Cuando una banda de rock alcanza el éxito tiende a repetir la fórmula o a dejarse domar por los sonidos que le imponga la discográfica. En el caso de Roberto Iniesta, el Robe, alma, cerebro, venas y corazón de Extremoduro, el éxito le pilló preparado. "La masa es imbécil. Si sales en la tele puedes hacer un libro, un disco o lo que se te ponga en la punta del nabo. A mí eso no me interesa ni vender más discos ni que me conozca más gente. Como estoy ahora estoy bien, pudiendo organizar una gira y no tener que decir «no puedo dejar de tocar en noviembre porque no tengo un puto gil», así me vale". Y continuó haciendo lo que le dio la gana después del éxito de Agila (1996): editaron el directo Iros todos a tomar por culo (1998) y el controvertido Canciones prohibidas (1999), donde daban rienda suelta a su creatividad, con éxito y críticas reguleras.
Y se tomaron un descanso. "Creo que cuando siguen haciendo cosas buenas y nuevas los grupos funcionan, aunque estén dos o tres años fuera de circulación. Es preferible eso que ir haciendo discos obligadamente año a año, porque eres tú el primero que tiene que creer en lo que tienes". Con suficiente éxito y dinero, pudo permitirse un tiempo largo sin tocar, dedicarse cuatro meses a grabar en el estudio "La casa de Iñaki" y hacer el disco que le dio la gana o, como él dice, "me tiré un pedo y salió del tirón".
Además de Robe a la voz y la guitarra participó como elemento principal el "segundo miembro" de la banda: Iñaki "Uoho" Antón. Productor, compositor, guitarrista y anfitrión, liberado ya de su aventura con Platero y Tú, se convirtió en el alma gemela creativa de Iniesta durante muchos años. Miguel Colino se encargó del bajo y Jose Ignacio Cantera de las baterías. Colaboraron Fito Cabrales en las voces, José Alberto Batiz en las guitarras y en la producción, Gino Pavone en las percusiones y Javi Isasi puso trompetas.
Robe vivía un momento de transición a sus cuarenta años, estaba en búsqueda de algo, de sí mismo o qué sé yo. Y eso se refleja en Yo, minoría absoluta y en los seis años que tardó en volver a reunir a la banda y grabar uno de sus mejores discos, La ley innata (2008). Así, el contenido musical resultó algo irregular. Bien es cierto que fabricaron un álbum más roquero, orgánico, bruto, que contenía momentos brillantes con otros ciertamente prescindibles.
En el apartado de joyas a rescatar, el comienzo agresivo de A fuego, con un riffeo a dos guitarras bárbaro, una buena letra y pegajoso conjunto, demostrando Iñaki estar bien inspirado. También da caña Puta, cuyo título ya nos avisa que, en esta ocasión, no va a haber más que amor castúo. Quizá los momentos más heavies del disco, tanto por las guitarras y la batería como por la forma de cantar de Robe, se escuchan en Buitre no come alpiste, casi unos Mötorhead de barrio. Y dos genialidades, para mí de lo mejor de Extremoduro, tituladas La vereda de la puerta de atrás y Standby. En La vereda de la puerta de atrás una línea de guitarra nos introduce y acompaña a un medio tiempo sobre la búsqueda con una letra lograda: "si fuera mi vida una escalera me la he pasado entera buscando el siguiente escalón/convencido de que estás en el tejado esperando a que llegue yo". La muerte de una persona querida ocupa Standby, balada de corte clásico donde se habla de echar de menos como necesidad vital, como trampa que cada mañana vuelve "sueña con su calavera y viene un perro y se la lleva/aleja las pesadillas dejando en un agujero/unas flores amarillas para acordarse de su pelo". Añadiría a esta colección Cerca del suelo, donde funcionan bien los cambios de ritmo y melodía y las guitarras, sensibles, juegan con la letra extraña.
El resto del disco resulta prescindible y hasta difícil de escuchar. No le falta calidad, ojo, que se han currado cada rincón del álbum. Solo que no funcionan. Luce la oscuridad es un remedo de lo que vendría después, con mejor resultado, jugando con distintos tonos, voces corales y cambios que no encajan. Lo mismo vale para Hoy te la meto hasta las orejas: a pesar del buen riff suena a repetido, le sobra la percusión y la letra no es más que un poco de lo mismo, sin magia. Menamoro resulta curiosa, eso de cantar a los que cruzan el estrecho con "un trocito de cielo" en el culo jugando con arreglos arábigos, sin más. Y el cierre, por entonces habitual, con un corte divergente y chistoso, titulado en esta ocasión La vieja (canción sórdida), sobra entero, desde el órgano inicial hasta la letra.
Con el disco hecho, había que elegir título y portada. El poeta Juan Ramón Jiménez dedicaba sus libros "a la minoría, siempre", a una minoría de personas que conectaban de verdad con su manera de expresarse, con sus ideas y sus sentimientos. Y Robe se consideraba, al menos por entonces, parte de esa minoría que tiene su manera particular de entender y compartir el mundo. Otra cosa es que su forma de ser y contar conectara con esa masa imbécil que él despreciaba. ¿Un punto de cinismo quizá? A veces uno no quiere ser lo que es, y Kurt Cobain os lo explicaría con facilidad si pudiera. Así que lo titularon "Yo, minoría absoluta" y le pusieron esa rara, fea, llamativa foto en la portada con Robe vestido únicamente con unos calzoncillos franquistas, una corona de espinas, un cinturón con dos revólveres y algunas de las marcas del Calvario (los clavos en las manos, la herida en el costado). Parece un Jesucristo García viniendo a rescatarnos. Más allá de la provocación, no hay nada. El propio Iniesta justificó la elección: "a ver si me sacan en el pueblo en procesión; al alcalde de mi pueblo seguro que le gusta". Lo curioso es que quizá hoy hubiera sido más censurada en redes y en medios de comunicación que hace veinte años. Retrovolución. Y, para redondear, una pegatina rezando "el peor disco posible del peor grupo posible" porque "estamos hasta los cojones de ver en la tele a todo el mundo anunciarse como el mejor disco, el mejor evento, el mejor gilipollas, el mejor todo". Publicidad de la buena.
El vinilo que os comparto es una redición del 2014 de la compañía Dro con una (innecesaria) carpeta doble, sus fotos y créditos y un sonido muy logrado. A veces, al trasladar las grabaciones digitales al formato analógico quedan muy aplanadas. En este caso hay un sonido orgánico, una mezcla correcta y, en conjunto, da gusto subir el volumen.
A disfrutar el fin de semana, peña.
La verdad es que nunca me han llamado la atención Robe y su banda, pero ya los había escuchado alguna vez en el pasado y tienen su aquel. Otra cosa es que tu estupendo análisis, sincero y poco condescendiente, tampoco es que ayude demasiado a un no fan a afrontar este álbum con ilusión. Lo que no se puede negar es que tras esa imagen de punkarra desarrapado y misántropo, hay un poeta que escribe algunas letras muy interesantes. Lo malo es que, salvo excepciones, yo entiendo a la música como eso y tiendo a no hacer demasiado caso al mensaje (para mi, las voces son otro instrumento del que escucho más la melodía que el contenido). En resumen, que me encanta enrollarme, buena entrada, disco entretenido y poco más para mi gusto. Y ahora, a buscar un nicho para la urna de las cenizas de mi madre. Así nos tenemos que ver. Eso sí es black metal y no las reseñas que escribo. Abrazo y a disfrutar del finde.
ResponderEliminarPues tienes una tarea peculiar y negruzca, sí. Espero tardar mucho en pasar por ese trance. Respecto a mi reseña, casi siempre soy sincero en ellas; a veces las adorno o favorezco al autor por mi pasión o cercanía a su obra. Extremoduro puede ser el grupo al que más veces haya visto en directo y algunos de mis mejores momentos en concierto ha sido en ellos. Pero ser un fan significa aprobar lo bueno y censurar lo malo también. De ahí mi reseña. Gracias por dedicarme un párrafo tan extenso, que por aquí la gente cada vez se pasea menos a opinar. Un abrazo y que el trance te sea leve.
EliminarYo soy de esos a los que, de verdad, no les gusta Extremoduro, según los puristas de Extremoduro. Porque soy de La Ley Innata hacia delante. De este, recuerdo que me gustó mucho Puta en su momento. Y me alquilé el CD (en aquellos años, en Móstoles había un par de sitios que alquilaban los Cds, 300 pelas y con el grabador de CD's, a fusilarlos). Y sólo me gustó Puta y quizás la de la Vereda. Creo que ni me lo grabé. Pasado el tiempo, con su reescucha algo más me gustó. Hoy me quedo con esas dos, Standby y A Fuego. Va a ser verdad que soy un blandengue.
ResponderEliminarLo que digo en el post: algunas canciones excelentes y otras pasables. Estoy contigo que dos de los mejores discos que ha hecho Robe son La Ley Innata y Mayéutica. Fíjate lo que digo. Y me considero fan. Pero se le ha ido la cabeza muchos años alternando grandiosas letras y canciones con cagarros enormes. Por eso un concierto o un grandes éxitos de Extremoduro te vuela la cabeza, porque tiene veinte canciones magníficas. Y ahí lo dejo. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarMantengo con Extremoduro y con el Robe, una relación de amor-odio que va por días sobre todo en casa. Me paso meses sin ponerlos y me paso meses dandole caña a sus discos, los de Extremoduro. Eso si, en directo una puta pasada que no puedes dejar pasar la oportunidad si toca en tu ciudad. Buena entrada jefe, como todas las tuyas. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias por la parte que me toca. Robe puede llegar a saturar. Yo también le abandono de cuándo en cuándo, no creas, para volver a él de manera cíclica. Sobre todo a algunas de sus canciones. Un abrazo.
EliminarUno de los mejores discos q conozco, enorme Robe desde la portada dónde ya muestra sus principios y sus contradicciones, con algunas de las mejores canciones de la Historia del Rock, como Stand by o Puta, con letras absolutamente geniales y alguno de sus más grandes éxitos, La vereda de la puerta de atrás, pero de acuerdo en una cosa, es nosotros la minoría, evidentemente. Por cierto, extraordinario el in crescendo de La vieja. Saludos transgresivos desde Extremadura!
ResponderEliminarP.D. A Juan Ramón le habría encantado este disco.
Observo que valoras más que yo el disco, en su conjunto, aunque coincidimos en que tiene algunas de sus mejores canciones. Robe siempre ha sido de contradicciones, al menos cuando era más joven. Quizá si le hubiera gustado al poeta este rollo rebelde, muy pueblerino y siempre genial del disco. Un saludo.
EliminarLa portada viene del dicho "Le queda como a un Cristo dos pistolas"
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