Amigos, si mi salud aguanta, el año que viene cumpliré 50 años. Pero lo importante hoy no es eso, sino que el álbum que os presento hará 30 que fue puesto en circulación. Así pues, parece indicado que este viernes os hable un poco de Triumph, por lo comentado y porque –aunque parezca increíble– despues de casi 900 entradas en este blog, estos canadienses con 10 álbumes de estudio aún no han aparecido por aquí ni una sola vez. Formados a finales de los años 70 por Rik Emmett, Gil Moore y Mike Levine, a lo largo de los 80 tuvieron gran éxito en los Estados Unidos y Canadá –en ambos países, sus discos alcanzaron la certificación de oro o platino– mientras que en Europa eran conocidos y respetados pero sin alcanzar el estatus de estrellas. Pero en 1987, MCA empezaba a preocuparse por la falta de radio-hits de la banda, que acababan de girar como teloneros de Yngwie Malmsteen pero tenían poca presencia en la radio.
Así que Triumph entraron en los Metalworks studios con Thom Trumbo y grabaron el que sería el último álbum con Rick Emmett, este Surveillance del que poseo una copia de su edición alemana. El line up que dio forma a los temas del disco estaba formado por la formación habitual hasta el momento de Rik Emmett a las guitarras y sintetizadores, Gil Moore a la batería y percusión y Michael Levine al bajo y teclados, con Moore y Emmett repartiéndose las labores vocales, siendo destacable la colaboración de Steve Morse a las guitarras en un par de temas. Aparte, el sonido que querían imprimir a su obra requirió de la aportación a los sintetizadores y efectos de sonido de Dave Traczuk y Greg Loates.
Total, que con una preciosa e impactante portada del canadiense Dean Motter según diseño y dirección artística de Jeff Adamoff y Lou Mann, en el interior de este imprescindible álbum nos encontramos en siguiente track list:
A
Prologue: Into the forever
Never say never
Headed for nowhere
All the king’s horses
Carry on the flame
Let the light (shine on me)
B
Long time gone
Rock you down
Prelude: The waking dream
On and on
All over again
Running in the night
Prologue: Into the forever es una bonita melodía con guitarra y teclados, primera breve instrumental de las dos que encontramos en el álbum, que no es más que el inicio a la estupenda y ochentera Never say never, una canción llena de coros, guitarrazos y teclados que se te mete en la cabeza para siempre a poco que ames el hard rock melódico. Headed for nowhere tiene un riff más cañero y un trabajo de guitarras más elaborado, sin abandonar los teclados, los coros y un estribillo pegadizo. All the king’s horses es un breve interludio con acústicas a cargo de Steve Morse, teclados y la voz de Emmett antes de que entremos en Carry on the flame, otro temazo de hard rock melódico con guitarras por doquier con una parte central cercana al prog que los acerca a Rush. Y Let the light (shine on me) es puro AOR, un rock melódico con buenas guitarras que sin duda es lo más blando de la cara a la que pone fin.
La cara B se inicia con Long time gone, un nuevo ejemplo de hard rock con arreglos de sintetizadores que pese a tener unas buenas guitarras, no me llama demasiado la atención. Rock you down se inicia con una batería electrónica que me recuerda a Duran Duran, algo que tras el subidón que ha supuesto lo escuchado hasta el momento me desconcierta un poco, y los coros no lo arreglan precisamente. La verdad es que este lado del vinilo es un pelín decepcionante en su comienzo. Y es que la otra cara es tan apabullantemente buena, que el listón es difícil de alcanzar. El segundo interludio instrumental del álbum llega con Prelude: The waking dream, una bonita melodía de guitarra y teclados que no es más que el inicio de On and on, un hard rock con regusto a Bryan Adams con exceso de azúcar, tan resultón como simple musicalmente. All over again es AOR comercial del típico, con batería electrónica, coros y una buena melodía de guitarra, un tema no compuesto por Triumph –sus autores son Roger Freeland y Joe Pizzulo– que no se sabe muy bien qué pinta ahí. Y con una Running in the night que no está nada mal, pero cuyo estribillo me recuerda en demasía al de Hot cherie que Hardline grabaron años después con mejores resultados, Emmett y sus colegas ponen fin al que sería la última obra de la fomación clásica de Triumph.
En resumen, un álbum notable en el que –en mi opinión– se podían haber obviado algunos temas y en el que si una cosa está clara es que, en calidad, la cara A pesa más que la B. Aún y así, imprescindible. Para muestra, los temas que os adjunto.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Buena banda Triumph. Me gustan más sus primeros discos (Just a game) o mi favorito Allied forces. Era necesario tenerlos por el blog vinílico por excelencia. Un abrazo, king.
ResponderEliminarPues ya sabes, a comentar alguno. Yo ya he abierto la puerta a Triumph. Un abrazo.
EliminarHas llenado una importante laguna en el blog sin duda. Y otras que quedan. A partir del "The sport of Kings", excelente disco, su sonido fue más AOR. Unos clásicos.
ResponderEliminarTenemos ya un volumen de entradas que cada vez que quiero hablar de algún álbum, antes miro si ya se me adelantó alguien hace años. Y cuando vi que aún nadie había hablado de ellos, no me lo podía creer.
EliminarYa estoy pensando en la próxima, sobre un grupo del que tampoco ha escrito nadi todavía. Saludos.