La muerte de Jorge Martínez
me está afectando más de lo que pensaba. No soy de los que se pone a escuchar a
un artista tras su fallecimiento. No me apetece. Me cuesta bastante trabajo. Y
con Ilegales, el periodo de duelo se está alargando más de lo habitual. No es
la primera desaparición de alguno de mis ídolos musicales que he vivido, pero ésta
me ha dolido especialmente. Quizás me estoy dando cuenta ahora de lo importante
que han sido Ilegales en mi vida. También puede ser que esta pérdida sea
especialmente dolorosa por el espectacular momento de calidad y popularidad que
tenia el grupo, que desde su regreso en 2015 ha tenido una carrera inusualmente
prolífica y brillante.
Cuando desaparece alguien
ha formado parte de tu vida durante 40 años de manera ininterrumpida es normal
que a uno le inunde un sentimiento de tristeza. Pero viendo nuevamente el
documental del grupo “Mi vida entre las hormigas” (que aconsejo a todo el
mundo, incluso si no sois seguidores del grupo), tuve une especie de “revelación”:
deberíamos estar agradecidos por haber tenido la suerte de que su música nos
haya acompañado tanto tiempo.
Y es que el disco
que comparto hoy estaba elegido para ser reseñado en las próximas fechas. Tengo
la costumbre de dejar aquellos discos que quiero reseñar por aquí sobresaliendo
del resto, en la estantería de discos, para luego localizarlos fácilmente. Y
desde hace varias semanas me dolía bastante ver este disco “llamándome” para
que lo rescatase. No he tenido la fuerza suficiente para hacerlo hasta ahora. Y
cuando lo he tenido en mis manos he notado esa sensación que solo se siente con
aquellos discos que son “especiales” en tu vida. Y este es uno de ellos.
Hay dos razones
principales por las que quería compartir este disco. La primera es que es un
disco “escondido” en la discografía de Ilegales. No suele ser de los mas
reconocidos, y además creo que se trata de un disco que destaca dentro de su
obra, por lo diferente al resto de su discografía. Por eso, creo que va a sorprender
a mucha gente no especialmente conocedora de la obra de Ilegales. No esperéis aquí
el sonido más reconocible de Ilegales, su rock macarra, visceral, violento, ese
“que te destrozará los intestinos”. Este es un disco eminentemente “blues”. No
lo digo solo en el sentido académico del termino como género musical (que también),
sino porque tiene un poso en general algo triste, con un trasfondo blues, que ningún
otro disco de Ilegales posee a tal nivel. Sobre todo, la cara B, pero ahora entraré
en detalles.
La segunda razón es
que el disco contiene una de mis canciones favoritas de siempre (no solo de
Ilegales, sino de la historia del pop español): “Me gusta cómo hueles”.
Guardo en mi memoria
de manera tremendamente nítida la primera vez que escuché tres canciones de
ilegales, y cómo se me puso la piel de gallina con cada una de ellas (y lo
siguen haciendo): “Ángel exterminador” (Chicos pálidos para la máquina, 1988), “Regreso
al sexo químicamente puro” (Regreso al sexo químicamente puro, 1992), y la ya nombrada
“Me gusta como hueles”:
Como suele pasar
con esas canciones que uno tiene tan interiorizadas que no necesita escuchar de
manera recurrente, volverla a poner en el tocadiscos después de tanto tiempo ha
sido un shock. Al igual que todo el disco. He vuelto a mis 16 años. Y he recordado
literalmente la imagen de este disco dando vueltas en el tocadiscos de mi padre,
en mi habitación, con mi mirada fija en la portada, y leyendo atentamente la letra
y la información del disco, o sumido en mis pensamientos de adolescente.
El caso es que estoy
hablando de baladas. Efectivamente, una de las razones por las que traigo este
disco es la de mostrar el lado mas “sensible” de Jorge. Detrás de esa imagen de
macarra lenguaraz se encuentra también une de las mentes más lúcidas y
sensibles de la música en España. Capaz de combinar rabia y electricidad rock, con
una inteligencia y una sensibilidad especial, tanto para las letras, como para
crear melodías y armonías tan evocadoras y emocionantes. Pocos músicos con
capaces de escribir canciones al nivel que lo hace Jorge Martínez.
La música de
Ilegales es una mezcla de violencia, crudeza, humor ácido, y una sensibilidad
extrema. No descubro nada a estas alturas diciendo que Jorge Martínez es uno de
los grandes músicos de la historia de este país, Un compositor excepcional, un
guitarrista sobresaliente, y un letrista único.
Aquí tenéis una playlist
de Spotify que demuestra esa sensibilidad especial de Jorge para escribir baladas
y canciones de amor:
No son las típicas canciones de amor adolescente
La cara “A” es una mezcla bastante ecléctica de blues y rock. Conviene recordar que Ilegales es un grupo con un ADN musical tremendamente complejo. En su discografía encontramos rock salvaje, blues, jazz, punk, new wave, hard rock, rockabilly y rock and roll. Uno de los pocos grupos capaces de juntar en sus conciertos a heavys, punks, rockers y skins. Así que no es raro el eclecticismo musical de este cara A. Y esto puede sorprender a aquellos más acostumbrados a la formación de trio clásica de sus primeros discos de los 80. Esto que tenéis es este disco ya no tiene nada que ver con aquella trilogía: “Ilegales - Reseña”, “Agotados de esperar el fin - Reseña”, “Todos están muertos”.
De aquella formación
clásica de los 80 ya solo queda Jorge Martínez. El batería David Alonso había abandonado
el grupo por sus problemas con las drogas, durante la gira del año 86, sustituido
por Alfonso Lantero, a partir del “Chicos pálidos…”. Willy Vijande, que estaba en la banda desde “Agotados…”
también se había ido de Ilegales, por problemas personales con Jorge. Así que
este disco cuenta con un plantel renovado y por primera vez con una formación en
quinteto.
Si, por primera vez
Ilegales son un quinteto, y cuentan con saxo y teclados. El saxo y los teclados
ya habían sonado en el “Chicos pálidos…”, con los propios Juan Flores y Antolín
de la Fuente. Pero aquí cobran aún más protagonismo a lo largo de todo el
disco. A Jorge Martínez no le importaba experimentar con el sonido, aun a riesgo
de perder seguidores de primera época. Como el propio Jorge decía: “Ilegales es
un grupo que no hace la pelota al público”. Así que, como ha hecho a lo largo
de su carrera, siempre ha intentado no quedarse estancado, y si la fórmula de
trio se había agotado, había que buscar nuevos sonidos, algo que ya había comenzado
a hacer en “Chicos pálidos…”.
Y ese sonido podía ser
el blues más ortodoxo: “Suena en los clubs un blues secreto”. Como podéis escuchar,
el teclado esta muy presente en la canción, no solo con los rellenos a lo largo
de todo el tema, sino incluso con un solo. Un aviso: “Deja de joder la música a
los negros”.
“Baila idiota”
vuelva a dar salida al Jorge mas ácido con un ritmo bailable, acercándose casi
al funk, con solo de saxo incluido. Y también un interesante solo de guitarra,
que muestra una de las caras de Jorge como guitarrista. Ese de los punteos
nerviosos, improvisados, instintivos et impredecibles. Marca de la casa.
“Chistes rock en ya
menor” es un ejercicio mas cercano al country-rock, con una letra que repasa en
clave de humor las bondades de los componentes de su grupo, acompañado de una armónica
omnipresente.
La canción más contundente
del disco llega con “Fotos en primera plana“. Aquí el sonido es mucho mas
pesado, con un riff afilado, y una guitarra salvaje, que Jorge no puede evitar
sacar a relucir.
“Canción Obscena”
es un himno perfecto para cerrar la cara A. Una canción que solía cerrar los
conciertos de Ilegales en alguna época. “Hoy somos jóvenes, mañana habremos
sido, …”. “Que el infierno me espere
largos años, y la muerte me perdone por su ausencia, …”. Un himno vitalista que
en estos momentos cobra un sentido algo amargo, dadas las circunstancias.
La cara B es para mí
lo mejor de disco y también el lado más triste y melancólico.
La ya evocada “Me gusta como hueles”. Hablando
claramente del suicidio (¡en 1990!). De la guitarra salvaje de la cara A, a una
más melódica y sensible. Las dos caras de Jorge Ilegal. No hay duda de que
Jorge Ilegal ha escrito algunas de las mas bellas canciones de amor del pop español.
Porque esto es una canción de amor. El amor también es amargo, triste, y no
siempre acaba bien. Esta es la realidad que describe Jorge en sus canciones con
una certera lucidez. La vida no es siempre color de rosa, e Ilegales nunca han
maquillado esa realidad.
El sonido blues del
que os he hablado al principio llega a su apogeo es esta canción: “Todo está permitido”.
Un saxo emocionante, un tamiz de teclados que acompaña toda la canción, e
incluso una guitarra española. Y aunque no esta reseñado en los créditos del
disco, se pueden apreciar unos acertados arreglos de percusiones. Este es el
lado de Ilegales más desconocido, y el que quería hoy destacar para todos
aquellos que no lo conocían.
Mas blues, más historias
agridulces. El saxo y la guitarra se combinan de manera magistral en este blues
canónico, dedicado al “gran capullo en persona”.
El cierre del disco
me parece magistral, y muy melancólico al mismo tiempo. Otra de esas grandes
canciones demasiado desconocidas en la amplia discografía de Ilegales. El comienzo
ya da una idea de que estamos ante una canción blues con tintes épicos. Donde
la letra y el mensaje encajan de manera mágica con esos arpegios de guitarra, y
esos colchones del teclado. Una melodía evocadora y emocionante, reproducida
por el saxo. Cuando la canción se acelera se pueden escuchar incluso unas muy
acertadas guitarras dobladas.
Un disco con un tono
triste y melancólico, sobre todo la cara B. Impregnado de blues. Ilegales en formación
de quinteto, con saxo y teclado. Por eso este disco es diferente. Y espero con
esta reseña dar a conocer una facera musical menos conocida de este grupo.
También esta reseña
esta impregnada de un tono triste y melancólico, inevitablemente. Las circunstancias
son las que son.
Tengo que añadir que,
aunque no había vuelto a escuchar a Ilegales desde el fatídico 9 de diciembre, su
música ha estado sonando sin cesar en mi cerebro desde ese día. Ya sabemos que
al cerebro le da igual que los impulsos sean generados por unas ondas de presión
que pasean por el aire, o simplemente por impulsos electroquímicos generados
por nuestros recuerdos musicales. Se genera exactamente la misma sensación. Una
sensación placentera, de nostalgia. El sentimiento de haber sido testigo de un
genio de la música y la palabra, y de haber tenido la suerte de que su música haya
formado parte de mi vida.
PD: el recorte que
falta en el insert del disco servía para participar en el sorteo de una moto. Soñaba
con esa “Harley Davidson”, pero nunca me tocó.
PD2: En el enlace de
Youtube que os dejo aquí abajo hay dos canciones extra que se añadieron en la versión
del CD: “La virtud” e “Instrumental”.
Enlace al disco completo Youtube
Saludos,
Ruben DISKOBOX







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