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Jethro Tull - Crest of a knave (Chrysalis, 1987)

Si conoces la historia que a continuación voy a contar, no hagas espoiler, por favor. Seguro que aún quedan personas deseosas de saber quién ganó un inesperado Grammy en 1989.

Supongo que cualquier lector de estas líneas sabe que los premios Grammy intentan destacar lo mejor de distintos géneros musicales desde la perspectiva de la "Recording Academy" de Estados Unidos. Dada la popularidad y la millonada que se estaba generando con el hard rock y el heavy metal por aquellos años ochenta, los buscabilletes decidieron crear una categoría donde honrar a sus máximos exponentes. Así, en la primera edición competían AC/DC y su Blow up your video, Iggy Pop y su Cold metal, Jane's Addiction con Nothing's shocking, Metallica con ...And justice for all y, claro, este Crest of a knave de Jethro Tull. Una mezcla, digamos, interesante. 

La noche en que Alice Cooper abrió en directo el sobre, con Lita Ford a su lado, se detuvo por unos segundos el planeta metal. Alice no podía creer lo que estaba leyendo. "Creí que me habían dado el sobre equivocado". En los ensayos anteriores, el sobre tenía, exactamente, el nombre de esa banda: Jethro Tull. Era tan cierto que nadie esperaba que le dieran un premio para una categoría en la que nadie entendía porqué estaban nominados que ni la propia banda había acudido a la fiesta de entrega. Alice dice que "lo miré de nuevo y tenía un sello diferente y detalles que lo hacían real. Entonces dije ¡Por el mejor Grammy de hard rock/heavy metal... Jethro Tull! Y después de una pausa todos se echaron a reir. Pensaron que era una broma". Lita Ford añade "si miras el vídeo verás que mis ojos se agrandan un poco cuando Alice dijo "Jethro Tull" y aunque estaba tratando de no mostrar ninguna emoción, fue como ¿Qué coño?". El vídeo.

Algunos efectos secundarios, sin entrar en muchos detalles, que daría para un largo post. La compañía de Metallica tenía tan claro que iban a ganar que había preimpreso diez mil carteles para repartir por las tiendas de discos que decían "Ganador del premio Grammy"; a los muchachos se les ocurrió ponerle encima una pegatina que decía "Perdedor del premio Grammy". La compañía de Jethro Tull, tras la cantidad de hostias que le cayó al grupo y su dudosa pertenencia al gremio más duro, colocó un anuncio en Billboard que decía "La flauta es un instrumento de metal". Ah, y cuando por fin Metallica se alzó con su primer Grammy en 1992 (tienen ocho), Lars Ulrich (baterista) comentó al recibirlo: "Agradecemos a Jethro Tull por no sacar álbum este año". Ahí los tienes.

¡Y el disco de hoy! Decimosexto álbum de estudio de esta ya por entonces veterana banda (ni veinte años llevaban de trayectoria, fíjate). Los ochenta no fueron una década fácil para el líder, cantante y flautista del grupo, Ian Anderson. Intento tras intento de crear una carrera en solitario, comenzó con A (obligado a poner el sello "Jethro Tull" en la portada"), siguió con un dignísimo The Broadsword and the Beast  (1982), consiguió con Walk into light, un año después, editar con su propio nombre para cerrar esta primera parte con Under Wraps (1984),  muy metido en la electrónica y con un descenso en ventas y popularidad. 

Tardaron los Tull tres años en volver a editar un largo, este que traigo, principalmente por los problemas de salud de Ian. Pasó por una difícil cirugía de garganta y una larga recuperación hasta que pudo volver a cantar y a tocar la flauta de manera segura y con calidad. Tiempo que le permitió reflexionar sobre el siguiente paso de su carrera, que fue volver a los sonidos folk y blues tamizados con el soft rock de los ochenta. Había que recuperar terreno. 

Así, se metieron en los estudios personales de Anderson, llamados coquetamente "round the corner from the kitchen in the room behind the door which used to be painted white but isn't any more" llevando él mismo la producción y la composición de los temas. Tocó guitarras, flauta, sintes y programaciones, junto a su inseparable Martin Barre (guitarrista), Dave Pegg (bajista), Gerry Conway y Doane Perry (bateristas).

Arranca Steel monkey esta aventura con un sinte (una especie de guiño bromista), pero en seguida la guitarra nos advierte que aquí hay otra cosa que escuchar. Un rock melódico con guitarrazos eighties donde Barre demuestra lo grande que era adornando la canción y soltándote un punteo por aquí y otro por allá que te vuela la cabeza. El tema, breve, actúa como una excelente introducción al disco. Una pena que no se alargue y hunda un estupendo solo de guitarra en un fade off. Anderson gustaba de reivindicar en sus canciones a personas y personajes de lo más diverso, muy apegado al ecologismo y a la tradición bien entendida, se pone en la piel de un granjero a quien expropian sus tierras para construir una autopista. El granjero  de Farm on the freeway se queja: "They say they gave me compensation/that's not what i'm chasing/I was rich man before yesterday/now all I have left is a broken-down pickup truck"  porque este pedazo de tierra "This was no Southfork, it was no Ponderosa/but it was the place that I called home". En los seis minutos de duración hay espacio para el lucimiento de la guitarra y la flauta, con un pequeño solo triste. 

Jump star sea, quizá, lo más folk que vas a encontrar aquí, emparejado con la época de Heavy horses incluso, aunque algo falto de punch. Sin embargo, la forma en la que encara la canción Ian y el modo en el que mezclan acústicas, teclado y flauta nos retrotrae a épocas pasadas con muy buen gusto. Y cierra la cara A con una de las historias de amor ocurridas (supuestamente) tras el Telón de Acero (aquello que separaba ficticiamente la Europa comunista de la que no era comunista). Said she was a dancer trae, además, un detalle que no nos ha pasado desapercibido en los anteriores cortes: esto suena como si cantara Mark Knopfler. La cirugía dejó secuelas en la garganta de Anderson y una de ellas fue la dificultad para mantener las notas altas y el ataque grave del pasado. Y, curiosamente, comenzó a mantener un tono tan cercano al de Knopfler que a veces asusta. Esta canción podría haber estado perfectamente en Making movies (1980). El cuento es de lo más jugoso: Anderson se encuentra a una muchacha en el bar del hotel de Moscú que se presenta como una bailarina. Ja, piensa nuestro protagonista, "Maybe you're a dancer, and maybe I'm the king of Old Siam" pero, al fin y al cabo, qué mas da "if your dream is good, why not share it when the nights are cold?" así que "I'm your Pepsi-Cola/she said she was a dancer/so she did". Fantástica canción.

Y mi favorita arranca la cara B, con otra historia de enamoramiento, esta vez, como reza el título, en Budapest. Con el deje Dire Straits subido al máximo, incluso en el tono de la guitarra, esta joya de diez minutos de duración transita por diversos parajes sonoros, desde una calma inicial hasta un crescendo lleno de matices. En esta ocasión "she was helping out at the back-stage/stopping hearts and chilling beer" y cuando "she bent down to fill the ice box/(...)/wearing only T-Shirt, pants and skin/(...)/it was a hot night in Budapest". Pero, en esta ocasión, "she wouldn't make love, but she could make good sandwich". Menos da una piedra rancia. Buenísimo Barre, excelente flauta, la mejor del disco. Mountain men se vuelca algo más hacia el viejo folk, con una plegaria antibélica "did my tour, did my duty/I did all they asked of me/Died in the trenches and at Alamein/died in the Falklands on TV". La parte central presenta un excelso solo de Barre y Anderson. Cerramos la aventura como la comenzamos: con un temazo roquero, cortito, donde el sinte apoya y acompaña la interpretación más metalera de Anderson (por decir algo). Raising steam tampoco hubiera desentonado en el Brothers in arms de Dire Straits. Ahí lo dejo.

El álbum vendió bastante mejor que cualquier obra de la década anterior, alcanzando el puesto 32 en Estados Unidos y el 19 en las Islas Británicas. Les permitió hacer una larga gira, recuperar el público perdido y... ganar un Grammy.

La versión que os traigo se imprimió en Alemania, exactamente igual a la versión yanqui a la que solo añaden un sobreescrito a pie de contraportada con los datos germanos. Tiene un acabado texturizado muy chulo. John Pasche firma el aspecto visual. En los agradecimientos del disco, Martin se acuerda de Paul Hamer y sus guitarras y Ian no puede evitar compensar diciendo "would like to thank almost everybody else". Por cierto, la edición en cedé contenía dos temas extra. 

Disfrutad del último fin de semana de junio. Viene la calor, dicen...








Comentarios

  1. Brutal el disco y la anécdota. Un grammy muy merecido, quizás inesperado, pero justo igualmente. ¿Acaso pensaban ganar Metallica con un álbum donde no suena el bajo? ;)

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