A veces uno se ve metido en una de esas tontas discusiones sobre qué es mejor y qué es mejor: ¿el mejor cantante? ¿el mejor solo? ¿el mejor disco de Scorpions? Y yo, traidor de mi mismo, unas veces defiendo unas cosas y otro día las contrarias, porque así van los gustos: unos días gintonic, otros cubalibre, otros...
Y esto viene a colación porque (casi) nadie pondría este álbum de los germanos el primero de su lista si se tratara de "el mejor", y yo tampoco, pero, ¡posiblemente sea el que más me gusta! Cierto es que lo tengo asociado a experiencias personales especiales, pero su atractivo musical no me deja distanciarme.
La música la grabaron los músicos "clásicos" del mega estrellato: Klaus Meine a la voz, Rudolf Schenker y Matthias Jabs a las guitarras, Francis Buchholz al bajo y Herman Rarebell a la batería. Lo hicieron, como en otras ocasiones, en los estudios de Dieter Dierks en Colonia (Alemania). La masterización corrió a cargo de Howie Winberg en los Masterdisk de Nueva York.
La portada y el artwork es responsabilidad de Pat Gorman y las fotografías de Caroline Greyshock.
Klaus y Rudolf intentaban conquistar a toda costa el mercado yanqui y le dieron a las canciones un toque más "radiable" aún, metiendo sintetizadores, relajando algunas guitarras y poniendo empeño en lograr armonías pegajosas. Intentaban ampliar el mercado, vaya. Así, combinan canciones que tuvieron un trato amable en la producción con otras que intentaron reforzar la imagen de banda heavy, de tipos duros.
La cara A contiene Don't stop at the top, ritmo buenísimo, me encanta el estribillo, Rhythm of love, de mis favoritas, Passion rules the game, Media overkill y Walking on the edge, otra pasada. La cara B comienza dando caña con We let it rock... you let it roll, relaja un poco con otra belleza titulada Every minute every day, vuelve a subir revoluciones con la más dura Love on the run y finaliza con la balada made in Scorpions Believe in love.
El vinilo viene enfundado con las letras por un lado y los créditos y agradecimientos por otro. Las galletas del disco contienen partes de la imagen de portada, que, por cierto, rememora un poco el anterior Love at first sting al presentar a la chica con las piernas transformadas en aguijón de escorpión, una sirena del desierto.
Hace poco Rudolf comentó en una entrevista que repasaba sus álbumes de los ochenta sobre Savage Amusement: "debería haber sido nuestro disco definitivo, pero no le dedicamos suficiente tiempo; contiene algunas de nuestras mejores canciones".
Yo os lo dejo aquí para disfrutarlo a pleno pulmón. Buen finde.
Reivindico totalmente este álbum!
ResponderEliminar¡Ya somos dos! La propia banda toca pocas veces estos temas en directo, pero no tiene nada que envidiar a otras joyas de los setenta y los ochenta.
EliminarUn gran álbum, si señor...su única pega? que la sombra de Love At First Sting era (y es) demasiado alargada.
ResponderEliminarEso comentaba al principio de la entrada. Comparamos, y en la comparación siempre pierde uno. Ambos son bestiales y yo casi pincho más veces este. Scorpions tienen una discografía impresionante a lo largo de los cuarenta años ¡ya! que llevan en los escenarios.
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