirits es el pináculo de las obras grabadas de los Bee Gees. Sonoramente es, casi con seguridad, el disco más perfecto que los hermanos hayan hecho jamás. Aunque eso no es para menospreciar nada de lo que vino después o antes.

La primera decisión estaba clara: la poderosa y ágil voz de falsete de Barry, que alimentó la energía del arsenal de ritmo rápido de Fever (“Stayin’ Alive”, “Night Fever” y “More Than A Woman”) se convirtió en el punto focal, y el equipo de producción exploró todos los matices posibles que podía ofrecer. Vale, como en todos sus discos, la base del proyecto es, por supuesto, la armonía vocal de los Gibbs, interpretada con un nivel de precisión que otros grupos vocales solo podrían aspirar a conseguir mediante trucos de estudio. Pero el protagonismo del falsete de Barry es innegable.

Vamos a meternos en harina con las canciones. Iba a empezar con la cara A en orden. Pero empezaremos a hablar del segundo corte, pues fue el primer sencillo del álbum: el magnífico y grandioso “Too Much Heaven”. Se publicó en noviembre del 78 como adelanto. Empleando una orquesta completa, incluyendo un audible fliscorno (tranquilo, yo tampoco sabía lo que era) y una flauta de los miembros fundadores de Chicago, Lee Loughnane y Walt Parazaider, el arreglo evoca algunas de las baladas de los Bee Gees de finales de los años 60 que estaban llenas de oleadas de cuerdas y trompetas. El inusual golpe de la línea de bajo de la canción, que en algunos puntos suena casi como si estuviera desafinada, le da un movimiento decididamente R&B a medida que avanza. Las voces de los Gibbs en “Too Much Heaven” logran una profundidad y una unidad prístinas que casi suenan procesadas electrónicamente. Lo que realmente estás escuchando, según Galuten, es una cascada de tomas perfectas que capturan lo extraordinariamente buenos que eran como cantantes. “Recuerdo que Barry nunca escuchaba otras voces cuando cantaba sus pistas de fondo”, explica. “No creo que tuviera que hacer una segunda toma en ninguna de ellas. Y luego las pusimos en escena y estaban todas absolutamente sincronizadas, cada respiración junta, cada vibrato, todo afinado”. “Sí, era un trémolo de respiración”, añade Richardson. “Ya sabes, [imitando] ‘ahh-ha-ha-ha’. Y él las marcaba según el ritmo de la melodía. Y tienes razón, no escuchaba ninguna de las voces de fondo; de hecho, ninguna de las voces que hicimos con los Gibbs, nunca las tocamos en los auriculares. Todo era simplemente crudo”. En total, “Too Much Heaven” incorporó veintiún pistas vocales en la mezcla final. Los avances en la tecnología de grabación hacia finales de los años 70 dieron al equipo de producción una mayor variedad de opciones con las que trabajar mientras jugaban con los arreglos en el estudio. En la misma entrevista, Galuten habla sobre ello: “Había tres pistas de Barry en cada una de las tres partes en dos octavas, así que son dieciocho pistas de Barry. Luego, tres pistas de los tres hermanos cantando juntos. Recuerdo que hicimos tres de las pistas, ya que estábamos triplicando todo, con los tres cantando solo para agregar un poco de aspereza porque las de Barry eran casi demasiado perfectas. George Terry tocó la parte de guitarra, supongo que era una guitarra Leslie [imitando la melodía] ‘da-da-dah-da-dow-doo’. Y Jimmy Pankow usó los instrumentos de viento de Chicago en esa canción y puede que no hayas usado las cuarenta y ocho pistas de las que disponíamos, pero ciertamente tenías el lujo de poder hacerlo. La idea era que pudieras controlar cuánta armonía en el coro era realmente audible”. “Too Much Heaven” le dio al público el primer adelanto de lo que podían encontrar en el esperado Spirits Having Flown. Después de un mediocre debut en el puesto número 35 del Billboard Hot 100 el 18 de noviembre de 1978, el sencillo alcanzó el número uno siete semanas después, el 6 de enero de 1979. Los Gibbs donaron todas las ganancias perpetuidad de “Too Much Heaven” para beneficiar a los programas mundiales contra el hambre de UNICEF, que según se informó, habían ascendido a más de siete millones de dólares en 2003. Los Bee Gees, Andy Gibb, ABBA, Olivia Newton-John, entre otros, participaron en el concierto Music for UNICEF: A Gift of Song, que fue transmitido por NBC el 10 de enero de 1979, donde interpretaron su actual sencillo número uno en vivo en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.

Ahora sí pasamos al corte número uno del disco que fue el siguiente sencillo de Spirits Having Flown. El pulso oscuro de “Tragedy” no se parece a ninguna composición anterior de Barry Gibb; ni siquiera “Stayin’ Alive” parece tan apasionadamente urgente. El protagonista está en agonía (“Here I lie in a lost and alone part of town / held in time, in a world of tears I slow breath”), y cada pulsación de tecla, golpe de batería y frase vocal comunica su lucha con creciente claridad. La línea melódica creada con múltiples sintetizadores Moog y Arp es fascinante de deconstruir en múltiples escuchas, al igual que las oleadas de trompetas que se estrellan sobre el estribillo, casi como efectos de sonido cinematográficos que personificarían la presencia de un villano que entra sospechosamente en escena. Claro, "Tragedy" puede ser bailable, pero su teatralidad toma prestado en igual medida del rock de estadio y del glam rock. Bono de U2 es solo uno de los muchos artistas que han elogiado su genialidad. La explosión en el clímax de la canción ha sido objeto de mucho interés. Según los implicados, usaron nueva tecnología que hacía que nadie tuviese ese sonido. En la entrevista que antes he referido, los productores explican todo lo que usaron e hicieron, pero mejor no lo pongo por aquí porque no me he enterado de nada, todo es demasiado técnico, hablando de armónicos, micrófonos dinámicos, faders, arpegios, programaciones, bombos sintetizados, afinaciones y desafinaciones. La audacia de “Tragedy” ayudó a lanzar las ventas del disco. Alcanzó el número uno en el Billboard Hot 100 el 24 de marzo de 1979, y logró la misma posición en el Reino Unido, Irlanda, España, Canadá, Italia y Francia. Fue el quinto sencillo número uno consecutivo de los Bee Gees en los Estados Unidos.

El tercer sencillo del álbum, a la vez que tercer corte, fue el más funky "Love You Inside Out", que también sería el tercer éxito número uno del álbum y sexto consecutivo de los Gibbs cuando alcanzó la cima del Billboard Hot 100 el 9 de junio de 1979. Con este sencillo los Bee Gees empataron con los Beatles por el récord de seis sencillos número uno consecutivos en total, incluidos los tres anteriores que habían logrado con "How Deep Is Your Love", "Stayin' Alive" y "Night Fever" de Saturday Night Fever. Desde una perspectiva de composición, 'Love You Inside Out' es única y muy extraña pues la estructura de estribillo-verso-puente está toda alterada. La canción rebota dramáticamente entre pasajes de bajo y medio tiempo, aumentando hasta un quiebre justo después de su punto medio antes de volver al estribillo para el último minuto de su duración, resultando una pieza pop fantástica que hace uso de algún truco del R&B como el piano amplificado de Leslie, que imitaba el ‘dah-dun-dah-dah-dun-dun’, la parte grave del piano de cola. Hasta el mismísimo Michael Jackson estaba enamorado del tema.  A mi, personalmente, me gusta mucho la versión que hizo de ella la cantautora canadiense Feist (titulada “Inside And Out”) en su álbum de 2004 Let It Die.

Pues ya con estas tres canciones el resto del disco podría ir en blanco o tener canciones de reaggeton y ya sería casi perfecto. Pero es que el resto de Spirits Having Flown son joyas sin explotar que han sido subestimadas durante mucho tiempo a pesar de su diversidad y calibre, como el cuarto tema de la cara A, “Reaching Out”, con su trasfondo de guitarra acústica punteada con los dedos, que muestra la capacidad constante de los Gibbs para escribir y cantar baladas entre la sensibilidad y la intensidad, con un sonido muy de Filadelfia en este caso. Deliciosa canción.

Para cerrar este lado del plástico, el tema que da título al álbum con un estilo más afrocaribeño más despojado del R&B y del disco, con guitarras acústicas, congas e instrumentos de viento de madera, apoyándose en la voz natural de Barry para serpentear a través de los versos y las armonías en falsete para llevar los coros hacia el cielo. Las orquestaciones, tanto cuerdas como metales, son maravillosas. Si bien “Spirits (Having Flown)” no se lanzó como sencillo de este álbum, se lanzó a mercados fuera de Norteamérica para promocionar la compilación Bee Gees Greatest que se publicó a finales de 1979. Resultó un éxito entre los veinte primeros del Reino Unido a principios de 1980, el último que tendrían los Bee Gees en su tierra natal hasta 1987 (con el número que obtuvieron con “You win again” perteneciente al E.S.P. que también tengo y que quizás aparezca algún día en el blog a pesar de su dudosa calidad general).

Search, Find”, que abre la segunda cara del álbum, está impulsada, además de con los metales de inicio, por el hábil trabajo de bajo del veterano de las sesiones Harold Cowart. Durante el tema, las trompetas y cuerdas persiguen el rebote rítmico de los coros: (“Search...find / no stone unturned, no hell, no fury gonna stop my love and all its glory”). Si se hubiese publicado un cuarto sencillo, era la elección correcta.

 "Stop (Think Again)" tiene un tono más deliberadamente blues, que podría haber tocado B.B.King perfectamente, enfrentando al grupo a un desafío nuevo. A lo largo de los seis minutos y cuarenta y un segundos de la canción, la gama de sentimientos que es capaz de ilustrar con su voz te permite apreciar el instrumento verdaderamente único que los Bee Gees tenían a su disposición. A destacar el rasgueo y el ardor del espeso solo de saxofón de Gary Brown.

El siguiente corte, “Living Together”, es posiblemente una de las piezas más interesantes para el oído que crearon durante este período. El tema comienza con una obertura sinfónica completa, al estilo de Beethoven, y se intensifica hasta convertirse en una ráfaga de cuerdas antes de disolverse en un golpe de sintetizador grave y pasar a un gran ritmo funk. Los estribillos se interrumpen dos veces y se convierten en versos con la voz principal de Robin (creo que aún no he dicho que me encanta Robin), lo que supone un contraste sorprendente y bastante maravilloso con la voz de Barry. Es curioso porque hasta el Saturday NIght Fever, la voz principal de los Bee Gees era Robin. Pero esto cambió, lógicamente, con el éxito. Quizás tuvo mucho que ver que Barry entró en una especia de epifanía musical, tanto en la composición como en la interpretación. O como contaban sus colaboradores, que en esa época pasaba las 24 horas del día metido en el estudio mientras que sus hermanos hacían una vida un poco más normal.

Nos acercamos al final. “I’m Satisfied”, con el legendario flautista de jazz/world music Herbie Mann, está cortada por el mismo patrón, aunque su ritmo se ralentiza un poco. El juego contramelódico en la segunda mitad es divertido y juguetón, demostrando de nuevo qué hábiles eran los Gibbs usando sus voces para crear textura y dimensión.

El álbum se cierra con la balada corta y minimalista "Until", que nos devuelve la voz natural de Barry respaldada por florituras de sintetizadores espaciales y un poco de dulzura de cuerdas.

Para resumir, Spirits no es un disco "disco", valga la redundancia, en ninguna circunstancia. En absoluto. En todo caso, es el disco más intencional que hicieron desde Odessa. Más cercano a la etiqueta R&B que al disco. Además, creo que los hermanos odiaban que se les catalogara como artistas de música disco. En fin, la respuesta del público al álbum terminado Spirits Having Flown confirmó todas las suposiciones de que continuaría con el sólido éxito de platino de los Bee Gees. El 3 de marzo de 1979, se convirtió en su primer álbum número uno (sin contar Saturday Night Fever) en el Billboard Top 200, donde permaneció durante seis semanas, y pasó un total de cincuenta y cinco semanas en la lista. Los Gibbs también alcanzarían otro hito en su carrera cuando Spirits aterrizó en el número 9 en el recuento de los mejores álbumes de R&B de Billboard. En todo el mundo, se estima que el álbum vendió aproximadamente treinta millones de copias. Los Bee Gees apoyaron a Spirits con una gira por cincuenta ciudades de Norteamérica, que comenzó el 28 de junio de 1979 en Fort Worth, Texas, y concluyó en Miami el 6 de octubre. Tal vez como testimonio de sus rigurosos arreglos de estudio, solo se incluyeron dos canciones del nuevo álbum: “Tragedy” y una versión acústica de “Too Much Heaven”. Pero la lucha por convertirse en una de las bandas más grandes del mundo trajo un desgaste físico y emocional evidente. Y eso llevó a que cada uno iniciara proyectos personales e individuales: ese mismo año, Maurice coprodujo Steppin’ Out de The Osmonds con Steve Klein, Robin y Blue Weaver formaron una sociedad de producción para el álbum de 1980 de la leyenda del R&B Jimmy Ruffin, Sunrise, y Barry, Karl y Albhy continuaron con su trabajo en equipo para Guilty (1980) de Barbra Streisand. Los Bee Gees no volverían al estudio como entidad completa hasta 1981 para grabar el álbum Living Eyes, alejándose por completo de este sonido de finales de los 70. Pero aquello ya no fue lo mismo, como todos sabemos.

Buen finde a todos.

 

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