Una vez más, de vuelta de un viaje al extranjero, me traigo como souvenir un vinilo. Bueno, en realidad fueron dos pero uno ya lo comentó aquí Rockología así que... Hace tiempo que iba detrás de un álbum titulado Kruiz, obra en inglés de una banda rusa del mismo nombre. En alguna feria vinílica lo había encontrado, pero su precio o su estado –el último que vi tenía garabatos en bolígrafo sobre el logo en la portada– me habían echado atrás. La banda en cuestión se formó en 1980 de las cenizas de Melodye Golosa, un grupo con numerosos instrumentistas liderado por el productor y teclista Matvey Anichkin, que tocaba jazz rock y funk. Pese a los diversos cambios de formación que se produjeron en los años siguientes, el guitarrista Valeriy Gaina siempre fue parte esencial en la banda... hasta que –no me preguntéis la razón– en 1984 el Ministerio de Cultura de la Unión Soviética prohíbe el grupo y procede a su disolución. Cosas de la época, también conocidas como “es el comunismo, amigos”.
Culo de mal asiento, a Gaina se le ocurre una idea y reforma el grupo un
año después pero –como el nombre Kruiz sigue estando prohibido– bautiza a la
banda КиКоГаВВА, resultado de poner las iniciales de los nombres y apellidos
de sus componentes. En el álbum aparecen varias composiciones de temática
pacifista y anti-bélica, algo que satisface al régimen y provoca el
levantamiento de la prohibición de actividades para Kruiz, que de esa forma
recuperan su nombre. Pero Valeriy tiene en mente dar un giro a su carrera y
grabar lo nunca visto en la Unión Soviética: heavy metal. Así, Gaina –que se
ocupa de voz, guitarra y bajo– y su amigo Sergei Efimov a la batería dan
forma en 1986, en una grabadora de ocho pistas, a una demo que presentan al
sello Melodiya. El disco debe titularse Rock forever, como uno de los temas,
y gracias a la perestroika impulsada por Mijaíl Gorbachov, el Ministerio no
ve con malos ojos que se trate de heavy metal por lo que da luz verde a la
edición del disco. Gaina y Efimov se ponen entonces manos a la obra para buscar un
bajista con el que dar al grupo el formato de trío. Sin embargo, Melodiya
decide unilateralmente que la calidad de la demo ya es suficiente –no
querían destinar demasiado dinero en ese material, que una cosa era
tolerarlo y otra darle excesivo apoyo económico– y sacan a la calle la grabación tal como estaba. Eso
sí, a saber por qué, el título no gusta a las autoridades por lo que el
álbum pasa a titularse Kruiz-1 y la canción que debía dar título al disco se renombra como
Intro.
De esta forma Kruiz-1 llega en 1987 a las tiendas o donde fuese que se
distribuían los discos en la URSS, vendiéndose –atención, poca broma– varios millones de
copias, no sólo en su país sino en otros de la órbita soviética como
Bulgaria o la RDA. La URSS comienza a promover su nuevo producto musical con
aspecto moderno, tanto en matinales televisivos de música pop como en
programas difundidos para países como Finlandia o Suecia, donde Kruiz llegan a
actuar en algunos festivales. De esa manera, el éxito del grupo no tarda en
llegar a los oídos de la filial alemana de WEA Records y el manager Manfred
Schweiker acompañado por el músico y productor Lothar Made son enviados a
Moscú para –aprovechando el clima de apertura– evaluar ese nuevo fenómeno
musical y convertirlo en algo así como la respuesta soviética a Metallica o
Slayer.
Hay que decir que, por supuesto, las negociaciones con WEA no incluyeron ni a la banda ni a su manager, se trató de un acuerdo entre la organización de comercio exterior de publicaciones editoriales Interbook USSR y Warner Bros. que otorgaba a la primera los derechos de distribución del álbum en todo el bloque comunista. Eso sí, los ojeadores consideraron que la calidad del primer álbum de la banda era infumable para los estándares de una multinacional por lo que ofrecieron a Gaina y compañía grabar un álbum nuevo y en inglés en los Red Line studios de Múnich. Y pese a la falta de experiencia del grupo en el trabajo en estudio, la grabación duró 10 días y fue todo un éxito. Lanzado en octubre de 1988, el disco obtuvo una respuesta muy positiva por parte de la crítica y Kruiz se convirtió en la primera banda de rock de la URSS en realizar una gira por el mundo más allá del telón de acero, actuando en España, Inglaterra, Italia, Alemania o los Países Bajos.
Pero el que orgullosamente os traigo hoy es el seminal Kruiz-1, la demo de 1987 que
con una calidad discutible vendió contra todo pronóstico millones de copias
en un país alejado de los circuitos comerciales occidentales y que un
barcelonés viejuno y amante de los vinilos ha comprado este verano en Sofia
por unos irrisorios 9 euros al cambio. Bueno, en realidad eso no es del todo cierto. Y es que, a rebufo de WEA, el
sello Melodiya también quiso rentabilizar el éxito de una banda que en el
fondo habían 'descubierto' ellos por lo que el mismo 1988 reeditaron Kruiz-1
para su venta para la exportación –que es, ahora sí, la edición que he adquirido–
añadiendo únicamente en la funda la traducción al inglés de los títulos de
los temas originales.
Así pues, con una portada fotografiada por A. Ioffe en la que aparece
Feodor Vasiliev como bajista aunque ya os he explicado que no tocó ni una
nota, el álbum contó con el siguiente track list:
A
Интро (Intro)
Дальний Свет (Distant light)
Случилось (It happened so)
Последний Рассвет (Last dawn)
B
Иди Же С Нами... (So come with us...)
Мираж (Mirage)
Время (Time)
La verdad es que en su segunda obra, Kruiz abrazaron con fuerza el thrash
metal. Pero en su debut no siguieron esa senda, al menos no de una manera
tan clara. Intro es una instrumental de metal rápido neoclásico que no
hubiese desentonado en un álbum de Cacophony. En Distant light encontramos
un heavy metal ochentero con incluso unos estribillos bastante pegadizos, lo
mismo que en It happened so, donde de nuevo queda patente la calidad
instrumental de Valeriy Gaina, más cerca por entonces de Malmsteen que de Mille Petrozza, para que nos entendamos. La primera cara finaliza con Last
dawn, el primer tema –pese a que su intro no lo hacía presagiar–
verdaderamente speedmetalero del disco.
Cambiamos de cara y So come with us... tiene una larga introducción instrumental en la que Gaina –incluso con la utilización de teclados, supongo que a cargo de Matvey Anichkin sin acreditar– parece querer emular a Blackmore (en el álbum para WEA se utilizó parte de la melodía para el tema Avenger) y que luego se convierte en un medio tiempo con un buen solo de guitarra que da paso a Mirage, un hard pop rock aunque con un sonido crudo que le aporta más rudeza de que que tiene el tema en realidad. El álbum finaliza con otro exponente de speed metal proto-thrashero, aunque con unas melodías vocales que acercan el tema a un heavy metal ochentero típico.
¿Qué os ha parecido? Evidentemente –no olvidemos que es una demo– la calidad de Kruiz-1 está a
años luz del segundo elepé de la banda, pero creo que tiene más
encanto. Eso sí, con una buena producción y mezcla, este disco hubiese sido
la bomba y hubiese podido convertir a Gaina en un héroe de las seis
cuerdas.
Bonus track:
Y si la historia de Kruiz es interesante –o al menos a mi me lo parece–, no
lo es menos mi aventura a la hora de comprar el disco. Al preparar mi viaje,
había visto que en el bulevar Stefan Stambolov había una tienda de discos de
segunda mano, pero al llegar allí no fui capaz de encontrar ninguna. Además,
en Sofia no todas las viviendas tienen su número en el portal. Así que
busqué más información por internet y alguien comentaba que estaba en una
segunda planta.
Abrí la puerta del edificio que pensé que tendría el número buscado y me encontré con un señor de mediana edad, repantigado en un destartalado sofá en un descansillo a pie de calle, desde donde comenzó a hablarme en búlgaro. En inglés me disculpé por no entender sus palabras y le pregunté por la tienda de discos. El tipo, sin afirmar ni negar nada y sin indicarme con gestos si estaba en aquel edificio o debía salir a la calle, continuó dirigiéndose a mi en búlgaro. Así pues, opté por ignorarle, arriesgarme a que sacase una escoba o algo peor y pensé que lo mejor que podía hacer era probar por mi cuenta y subir dos pisos.
La escalera –en cuyo hueco convivían dos sillas de ruedas, el cubo de una fregona y algunas imágenes religiosas– tenía de todo menos glamour. Pero allí que me fui, dispuesto a llegar al segundo piso. Y sí, en el rellano había un cartel con el dibujo de un vinilo. Dentro, a lo largo de un pasillo, parecía como si las habitaciones de una vivienda hubiesen sido convertidas en apartamentos, uno de los cuales –el 202– tenía otro cartel con el nombre de la tienda, Vinyl Sound Sofia. Pero la puerta estaba cerrada por lo que, ni corto ni perezoso, abrí la de al lado, accediendo a una especie de despacho en el que un hombre sentado ante un ordenador me espetó:
-De recorshop isin dioder dor.
-Ya –le dije en mi inglés, no mucho mejor que el suyo–, pero es que está
cerrada.
Casi no había acabado mi frase cuando él mismo ya se estaba levantando para abrir lo que era la tienda en si, una habitación donde varias cubetas con numerosos discos estaban perfectamente ordenadas a lo largo de dos paredes. Y mientras él se sentaba a leer algo, me dispuse a rebuscar entre las cajas etiquetadas como heavy metal algo que llevarme a casa mientras me abanicaba enérgicamente. Me pillé dos discos, aunque ahora me arrepiento de no haber seguido buscando porque seguro que hubiese podido encontrar más cosas interesantes. Pero estaba sudando y comenzaba a agobiarme. Cuando le comenté que la ubicación de la tienda era difícil de encontrar, el vendedor me respondió entre resignado y compungido que estaba escondida y que en verano hacía mucho calor, pero que así estaban las cosas.
Mirad como me debió ver que me hizo un descuento y todo. Supongo que la ley debe permitir que alguien se venda los discos que tiene en su casa, pero el tipo no debe tener licencia para abrir un local comercial de venta al público, por lo que no existe rótulo alguno en la fachada. Total, que gracias a ese muchacho búlgaro tengo a los Kruiz en casa y a un documento excepcional de la historia del metal ruso en mi colección. Ni tan mal, oiga.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Pues debo reconocer que me ha sorprendido gratamente. La historia es excelente, pero no esperaba nada especial de la música. Me ha encantado, y es más, creo hay muchos detalles de calidad en el disco, y que una segunda escucha va a ser necesaria para poder apreciarlos en su justa medida. Ni siquiera me ha molestado ese sonido "maquetero". Gran descubrimiento. No tenía ni idea de la existencia de este grupo. Por supuesto, mención especial merece el bonus track: simplemente fabuloso, Grandísima entrada. Saludos.
ResponderEliminarPues no sabes lo que me alegran tus palabras. Te recomiendo también su segundo de WEA. Saludos.
EliminarLo siento King, le he dado dos oportunidades espaciando el tiempo entre escuchas pero no está hecha la miel de según qué platos de heavy maquetero para la bocaza de los asnos amantes de otro tipo de sonidos. Eso sí, la historia de cómo descubriste la tienda, subiendo esas escaleras, jugándote la vida con el calorazo para conseguir ese ansiado disco y encima a un tremendo precio... bueno, palabras mayores definitivamente. Eso sí que me ha gustado. Enhorabuena por este entradón y desde ya esperando al próximo viaje que hagas para que nos comentes tus aventuras en las catacumbas de otra tienda recóndita. Abrazos!
ResponderEliminarNo pasa nada, yo estoy muy acostumbrado a que -por mucho que lo intente- hay propuestas que no me entran. Se agradecen las dos oportunidades y tus palabras. A ver, el heavy maquetero tampoco es lo que más me guste, pero la verdad es que el nivel que encuentro en esta obra es incluso mejor al de algunas producciones que se han escuchado en este blog. Pero el valor es otro en este caso. Y respecto al calorazo, pues sí, pero lo de jugarme la vida, bueno, Bulgaria ya no es lo que era jajajajajaja Abrazos de vuelta.
EliminarBueno la entrada, la historia del grupo y la aventura de su adquisición me han parecid me ha dado ganas de iro geniales. El disco pues no tanto, la verdad, un poco acelerado y me molesta que el idioma sea el que es y lo oigo como yo cantando en inglés, guasudubiribi, ya sabes. Quizás no era el momento adecuado para su escucha aún reconociendo el virtuosismo del guitarrista. Al menos me ha dado ganas de ir al que reseñó Manu a ver si mejora mi idea. Un abrazo.
ResponderEliminarMe pasa como a ti, que a veces ya tengo claro que el vinilo no va a ser de tu agrado. Claro que puede saltar la sorpresa en cualquier momento. Por lo menos te ha gustado la historia que cuento y lo has intentado. ¿Acelerado?, la verdad es que lo esperaba más espídico y para mi es bastante jebi ochentero. Bueno, prueba con el de Le Roux, que tampoco está nada mal. Saludos.
EliminarDe todas formas, últimamente estoy muy cerrado con música nueva o que no conozca. Son épocas.
EliminarPedazo de post y pedazo de experiencia. Yo no habría persistido tanto, confieso que me hubiera dado la vuelta, como mucho, al subir a la segunda planta y ver el percal. Gracias a tu arrojo (inconsciencia, que por menos han arrancado un riñón a la peña, eso dicen) tenemos esta joya. En dos semanas, dos propuestas totalmente distintas de bandas soviéticas. Qué bueno es este blog. Estoy escuchando el engendro; no suena mal para una maqueta, sabían lo que hacían estos tipos. Curiosearé la versión inglesa. Buen guitarrista, muy heavy ochentero. Un abrazo.
ResponderEliminarJoder, no había pensado en lo del riñón. Lo que uno hace por los vinilos. Al final son aventuras que contar. Y sí, creo que el tal Valeriy era muy bueno, pero no estaba en el lugar correcto. Aunque tuvo sus minutos de gloria, ojo. Y el de WEA no es una versión inglesa, en realidad es un disco diferente. También te lo recomiendo. Un abrazo.
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