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Rainbow – Down to earth (Polydor-1979)


Sin vinilos raros o exóticos para comentaros esta semana, echo mano de mi fondo de armario vinílico y como en mi anterior visita, dedico la reseña de hoy a otra de esas obras incontestables de finales del siglo XX de las que nadie quiere hablar porque todo cuanto pueda decirse, sobra o es redundante. Pero para eso estoy yo, para redundar en lo obvio. Y para dar a la reseña un enfoque diferente, más que del álbum –que también–, os hablaré de su vocalista. Total, que después de saber de él en Alcatrazz [aquí] o MSG [aquí], hoy os traigo de nuevo al incombustible Graham Bonnet para presentaros otro enorme disco en el que participó aportando su personalísimo estilo. Poneos cómodos. 
 
Érase que se era el británico Graham Bonnet, un adolescente nacido en una localidad costera del condado de Lincolnshire que se ganaba unas libras cantando jingles para la radio. Su primo Trevor había emigrado con sus padres a Australia de pequeño y después de trabajar en televisión había llegado a tocar en los primeros discos de los Bee Gees. Corría el glorioso año de Nuestro Señor de 1967 en el que nacimos algunos genios cuando Trevor regresó a su país natal y se estableció en Londres, montando con su primo Graham el dúo Las Canicas (bueno, en inglés The Marbles suena mejor). De hecho, aún ni existían como grupo cuando en el transcurso de una actuación en el londinense Revolution Club se les acercó un tipo que había sido mánager de los Bee Gees y le dijo a Trevor que estos –que se habían establecido en Inglaterra no hacía mucho– querían hablar con él para ofrecerle que tocase de nuevo con ellos. Así es como, con la excusa de que tenía un primo cantante, Graham acabó en casa del productor Robert Stigwood tocando y cantando canciones de los Beatles y los Beach Boys junto a Barry, Robin y Maurice Gibb. La sorpresa llegó cuando Stigwood preguntó a Barry Gibb si le podría dar alguna melodía al dúo de primos para meterlos en el estudio a grabar. Y de esa manera, gracias a los contactos de Trevor pero sobre todo a los Bee Gees, comenzó la carrera de Graham Bonnet. El resultado fue el tema Only one woman, que llegó al número 5 en la lista de singles de la Gran Bretaña en 1968 –por cierto, Bonnet lo regrabaría con Alcatrazz en el fallido Dangerous Games de 1986– y propició el lanzamiento del primer álbum de The Marbles dos años después, con varias composiciones de los Bee Gees, quienes también aportaron coros. 
 

Y sí, Graham dejó los jingles, pero The Marbles acabarían separándose poco después de la edición de su elepé homónimo y Bonnet tendría que esperar hasta 1977 para grabar con Ring O’Records un álbum bajo su propio nombre con temas propios y versiones de Bob Dylan, Ray Davies, Al Green o Daryl Hall y John Oates, entre otros. La verdad es que en Gran Bretaña pasó sin pena ni gloria, aunque en Australia tuvo cierto éxito su versión del It’s all over now, Baby Blue de Bob Dylan. Pero un año después lo petó en el país de los canguros con Warm ride, otro tema compuesto por los Bee Gees
 

Mientras tanto, ajeno a esta historia, el gran Ritchie Blackmore, un genio de las seis cuerdas con un carácter digamos que peculiar, quería dar un giro más comercial, melódico o americanizado –llamadlo como queráis– a sus grabaciones al frente de Rainbow. Las discusiones entre este y su vocalista Ronnie James Dio sobre el tema se habían vuelto cada vez más agrias al no compartir este en absoluto la dirección musical que Blackmore quería imprimirle al grupo. El resultado es que –por decisión propia o invitado por su jefe– el diminuto vocalista de Portsmouth acabó abandonando la banda, dejando abierta la puerta por la que el bajista Bob Daisley y el teclista David Stone salieron poco después. Y así fue como en 1979, Ritchie Blackmore comenzó a dar forma en su casa de Connecticut al disco que debía suceder al estupendo Long live Rock‘n’Roll sin Ronnie James Dio a cargo de las voces, con Cozy Powell aguantando como batería, Don Airey de Colosseum II en los teclados, un bajista de sesión y el excompañero de Blackmore en Deep Purple Roger Glover como productor y coescritor. 
 
La banda se trasladó entonces a la Alta Saboya francesa, concretamente al Château Pelly de Cornfeld, un precioso castillo medieval fortificado con tejas policromadas original del siglo XII. Adquirido y restaurado a mediados de los años 60 para celebrar sus fiestas anuales por el financiero judío nacido en Estambul Bernard Cornfeld, este había tenido que vender parte de su patrimonio tras su paso por prisión para poder mantener su lujoso tren de vida y ahora alquilaba la propiedad. Allí, con otro bajista de sesión y sin vocalista aún –Blackmore había sondeado incluso a Ian Gillan, que por supuesto declinó la oferta–, se comenzaron a grabar las pistas de Down to earth con el Maison Rouge Mobile, un estudio de grabación propiedad de Ian Anderson de Jethro Tull montado sobre un camión Mercedes-Benz. 
 

Finalmente, gracias a Micky Moody que por entonces estaba tocando con David Coverdale en su grupo pre-Whitesnake, Graham Bonnet recibió una llamada de Roger Glover –que había escuchado al cantante en su época con The Marbles– y fue citado en Francia para hacer una audición. Bonnet afirma que no conocía de nada a Rainbow y tuvo que comprarse los discos con Ronnie James Dio para hacerse una idea de lo que esperaban de él. Sin embargo, el vocalista cuenta que el tema que le hicieron cantar fue Mistreated, del Burn de Deep Purple. Sea como sea, a Blackmore y Glover les encantó Graham y le comunicaron que el puesto era suyo. Y aunque en la actualidad se muestra agradecido por su paso por la banda y lo que supuso para su carrera, en aquel momento se marchó a Londres, le comunicó a su representante que ese estilo de música no era el suyo y que se lo iba a pensar porque creía que no encajaría de ninguna manera en el grupo. Y en parte al final tendría razón, aunque los motivos no serían musicales. Pero vayamos por partes. Como ya sabemos, Bonnet firmó el contrato y aportó algunas ideas y melodías al casi finalizado álbum –sin recibir crédito por ello, algo que aún le entristece– mientras que Roger Glover se convertía en el bajista oficial de la banda, regresando a los Estados Unidos para grabar las voces en los Kingdom Sound Studios de Long Island. El proceso fue bastante tedioso para Bonnet, quien cuenta que se grababan cuatro estribillos distintos para cada tema y se presentaban a Blackmore para que escogiese el que más le gustase. 
 
Y así es como en agosto de 1979 se puso en las tiendas el primer disco de Rainbow sin Ronnie James Dio como vocalista, con portada del ilustrador neoyorquino Ron Walotsky y del que poseo una reedición española de 1984 que no corrigió el desastre de la pobre edición de cinco años antes y seguía sin incluir la funda interior original con las fotos de los integrantes del grupo. 
 


El disco comienza con All night long, con ese icónico riff inicial que es uno de los más reconocidos y reconocibles paridos por Blackmore. El tema es un hard rock alucinante, aunque ya se advierte la nueva deriva del sonido Rainbow en ese bajo de Glover –el hombre tras el man in black– y los coros que lo visten. Pero la garra de Blackmore y el vozarrón de Bonnet lo convierten en una pieza imprescindible de la trayectoria de la banda. Y qué decir de ese maravilloso inicio de teclados a cargo de Don Airey –otro acierto su llegada al grupo– que nos presenta la fabulosa Eyes of the world, una de mis preferidas del álbum y con una épica que nos trae ecos de la fase anterior de Blackmore & Co. TEMARRAL máximo y solo de guitarra excelso arropado por Airey con unos coros que definitivamente llevaron a Rainbow a un estrato superior. 
 


Le sigue No time to lose, resultona, con una base rítmica muy conjuntada y que en mi opinión no hubiese desentonado nada en los Whitesnake de Moody y Galley. Con un inicio con reminiscencias a los devaneos acústicos de Blackmore, despide la primera cara una melódica y sentida Makin’ love en la que –como en todo el álbum, o casi– el grupo se muestra cohesionado en grado sumo y Bonnet borda su interpretación. El solo es simple aunque precioso. 
 


Entonces llega la cara B con la estupenda Since you been gone, un pop-rock de lo más comercial escrito por Russ Ballard que caracterizó injustamente al disco porque fue su primer single –llegó al Top 10 en la Gran Bretaña– y suponía un total cambio de rumbo con lo que la banda había grabado hasta el momento aunque pese a su producción pulida y su aire mainstream, el disco en conjunto era mucho más hard rockero. Y si antes os decía que quizás la unión como banda no se había dado en todo el disco –obviando el apartado vocal, que se grabó cuando la obra estaba casi finalizada– era precisamente por este tema y concretamente por la negativa de Cozy Powell a tocar en él. Finalmente, poco antes de abandonar el château francés, accedió a regañadientes y grabó su parte en solitario con Glover tocando la guitarra rítmica como guía. Pero la brecha estaba abierta y poco a poco el desapego de Powell y Blackmore fue aumentando hasta forzar su salida de Rainbow. Después del aire festivo, el disco sigue con la arrastrada y bluesy Love’s no friend, otra que me encaja perfectamente en la voz de David Coverdale
 


Danger zone es otra de mis preferidas, con una estupenda interpretación vocal, unos bajo y batería magníficos, unos teclados etéreos y un solo de Blackmore trufado de arabescos sonoros. Y finaliza el disco con la rápida Lost in Hollywood, que cierra mi trío de imprescindibles del álbum, con una enérgica interpretación de Powell y un estupendo solo a cargo del malcarado Blackmore con interludio de Airey incluido y esos icónicos coros finales. 
 
Blackmore se había salido con la suya y el mundo le había dado la razón. Down to earth consiguió un enorme éxito comercial –en ese momento fue el más vendido de la historia de Rainbow–, Roger Glover se convirtió en su mano derecha y –sin poder establecer comparaciones con Ronnie James Dio, porque es imposible– la elección de Graham Bonnet como vocalista había sido todo un acierto. Pero algo fallaba. Blackmore odiaba la imagen del cantante, que –tozudo como él mismo– no daba su brazo a torcer en ese aspecto. Americanas de colores, chaquetas a medida, gafas de sol, un corte a lo James Dean o camisas hawaianas no casaban con la licra, las botas de tacón cubano, las melenas y el cuero. De hecho, en la gira de presentación del disco, Blackmore acostumbraba a cerrarle con llave el baúl de ropa a Bonnet e incluso le tiraba prendas a la basura. El guitarrista llegó a confesar en una ocasión que en el concierto de Donington –el último en el que un harto Cozy Powell tocó con la banda– tuvo que contenerse en varias ocasiones para no golpear al vocalista de la rabia que le daba verle. El futuro de Bonnet estaba marcado, al igual que el de esa fugaz encarnación del grupo, que afrontaría la grabación de su siguiente disco con nuevos batería, vocalista y teclista. 
 

Desde entonces, el bueno de Graham, inasequible al desaliento, ha seguido pisando estudios y escenarios al frente de su propia banda, con Alcatrazz, colaborando con Michael Schenker o Chris Impelliteri y en diversos proyectos más. Sirva esta entrada como homenaje a su persona y su longeva y aún viva carrera.
 
En fin, eso es todo por hoy. Espero que os haya sido placentera la lectura de la entrada y la escucha del disco. 
 
¡Feliz viernes! 
@KingPiltrafilla

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