Mercyful Fate puede considerarse una de las bandas más influyentes de los primeros ochenta en el metal europeo; desde su Dinamarca natal crearon dos obras (Melissa, 83, y Don't break the oath, 84) que marcaron un camino a las cabezas más extremas del guitarreo escandinavo y germano, principalmente. Cuando en 1985 el combo se partió, King Diamond comenzó una carrera en solitario continuista, arrastrando la guitarra de Michael Denner y el bajo de Timi Hansen con él. Hank Shermann, el otro guitarra, no se complicó. Decidió formar una nueva banda de hard rock a la que, sabiamente, llamó con el nombre de Fate. Reclutó a unos cuantos músicos y editó dos discos en dos años para, después, abandonar su propia creación en un intento de regresar al camino del heavy metal. Poca suerte tuvo y en 1993 los "auténticos" Mercyful Fate se reunieron para darse una segunda oportunidad (editaron el álbum In the shadows).
En 1987 Shermann, pues, abandona Fate. Los músicos restantes no iban a dejar el contrato que les unía con una multinacional como EMI y decidieron tirar para adelante. Jeff "Lox" Limbo a la voz, Bob Lance a la batería y Pete Steiner al bajo reclutaron al guitarrista Jacob Moth (que firma como "The Misterious Mr. Moth") e integraron a un nuevo miembro, el teclista Flemming Rothaus. Juntos componen y graban este Cruisin' for bruisin' con una línea hard pop continuista. De hecho, regraban una canción de su debut (Love on the rox) y aprovechan otras tres compuestas por el huido Shermann (Knock on wood, Send a little money y Dead boy, cold meat); el novato Rothaus firma otra (Lock you up) y Steniner cuatro más (Beneath da' coconuts, Lovers, Diamond in the rough y Babe, you got a friend); en todas ellas mete mano Limbo, quien añade una en solitario (Cupid shot me). A esta mezcla compositiva encarga EMI que de coherencia y brillo como productor a Simon Hanhart, quien venía de trabajar con Marillion (Real to real, 1984), Saxon (Innocent is no excuse, 1986) o Waysted (Heaven tonight, 1987). Con esto puedes hacerte una idea de a qué suena este álbum.
Abre la cara A la extraña Beneath da' coconuts, con un riff machacón de guitarra en una letra llena de clichés sexuales "your skin was sort and hot/beneath da' coconuts/sweet as a honey pie/cute like a little baby/moved like a butterfly up and down". No hay nada como arrancar la escucha con un poco de sexo explícito poetizado. Jacob comienza a demostrar que es un buen solista, melodioso. La regrabación de Love on the rox ahonda en la melodía del tema, está arreglado para una escucha FM tirando del gancho del estribillo y dando protagonismo al sintetizador; suena a single típico de la época, sin ninguna duda, y Limbo consigue sonar pegajoso (un poco demasiado azucarado). Knock on the wood es un chupito de rock fiestero que suena a Sunset Blvd. La canción en la que pusieron todas sus esperanzas, el que debería haber sido single de éxito, y, obviamente, no fue: Lovers. Desde el sencillo título, a la construcción, con una intro pegadiza de teclado y guitarra, a las estrofas bien trabajadas para quedarse a la primera y rematando con un creíble puente-estribillo "now we're lovers, lovers/we're caught in an unknown dimension/and no one can take that away". Sin embargo, no arrancó. Cierra la cara Dead boy, cold meat y su vacilona rítmica con un puntito Van Halen en los arreglos y en la forma de cantar de Limbo.
Bueno, bueno, bueno... lo primero expresar mi absoluta sorpresa al venir al blog a publicar la reseña de esta poco conocida banda ¡y ver que has elegido la misma para el mismo viernes! La verdad es que me los descubriste tú porque nunca había reparado en ellos así que, eso te debería otorgar cierta preferencia. Así que te agradezco que al menos no hayas escogido el mismo disco, aunque hubiese estado bien ver qué opinábamos de cada tema. El disco está muy bien, es hard melódico de calidad, pero –excúsame que barra para casa– el “mío” me gusta más en general. La producción de este quizás es mejor, pero creo que eso les otorga una pátina estandarizada que les resta personalidad. Y no está Shermann. De acuerdo en la valía de Moth –no le conocía para nada– y en que resulta muy entretenido de escuchar. Calidad no le falta, pero en mi opinión no supieron dotarse de carisma o un sonido distintivo. La época, quizás. Y, por cierto, más que arreglos a lo Van Halen –que sí–, lo de Dead boy, cold meat es una copia descarada de DLR por parte de Limbo. Un abrazo, Vanilli, y feliz finde.
ResponderEliminarNo sé si contestarte aquí o en tu post. Una sorpresa bestial la coincidencia, desde luego. El álbum carece de cualquier atisbo de originalidad o personalidad. Los tipos lo hacen bien y con un productor fino consiguen dar un sonido excelente a canciones ni fu ni fa que, al final, da un producto con cierta calidad: buena voz, buenas guitarras, etc. Se deja escuchar, hay buenos momentos y a otra cosa. Abrazaco Milli.
EliminarExactamente lo mismo que he comentado en la reseña de King Piltrafilla, no tengo ni idea de este grupo, escucharé los temas que adjuntas al texto aunque ya he escuchado los de "A matter for attitude" y será el mismo estilo.
ResponderEliminarSalud.
Más o menos, estos de aquí más engalanados por el teclado y algo más edulcorados. Luego ya es cuestión de gustos, claro. Saludos.
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