Hoy vengo a hablar del Síndrome del Disco de Después, habitualmente acortado como SíDiDe.
Se aplica este término a aquellas obras sonoras vinílicas, usualmente, que edita una banda o un artista tras haber alcanzado el súmum mediático, comercial y, más importante, fanístico, juntándose la triada deseada por cualquier músico: adoración de los escribas y críticos, millones de Euros o dólares en el bolsillo y una marea maravillosa de personas felices por sus canciones. Ocurre que, tras este Nirvana, el músico, o los músicos, si hablamos de un grupo, tienen que continuar produciendo. Al fin y al cabo, los especialistas están esperando para destrozarles, "la compañía" les quiere ordeñar hasta dejarles secos y los fanes, ay, los fanes, ansían volver a vivir ese estado de felicidad que apenas sí nos dura tras una canción. ¿Y qué ocurre? Que o bien la inteligente y entendida crítica sonríe con maldad y les pintan la cara con palabras desasosegantes al compararlo con su magnífica obra anterior; o bien el mercado no admite suficientemente bien las nuevas tonadas, vendiendo poco o muy poco, al menos en comparación con la multiplatínica obra anterior; o bien el aficionado, el que al fin y al cabo va a mantener en el tiempo a los músicos, carece de ese enganche que sí tuvo su obra anterior. Total: patada en el culo y adiós al Valhalla. Es habitual que las revistas y los programas musicales abonen y comiencen la sintomatología, siga con el supermercado dudando o, tal vez, con "la compañía" flojeando de fe o recursos promocionales para conseguir muchos ceros y, al final, se cronifica con el abandono por parte de los aficionados, que se lamentan donde tendrían que sonreír. No se conoce ningún caso desarrollado a la inversa, ojo.
Este SíDiDe lo sufren bandas de todo pelaje y condición, de cualquier estilo y género. Pongo aquí algunos ejemplos: Hard promises, New Jersey, Piece of mind, Darkness on the edge of town, In utero, Out of this world, Into the fire, Goat's head soup, Vitalogy. Esto son algunos ejemplos. Te animo a que contribuyas con los tuyos en los comentarios. Visto el número de enlaces a post de este blog, parece que nos gusta la mandanga SíDiDe.
Así, como ejemplo, traigo hoy Good Trouble (1982) de REO Speedwagon, vinilo que muestra todos los síntomas: editado tras el megaéxito de ventas, público y crítica Hi-Infidelity (1980) al que siguió una gira de llenazos (ahí tenemos la tríada: crítica, pasta y fanes), contiene una magnífica colección de canciones en la línea sonora de su antecesor donde repiten músicos, productores, estudios, portadista, fotógrafo y me atrevería a decir que hasta personal de limpieza y falló en el mercado (vendió "solo" dos millones), la crítica los trató regular (lo que les gusta hacer sangre) y el público no supo muy bien qué hacer (adorar estas nuevas canciones o creerme que no son tan buenas).
La banda que grabó esta joya/birria (elige) la formaba: Kevin Cronin, voz principal, guitarras y tocador de piano ocasional; Neal Doughty, teclista; Gary Richrath, guitarras a tope; Bruce Hall, bajo y voz ocasional (canta como solista en dos cortes); Alan Gratzer, baterías y tambores varios. Firman las canciones Cronin (cuatro), Hall (dos) y Richrath (cuatro más). Se responsabilizan de la producción Cronin, Gratzer y Richrath junto a Kevin Beamish, su hado madrino.
REO Speedwagon comenzó a redondear su estilo con You can tune a piano, but you can't tuna fish (1978), siguieron con el más rudo Nine lives (1979), lo petaron con el nombrado Hi-Infidelity (1980) y llegaron a este Good trouble con él intacto: el timbre característico de Cronin y el toque arpegiado de sus acústicas, un elemento clave, para mi gusto, junto a la guitarra gruesa, aunque a veces oculta, de Richrath, muy roquera, basada en powerchords y riffs sencillos, los coros a tres voces, bien empastados, y el espectacular uso de sintes, teclados y pianos. Este estilo es claro en la inicial Keep the fire burning, un single de manual REO, con un solo muy interesante de guitarra. La calmada Sweet time, con el protagonismo de las acústicas, desembocando en un largo estribillo "Baby, we can take our own sweet time/And spend it when we want to/'Cause it's yours and mine/Let our love come easy and we find/We can make it". Un tono setentero asoma en Girl with a heart of gold, la primera que compone y canta Hall, con unos coros estupendos. El juego del sinte al fondo con los golpes de guitarra dan un punto especial a la canción. Every now and then vuelve a esas melodías poperas en las que Richrath se movía tan bien, con un juego de guitarra y piano agradable y ¿sabes? otro estribillo magnífico. A esta gente le salían con una facilidad pasmosa. Bien es cierto que cuando escuchamos I'll follow you agradecemos ese toque veloz, sobre todo en la parte central, que cierra la cara A con una dinámica ascendente "Then she sang her song/Said "If I come along/You must find a place in your heart for me".
Girando el disco aparece otro corte ochentero a más no poder, al que podríamos resumir con la frase tan manida de "marca de la casa". Y es verdad que The key reúne los ingredientes de los famosos singles de Hi-Infidelity. Una parte inicial con estrofas adornadas con la guitarra acústica y el piano, un Hammond y la guitarra eléctrica en la última estrofa, el puente y el estribillo, donde la melodía principal se destaca. Un pequeño interludio, en este caso de piano, para volver al puente-estribillo a tope. Hall suena muy rotundo en este corte. Se editó como tercer single. Back in my heart again es uno de mis favoritos del disco, me agarra el ritmo, la forma de cortar el fraseo de Cronin y el estribillo con esas voces armonizando: "Back in my heart again/Blowin through my life/Life a cold winters wind". Sin ser un fuera de serie, Richrath se marca aquí un bonito solo. Hall vuelve justo en mitad de la cara a proponer su voz en Let's Be-Bop, de nuevo con aroma añejo (incluso para aquella década), sencillo agradecimiento a su público "Suddenly it happened/Here we are with all this glory/We never thought for a minute/That we were writin a story/We took our chances". No paréis, bailemos esta noche. Ideal para los directos. El último tema que compone Richrath es el más hard del álbum (que son "la Reo", cuidado). Stillnes of the night tiene un tono y unos arreglos fabulosos, cabalga seguro en el bajo y la guitarra y se desarrolla en un estribillo sin coros con Cronin usando su tono grueso (cuidado de nuevo). Solo de Doughty muy "a lo Rainbow" que nos lleva a la parte final, en apoteosis sonora, que acaba en un solazo melenudo de Richrath y un fade out. Cierra el disco la canción Good trouble, de nuevo compuesta por Cronin; su fuerte está en la propia voz, agresiva por momentos, melódica en otros, con cambios interesantes y dos solos de guitarra.
¿Qué mas necesitas?
John Kosh y Ron Larson se encargan de la dirección artística, con fotografías de Aaron Rapoport. Ni bien ni mal. Los colores de la portada son ciertamente llamativos, pero esa habitación desordenada y la señora de la limpieza asomándose tampoco me parece muy atractiva. La foto de la contraportada, con la banda "esperando" es gloria bendita: qué pintas de manual pop-hortera-ochentero. Adorable.
La edición que comparto es original de época, con su insert y todas sus tonterías. Estupenda, vamos.
Disfrutad del fin de semana.
Se podría escribir un libro entero dedicado al SíDiDe. A mi me viene a la cabeza el "For Those About to Rock", de AC/DC, disco que adoro, y que suele ser vilipendiado por critica y publico (qué disco puede salir bien parado de una comparación con el "Back in Black"?). En fin, es solo un ejemplo, pero casos hay mil. Con respecto al disco, creo sinceramente que refleja perfectamente el estilo de la banda. Aunque no está en el top de mis favoritas, siempre guardo un hueco para todas las bandas AOR de principios de los 80, y, la verdad, esta disco no baja el nivel. Un caso mas de banda que repite de manera eficaz la formula de un disco exitoso, y por razones varias (SíDiDe), no termina de cuajar. Aunque esta es otra discusión. El listón del "exito", ya ha cambiado con respecto a su anterior trabajo. Aunque vendas una burrada, si no vendes los "suficiente" con respecto a las nuevas expectativas creadas, ya es un fracaso. Excelente la entrada. Buen fin de semana.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado la entrada y el concepto. Buen ejemplo también ese, sí señor. El listón del éxito siempre sube, nunca baja, y eso acaba pesando también en le propio artista. Este disco no me parece para nada peor que el anterior, pero siempre parece el hermano feo y tonto. Gracias por el comentario. Un saludazo.
EliminarEstupenda entrada y muy cachondo el concepto SíDiDe. Y qué decir de los Reo. Hard pop rock melódico edulcorado y ampuloso con coros estratosféricos pero con un fuerte sonido setentero en la base. Aquí tenemos calidad, amigo. Siempre hay un momento de la semana para dejarse llevar por esas melodías y ese ambiente “diabético” que, ojo, no olvida los guitarrazos. Pues nada, otro viernes en el que ofrecemos nuestras plegarias en este altar vinílico cada vez más completo, ecléctico y variado, de lo más loco como algoritmo de escucha musical. Feliz semana. KING
ResponderEliminarAmén. El altar cada vez está más lleno. Me alegra que te haya gustado el concepto SíSiDe. Voy a escribir un libro al respecto, ja, ja. Ojalá tuviera tiempo, sería divertido despellejar álbumes multiplatino mientras ensalzo sus secuelas. Lo apunto para mi jubilación. REO sabía combinar muy bien el azúcar y la pimienta, aunque por momentos se les fuera la mano con el almíbar. Un abrazo.
EliminarOye, a mi me ha gustado. Un grupo asentado con su sonido y propuesta. Voy a escucharme el anterior y luego rehago el comentario, jaja.
ResponderEliminarMola lo del Sidide(yo suelo decir discos malditos). Yo tengo unos cuantos discos que podrían entrar. Traje el primer lp de Terence Trent D'arby, haber si me atrevo con el segundo.