Año 1986. Los grandes del heavy han decidido cambiar de aires: Judas Priest con Turbo, Iron Maiden con Somewhere in time, Saxon con el Rock the nations, Twisted Sister cantaban Be crhool to your scuel y Leader of the pack, Mötorhead se habían convertido en un cuarteto para Orgasmatron y Tony Iommi andaba enredando con Seventh star. Ese mismo año los alemanes Accept se reúnen para grabar su séptimo disco. Está claro que algo se mueve nervioso en el panorama metalero. Ellos mismos habían hecho un pequeño cambio sonoro con Dieter Dierks a los mandos en su anterior Metal Heart, algo más amable y menos oscuro. ¿Qué hacer? ¿A dónde viajamos? Metemos teclados como Maiden. Usamos instrumentos sintetizados como Judas. Buscamos un productor más amable como Saxon. Navegamos en las turbulentas aguas de Scorpions una vez más con Dieter. Para nada. Somos Accept y nuestro puño de hierro va a resonar en todo el mundo. Aunque, vaya, vamos a componer un medio tiempo y también una canción épica con una parte central calmada y, bueno, ya que estamos, porqué no unos coros un poco más elaborados. ¡Pero todo bien heavy! Lo producimos nosotros mismos y llamamos a Michael Wagener para que nos eche una mano, como en Balls to the wall y Restless and wild. ¿Qué puede salir mal? Pues nada, amiguetes, que este Russian rulette puede intercambiarse precisamente con cualquiera de estos dos discos. De hecho, si hubiera sido editado antes de Metal Heart estaría considerado parte de su legado clásico y veríamos una continuidad en el sonido.
Hay que admitir que, quizá, aquellos meses componiendo y grabando no fueran tan bonitos. Por ahí se dice que entre Udo Dirkschneider (cantante) y Wolf Hoffmann (guitarrista) ya había tensión por conseguir un sonido más o menos “comercial”. Sea como fuere, con Peter Baltes al bajo, Stefan Kaufmann a la batería y Jörg Fischer como segundo guitarrista, se metieron en el estudio de Dieter Dierks a registrar este álbum. La misma gente que hizo Metal Heart tocando los mismos instrumentos, pero con producción propia.
Arranca TV war con el bombo a toda velocidad y un riff agresivo que da paso a Udo: “TV war is part of life/entertaining and far, far away”. Puñetazo en la cara para aclarar de qué vamos. Convertir la guerra y la muerte en un espectáculo “we are eating, while we’re watching people die on the screen” y hacernos insensibles a tanta violencia. Una canción que tan bien encaja en los tiempos actuales, lamentablemente. Uno de los mejores solos del disco. Monsterman tiene un fabuloso juego de las dos guitarras, intercambiando punteos y riffeando en paralelo. El puente y el estribillo tienen su tufillo comercial, dentro del nivel Accept: “for love I gave your fading life/for love I had to give you up”. El solo no es tan espectacular, más calmado, jugando con la melodía y el ritmo, para acabar en un pequeño interludio antes de repetir el estribillo hasta el final. Todo es muy Accept en realidad. Y otra muestra es Russian roulette, que vuelve al tema de la guerra. De hecho, el álbum iba a titularse Wargames, siguiendo el estribillo de la canción “Wargames – Killed in action/wargames – for satisfaction/ shangai’d – killed in action/wargames!”. Tema típico de la banda, con unas estrofas más calmadas y un estribillo en la que el coro contesta a Udo. El crescendo recuerda a temas de discos anteriores también. Melódico solo muy bien trabajado. It’s hard to find away comienza con una guitarra acústica lanzando arpegios sobre una batería sencilla y Udo fraseando sin sus característicos agudos. Pero “I just found the first little cut/and I wonder why, oh God, but so what” y se lanza toda la banda de lleno en un fantástico estribillo, muy armónico. En el solo vuelve la calma y Hofmann se transforma en Gary Moore por unos instantes. Sentida y directa a la vez. Aiming high es un catálogo de heavy metal ochentero. Los punteos, el riff, la batería, la melodía vocal y las armonías del coro y un estribillo para corear puño en alto: “aiming high/and I’m waiting for relieve/to the best of my believe”.
Giramos el disco y aparece Heaven is hell, un alegato en contra de las formas y las normas de la Iglesia que se extiende a lo largo de siete minutos. No puedo dejar de pensar en Balls to the wall como referencia. Dos estrofas en las que Udo habla y frasea, un puente en el que la banda acompaña y un estribillo rotundo a varias voces. Esta estructura se repite dos veces para dar paso a un solazo que se extiende a otra parte ambiental, donde Udo relata sobre un órgano que suena a iglesia. La batería marca el cambio a una parte final, de nuevo, contundente. Igual de contundente, pero más concisa, Another second to be da el contrapunto con su riff acabalgado. Una curiosa letra sobre un tipo que descubre que le quedan doce meses de vida y no le gusta lo que ha hecho hasta ahora. Una intro breve nos mete en otro de los temas fuertes del álbum, Walking in the shadows. Mezcla ese rollo de medio tiempo acceptiano donde Udo reduce sus agudos y frasea o canta sobre una base calmada para evolucionar a un estribillo de coro profundo “walking in the shadows/walking in the night”. Suena a hard&heavy americano Man enough to cry, tanto por el tratamiento de las guitarras como por la melodía principal de la voz. Una letra curiosa: “I was taught and I thought/a man is cold as ice” pero he descubierto que “I am man enough to cry/hears are burning”. Delicioso y pegadizo estribillo que se resuelve en us solo largo y calmado que finaliza en un jugueteo de ambos guitarristas. Y cierra el viaje con Stand tight del mismo rollo sonoro, un puntito “para todos los públicos”, y, de nuevo, una canción antimilitar. En esta ocasión, el recuerdo de un soldado: “I still feel your torture/messing up my life/I cannot forget/how you showed me your dispise”. Muy chulo final.
Tras editar el disco, se fueron de gira por Europa. Organizaron el “Metal blade” entre marzo y mayo, con la compañía de Dokken y UFO en la mayoría de los conciertos. Parece que iba a venir Ratt, pero se rajaron a última hora. Por entonces Dokken había conseguido el disco de oro con Under lock and key (85), Ratt acababan de grabar lo que sería su Dancing undercover (86) y UFO estrenaban Misdemeanor (85). No mala gira. En junio dieron el salto a Estados Unidos acompañando a Dio, quien presentaba Sacred heart. Tras dos meses más de gira y un pequeño descanso, acabaron con seis conciertos en Japón. El último concierto de Accept se celebró en Tokyo el 1 de octubre de 1986. Este fue el setlist de aquel día, el mismo, prácticamente, de todas sus actuaciones como cabezas de cartel.
Accept perdió también a Jörg Fischer (otra vez). Reclutó a David Reece y grabó, de nuevo a las órdenes de Dieter Dierks (quién les entiende), su Eat the heat (1989). Sin despreciar este trabajo, apunto unas palabras del propio Dirkschneider: “fueron buenos tiempos, no tengo nada que reprochar a nadie salvo que fueran tan estúpidos como para cambiar las cosas; ya vendíamos un millón de discos al año”.
La edición que traigo es la española de la época. En la portada, los miembros de la banda, vestidos de cosacos (o algo así) juegan (aparentemente) a la ruleta rusa. Contiene una separata con las letras. Los créditos, en la contraportada. En la galleta se ve el sello de Portrait. Y en la contraportada la pegatina de Discos Zaballa de Barakaldo.
Disfrutad del fin de semana.
A mediados de los 80 el heavy metal clásico comenzó a reformularse, ni para bien ni para mal simplemente para sobrevivir, era lo que tocaba. De hecho, hoy en día solo hay que mirar quien lo peta en ventas y en conciertos, los yayoheavis. En fin... como nosotros. Una banda y disco creo que infravalorados, y una entrada que he leído y escuchado con mucho gusto. Un fuerte abrazo jefe.
ResponderEliminarEfectivamente, a mitad de los ochenta, unos antes, otros después, la mayoría de las grandes bandas de hard and heavy se "plegaron" en busca de mayor reconocimiento o mercado. Y qué buenos discos nos dieron, desde luego. Los babyboomers y otros yayos (y no tan yayos aún) mantenemos la mayoría de esos conciertos, como antaño hicieron nuestros mayores con sus ídolos de los sesenta o los setenta. Un gusto que te haya gustado. Abrazo de vuelta.
EliminarBueno, pues la verdad es que no me hace falta escuchar primero el disco para comentarte. Lo he escuchado millones de veces. DIS-CA-ZO, sin más. En realidad, ese cambio estilístico y de imagen que comentas y que afectó por esa época a numerosas de “nuestras” bandas (te has dejado el QR III de los Quiet Riot o el Contagious de Y&T) a los teutones les llegó en el posterior Eat the heat. En definitiva, que no puedo añadir más a lo que comentas y que, como he dicho, es un peazo disco imprescindible del que no sobra nada. A destacar la inmensa Heaven is hell (Heaven is there where hell is, and hell is down on earth) y su enorme solo. Por cierto, yo los vi en el Palacio de los Deportes en su gira con Dokken. Gran banda. Gran álbum. Grandes tiempos. Gran entrada. Feliz finde.
ResponderEliminarDe ti no esperaba menos. Accept es una banda de discos cojonudos que nunca se pone a la altura de "las grandes" en esos "Besto of" y demás mierdas. Adoro los discos ochenteros de estos tipos. Muero de envidia por ese concierto. Efectivamente, gran banda para grandes momentos de nuestra vida y nuestra Historia musical. Un abrazo.
EliminarAcept es una de las bandas que tengo en la memoria de mis tiempos del colegio. Yo entonces estaba a un millón de km del heavy y teníamos fuertes discusiones con los amigos heavys del grupo. Curiosamente con los años discos como este fueron ganándome y mucho me temo que hoy soy más heavy que ellos.
ResponderEliminarEn especial este disco fue de los primeros que empecé a escuchar en bucle en los años noventa, me ha encantado verlo por aquí y leer tus comentarios al respecto.
Salud.
Fíjate, qué curioso. No eres el único caso que conozco, aunque es más normal lo contario, tristemente para mi corazón jevi: haber mamado la teta metálica en los ochenta y haberse destetado poco después para siempre, incluso denostando aquellos gustos "extraños". Accept es un grupo que adoro y que representa como nadie esos valores metaleros. Al menos, en discos como este. Un gusto haber acertado. Saludos.
EliminarEntretenido y fácil de escuchar. En sus épocas, cuando yo era jovenzuelo me sonaban muy duros. Ahora no tanto. Algún día seguiré vuestros consejos y me iré escuchando discografías de los clásico heviorros. Un saludo
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