Quizá no reconozcas a este caballero que con tan prolija melena sonríe agarrando su guitarra. Pero ten por seguro que si estuviste pegando la oreja al hard rock de la segunda mitad de los ochenta te sonarán algunas de sus composiciones para Lita Ford (Gotta let go, Hit&run), Y&T (Let it out y prácticamente todo el álbum In rock we trust), Vixen (One night alone, Charmed life, Cryin’), Alias (Waiting for love, After all the love is gone) y Mr Big (Road to ruin, DFF-Lucky this time).
De hecho, más allá de su breve carrera como prima dona del rollo, que sirve para rellenar este espacio hoy, Jeff se labró una reputación como “músico para todo” desde la década de los setenta. Con diecinueve años ya componía para bandas de United Artist como Tower of Power o Marilyn Scott mientras salía de gira con Frankie Valli, Bill Quaterman o Dan Fogelberg, casi siempre como teclista y segunda voz, hasta acabar a sueldo de la Motown y dejar su impronta en el efímero éxito disco.
El cambio de década le llevó a firmar un contrato con Polygram para seguir explotando su valor como compositor, con el añadido de crearse un personaje y editar sus propios discos. Nació así Jeff Paris, alter ego de quien hasta entonces había firmado artísticamente como Geoffrey Leib. Grabó dos largos: Race to pardise en el 86 y este Wired up en el 87. Excelentes ambos, fracasos comerciales también. La competencia en el mundo de los peludos resultó demasiado para nuestro mago musical.
Aunque mantuvo el impulso artístico editando tres álbumes más en los noventa, fiel, más o menos, a su estilo, la mayoría de su trabajo (el que paga las facturas) lo volcó en la composición para otros y el acompañamiento artístico, bien como “consejero” o como músico de sesión y directo. De hecho, desde el año 2000 ha formado parte de la tourné de Keb Mob, Dave Stewart (Eurythmics) o Ringo Starr y contribuyó a series y películas diversas como Melrose Place, Los vigilantes de la playa, Rescate 77 o El sustituto.
Enmarcado el artista, vamos a destripar un poco su obra, que para eso nos pagan bien pagado en este blog.
Jeff metió guitarras, teclas, la voz principal y los coros, labor en la que contribuyeron el bajista Gary Moon (Night Ranger) y el baterista Matt Sorum (Guns N’Roses, The Cult, Velvet Revolver). Michael Thompson (Cher) aparece como segundo guitarrista también. A los mandos del estudio colocaron a David Thoener, un tipo por entonces de largo currículum como técnico (Johnny Winter, AC/DC, David Bowie, Derringer, Aerosmith) y productor (Henry Paul Band, Triumph, John Waite) que acabó dando el pelotazo con el debut de Nelson. Este equipazo solo podía sonar bien.
Aunque seguramente sea de las canciones más flojas del disco, abrir con una vacilada como Saturday night engancha irremediablemente a mi cerebro ochentero. No puede ser más simple y efectiva: un fraseo de cuatro estrofas y un estribillo a varias voces con una letra de fiesta y desparrame. Incluso tira del recurso del coro a capela. En cambio One night alone me parece un hitazo épico, con su crescendo medido estrofa a estrofa y una línea vocal soberbia hasta un estribillo AOR con sus correspondientes armonías. Un diez en el género. Más hard roquera y rítmica Trial by fire invita a menear el culo; de las mejores guitarras y otro buen puente-estribillo, aunque ahora menos bombástico. A estas alturas Jeff ha demostrado dos cosas: sabe componer y cantar. La mayoría habréis escuchado este Criyn' en la voz de Janet Gardner (Vixen), pero, qué queréis que os diga, prefiero esta versión, algo más corta y rápida. El tema tiene un puntito guitarrero que lo hace gozoso y la forma en que los sintes acompañan sin empalagar está muy bien pensada. Y el estribillo. Aceleramos (un poco) en Wired up. La mezcla de voz-guitarra-teclado está bien equilibrada y bajo y batería tienen algo más de protagonismo. La canción se desarrolla rápida con un buen solo.
Arranca la cara B con otro hit titulado Charmed life, lleno de pasión y garra. Ojalá más temas de estos en el disco. Todo bien por aquí: guitarras, arreglos, voces, melodía. Top. Más poppy sigue I can't let go, con un rollito Bryan Adams tremendo ideal para radiofórmulas y orejas blandengues. Eso sí, bien empacado y pensado para cantar frente al espejo. Heart to the flame da algo de power a las guitarras y las voces presentando un fraseo pegadizo; la sencilla estructura y la buena interpretación de Jeff da brillo a la canción. El trabajo de voces y coros en todo el álbum es uno de los puntos fuertes. Rematan con un brevísimo schred solo y final apoteósico. De mis favoritas. La predecible balada cae a continuación, demasiado Richard Marx para mi gusto; A matter of time fluye suave sobre el fondo de sintes y teclado con una guitarra acústica que va tomando protagonismo hasta el consabido final desgarrador. Deja Mr Paris para cerrar su canción más contundente en la que se permite un poco de guitarreo bueno (sin excesos). Illusions muestra también su lucimiento vocal, dejando claro que el caballero estaba más que preparado para ese éxito que se le negó.
Al menos como frontman roquero. Había mucha competencia aquellos años en el género y un nuevo Jon Bon Jovi igual tampoco hacía tanta falta. De todos modos, mal no le ha ido.
La versión que comparto fue prensada en los USA, insert incluido, y tiene, curiosamente, un sello en la galleta con el nombre y la dirección de alguno de sus propietarios. Ya sabéis los habituales lo que me gusta fantasear con los viajes que habrán dado los vinilos hasta llegar a nuestras manos. Bola extra.
Disfrutad del fin de semana, peludos y menos peludos.
American hard pop-rock de manual, fluctuando entre el AOR de coros y las incursiones rockerillas. Me ha encantado descubrir la historia behind the man. No la conocía en absoluto y menudo currículum. Disfrutable por esa pátina ochentera a la que tengo querencia, sin embargo, creo que no ha envejecido bien, no es de los que me pondría a menudo para recordar y reivindicar una época. Una de esas basurillas simpáticas que atesoras pero que no aguantan comparaciones con esas bandas para las que Jeff compuso temazos. Por cierto, prefiero la versión de Vixen, qué le vamos a hacer. Será que los lloros de Janet me provocan algo diferente a los de Geoffrey. Un abrazo y a disfrutar al máximo el finde, que en nada (maldición) es lunes otra vez KING
ResponderEliminarA mí me parece un gran disco y vuelvo a él de vez en cuando. Dale un par de escuchas y quizá te entre más adentro 😂 Intento compartir discos variados, peor, en especial, como es obvio, aquellos de dudoso éxito, olvidados e, incluso, de dudosa calidad que acompaño de las historietas de sus protagonistas, siempre y cuando merezca la pena. Adornos necesarios a veces. ¡Pero NO en este caso! Como siempre, para gustos, olores. Un abrazo majestuoso.
EliminarPues no conocía la existencia de este tipo, pero curriculum no le falta. No soy el más fan de este estilo, pero vamos, desde que me paso por este blog, me estoy ya acostumbrando a estos sonidos. Y aprendiendo historias de discos o artistas poco conocidos (al menos para mi). Y eso siempre es interesante. Otra muesca en la barra del “hardrockmelodicochentero” del que eres un especialista. Saludos.
ResponderEliminarSi por especialista te refieres al que trae más melocotones azucarados y peludos, como decían Obús, el que más 😝🤟 Las historias detrás de la música son la salsa rosa de la vida roquera y no puedo resistirme. Un saludo.
EliminarNo sé de dónde sacas estas basurillas ochenteras. No me refiero físicamente a cómo o dónde las compras sino como llegas a conocerlas. Pues para escuchar en el coche que es lo que he hecho un par de veces, está muy bien. Nada nuevo bajo el sol pero entretenido. Ah y no me decanto ni por papá ni por mamá y os llevo la contraria al king y a ti y el Crying me parece al mismo nivel este que el de Vixen. Abrazos
ResponderEliminarQué hijo tan bien criado eres. Soy muy cotilla y las redes sociales y el internet van haciendo conexiones, tendiendo puentes de músico a músico que sigo como miguitas de pan. Eso, y buena memoria. Si te he alegrado un par de viajes en coche ya me conformo. Un abrazo.
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