Ir al contenido principal

Tears for Fears - Songs from the Big Chair (1985, Mercury)




Si el año pasado traje por aquí a los Tears for Fears con su The Seeds of Love para celebrar su 30 cumpleaños, este 2020 se cumplen 35 años del Songs from the Big Chair. No podía pasar la oportunidad de reseñarlo.

Recuerdo ponerme una y otra vez los videos musicales de sus tres principales temas. Posiblemente son las canciones que más veces escuché por voluntad propia entre los 12 y los 15 años. También me tragué un documental ad hoc que hicieron para promocionar el disco, Scenes from the Big Chair. Y vi los clips en tantas oportunidades que me quedaron secuelas de las que no tuve consciencia hasta mucho más tarde: mirando fotos de mis 18 años, me di cuenta de que, durante esa época, llevé un peinado bastante parecido al de Roland Orzabal. Yo, que siempre creí que me lo dejé largo por la típica rebeldía de juventud y ascendencia rockera. Y no. En serio, esas fotos me recuerdan más a Orzabal que a Morrison, que sería mi intención primigenia de ir de guay (las fotos por privado jeje).

Bromas aparte, Songs from the Big Chair es uno de los álbumes grandes de los 80. Ya lo consideremos sólo pop, poprock, progresivo…Lo que podemos asegurar es que fue un éxito y, además, uno de los primeros discos donde se usaron técnicas modernas de grabación que luego serían muy normales: programaciones MIDI, drumulator y toda esa mandanga. Grabado a caballo de lo analógico y lo digital. Por eso, como explicaban en el documental, fue muy difícil llevar al directo aquel disco. Y más teniendo en cuenta que no se esperaban el tremendo éxito que tuvieron y que les obligó a embarcarse en una gira mundial.

El vinilo que tengo yo, debe ser una segunda edición española. He buscado en discogs y no aparece por la referencia. Es una versión cutre a nivel artístico: se ahorraron la funda interior que debía venir con fotos, letras e información. Es raro porque debe llevar, mínimo, 30 años en mi pequeña colección, es decir, no es de segunda mano ni reedición moderna. Fue comprado en el mítico Madrid Rock, como atestigua el plástico exterior que aún conserva, en una de mis muchas visitas a aquel templo de la música. Es más, juraría que este LP y el trabajo anterior del grupo, The Hurting, los compré todavía en la tienda de la calle Mayor en la misma excursión. Con el tiempo, también me lo pillé en versión CD donde sí viene el arte interior.

El disco consta de ocho temas. Su título viene de una película llamada Sybil, que iba de una chica que tenía 14 personalidades distintas y solía sentarse en una gran silla cuando cambiaba y hablaba con su terapeuta. Ellos decidieron que sus 8 canciones eran tan distintas entre sí que encajaba el título a la perfección. Aunque en la portada sólo aparecen Roland Orzabal (voces, guitarra y teclados) y Curt Smith (voces y bajo) en este disco también aparecen en nómina el teclista Ian Stanley y el batería Manny Elias. La mayoría de las canciones están firmadas por Orzabal y, acompañado según el caso por algún otro miembro de la banda. Está producido por Chris Hughes, que era el batería de Adam and the Ants. Y su pasado a las baquetas se nota en el trabajazo de la percusión y de la base rítmica en todo el disco. Tras este pelotazo trabajaría con Robert Plant, Paul McCartney, Peter Gabriel, Jon Bon Jovi, Ric Ocasek



¿A vosotros también os pasa que ponéis banda sonora a ciertos lugares recurrentes? Por ejemplo, cuando veo acantilados, suena en mi cabeza el primer corte de la cara A: “Shout”. Sí, claro, en mi caso la culpa es del clip de esta canción, ambientado en la Costa Jurásica de Inglaterra. Temarraco, como dicen algunos por este blog, de proporciones bíblicas. Cómo suena esa batería (tocada en este caso por el productor Chris Hughes), cómo nos incita a gritar Orzabal, cómo nos mueve el solo de bajo de Smith y el solo de guitarra de Orzabal. La verdad es que el tema suena muy pesado (me imagino que eso lo intenta aprovechar David Draiman en su versión con los Disturbed). Llegó al número 1 en USA. El siguiente tema, “The working hour” es muy diferente, mucho más pausada, con el saxo como protagonista.



Como tercer corte encontramos otro de esos monumentos musicales conocidos por todos, da igual el estilo de música que prefieras: “Everybody wants to rule the world”, también número 1 y versioneado hasta el cansancio. Si se tuviese que elegir un solo tema para ilustrar la música de los 80, este es el tema. Los que saben de música me dicen que es un caso extraño de éxito con un compás 3 por 4 cuando lo normal suele ser un 4/4. Lástima que no tenga ni idea de música para poder apreciar bien la diferencia. Por ejemplo, Michael Jackson intentó hacerlo en el Bad con “The way you make me feel”. 



Cierra la cara A el tema que se extrajo como single adelanto del disco, “Mother’s talk” una canción de tintes nucleares y apocalípticos: en aquellos días se instalaron en Inglaterra silos de misiles americanos. De nuevo la base rítmica brilla.




Abre la cara B con “I believe”. Mucho más atmosférica, más cercana al jazz, al soul, muy al estilo de los que harían en su siguiente larga duración. Sin transición, llega “Broken”, prácticamente instrumental, muy progresivo, que suena a una jam session de los Yes con los Asia y que parece una mezcla de dos canciones. De hecho, es así, como lo demuestra el siguiente corte “Head over heles/Broken”. Y esta melodía suena en mi mente cuando entro en una biblioteca (bueno, otras veces me suena el Aria para la cuerda de Sol, de Bach, en este caso culpa de la película Seven). Como ya estaréis imaginando, resulta que el clip de la canción está ambientado en una típica biblioteca británica.



Para cerrar, “Listen”, casi un instrumental donde colabora Marilyn Davis en las voces muy al estilo Great Gig in the Sky, de los Pink Floyd.




Los años 80. Esos en los que me formé musicalmente. No puedo abjurar de su influencia en mi. Sigo disfrutando con música de entonces, de todos los géneros. Y sigo disfrutando con este disco y este grupo.




Comentarios

  1. Por lo menos es jodidamente ochentero, y es genial que disfrutes de la música de la época.
    Yo también lo hago con cosas a priori impensables para mi como The Human League o Flock of seagulls y una selección de tantas bandasde entonces... pero con los Tears soy un poco como los chuchos de Pavlov. Oigo su nombre y me viene el estribillo de Shout y si insisto en recordar, los acordes del Everybody wants to rule the world.
    ¿Me desagradan esas tonadas?, no.
    ¿Necesito escuchar más de este grupo?, tampoco.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Inténtalo con un Martini, como con el otro disco que subí de ellos jeje. Para mi es mucho mejor como empaque general el The Seeds of love. Pero este tiene sus cosas a parte de los dos temas que pueden cansar por la infinidad de veces que los hemos escuchado en todos los sitios.

    ResponderEliminar
  3. Lo que he oído de estos tipos me resbala bastante la verdad, de hecho ahora mismo tengo este LP por un armario guardado en la sección de discos desterrados (no todo lo que heredas de tus padres te gusta), no porque sean más o menos malos, Bob Dylan me libre, simplemente porque su música no me transmite apenas nada. Lo hablaba ayer precisamente con Fernando, uno de los capos de Bajelvolcán: si un grupo no te remueve por dentro, entonces no están hechos para ti y tampoco hay qye darle más vueltas. Me encanta, por cierto, lo que comentas al final de disfrutar de la música. Abrazos Dani!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues no hay más que decir. Pasa con todo. El otro día me pidieron consejo para comprar una moto. La respuesta fue fácil: pilla la que te la ponga dura, si no te transmite nada, no es para ti. ¡¡Saludos!!

      Eliminar
  4. Joder, un año ya por aquí. Y no se ha hundido la empresa. Eso va a ser que molan tus contribuciones, je, je. A estos les sigo teniendo en "pendientes". Y este fin de semana no va a cambiar que me ha tocado muy heavy. Ahora, buena entrada, me gusta mucho. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. Son un grupo complicado porque tienen calidad innegable y canciones muy currados que entrarían perfectamente en la categoría del prog más elegante. Pero pasa como lo que hablábamos la semana pasada con Supertramp y el Breakfast: la delgada línea de lo comercial, del pelotazo, que desvirtua, consciente o inconscientemente el contenido. Gracias por invitarme hace un año y gracias por tus palabras amables...aunque creo que cada vez tengo menos que contar. Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Madre mía, la de veces que he escuchado “Shout” Me gustaban mucho Tears for Fears, y sí, yo también le pongo BSO a lugares, y a recuerdos y a personas, por supuesto ;)
    Recuerdo muy bien también el vídeo (posterior) de “Showing the seeds of love” que ví unas cuantas veces... ¡Ay qué buenos tiempos! Muy buena entrada, me ha gustado mucho

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, la música es lo más grande por eso mismo, por lo que nos evoca. El de The Seeds of LOVE también lo he reseñado.
      Échale un vistazo.

      http://ffvinilo.blogspot.com/2019/08/tears-for-fears-seeds-of-love-1989.html

      Eliminar
  7. Pues creo que descubrí Tears For Fears tarde, muy tarde, es posible que a principio de los 90, y cuando me flipé con una película, Escuela de Genios que pusieron por la tele o vería en video, con ese triunfo final palomitero nunca mejor dicho, de la película al ritmo de Everybody Wants to Rule the World.
    Intuyo que acudiría a ti para saber quien eran esos tipos y tu me pondrías al día. Tengo de ellos un recopilatorio: Live in Santa Barbara de 1990, aunque el LP lo llaman Mad Word.
    Recuerdo que en una de las reuniones de mi casa César nos puso en bucle Shout. Que tiempos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Joder, me acuerdo de esa noche en tu casa. También flipabais con el Mad World.

      Eliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Firehouse - Firehouse (CBS, 1990)

El pasado 5 de abril falleció el cantante de Firehouse, Carl Jeffrey Snare, por un fallo cardíaco en un proceso cancerígeno que le había llevado unos días antes a pasar por un quirófano. Además de ser un seguidor fiel de la banda, les he visto dos veces en directo; una de ellas la recuerdo con especial felicidad por lo que disfruté (tocaron junto a unos fantásticos TNT).  Casualmente, la semana pasada en este blog hablaba, en los comentarios de un post, del legado de algunos músicos más o menos desconocidos por el "gran público" comparándolo con otros del mismo o menor valor idolatrados, quienes reciben homenajes y se les dedican calles. Con esa reflexión me quedé enganchado. Al repasar la discografía de Firehouse, me di cuenta de algo obvio: existen músicos que han dejado un legado en nosotros. Da igual lo importante que sean más allá de nuestras orejas. Nos pertenecen. Y C. J. Snare es, para mí, uno de esos músicos. Desde este debut que hoy comparto su voz me ha acompañ

Transvision Vamp - Velveteen (MCA, 1989)

    Os voy a hablar de un plástico que ya apareció por el blog allá por el año 2012. Pero visto que se le dedicaron escasamente 10 renglones y no tiene comentarios, creo que pasó sin pena ni gloria, por lo que no creo que haya problema en que lo traiga un viernes de forma rápida y con alevosía casi nocturna. Disco publicado en 1989 que se vendió como una mezcla de pop (mucho), rock (poco) y punk (pinceladas) y que tuvo buenas cifras de venta, sobre todo gracias a su canción bandera, el “ Baby I don´t care ”. Producido el alemán Zeus B. Held y el británico Duncan Bridgeman de forma bastante aséptica.    A mitad de los 80 el guitarrista Nick Sayer se encontró con Wendy James y vio en ella la canalizadora perfecta para sus letras: comprendió que el sex appeal de Wendy y sus berridos casaban perfectamente con sus gamberras composiciones. De Brighton se mudaron a Londres y allí reclutaron al batería Pol Burton (en este segundo disco no forma parte de la banda) y a dos músicos

KISS, Ace Frehley – Ace Frehley (Casablanca-1978)

En el pueblo de Sharon, ubicado en el condado de Litchfield, al noroeste del estado de Connecticut, se levanta una imponente construcción de estilo renacentista italiano conocida como la mansión Colgate. Se trata de un capricho de Romulus Riggs Colgate –nieto del creador de la empresa de perfumes y jabones que todo el mundo relaciona con la pasta de dientes–, su esposa Susan y el prestigioso arquitecto J. William Cromwell Jr . Y aunque algunos os preguntaréis qué tiene que ver eso con el álbum que hoy os traigo, si seguís leyendo – clickbait de campeonato– veréis que fue determinante.    Lo primero será justificar esta entrada. Hace algunas semanas ya os hablé del primer disco en solitario de Paul Stanley y Manu lo hizo incluso antes del de Gene Simmons . Pero, como veo que nadie se anima, hoy os traigo el primer álbum en solitario de Paul Daniel Frehley –también conocido como Ace Frehley

Varios - Rock Del Manzanares. Visca El Rollo Vol. 2 (Chapa Discos, 1978)

Si no conocéis el significado de la palabra “tronco”, “pasota”, o no sabéis lo que es ser un “enrollao”, quiere decir que sois insultantemente jóvenes. No solo la generaci ó n "Z"  tiene su propio lenguaje. Cada generación ha tenido también una manera de expresarse, y hoy nos acercamos con este disco a finales de los años 70. Una época marcada musicalmente en España por una corriente que se denominó “Rock Urbano”. Aunque, como con cualquier tipo de etiqueta, nos podemos encontrar dentro de este saco grupos de muy distinta índole o con diferentes influencias, por lo general compartían una estética (musical y visual) muy particular, y sobre todo, una actitud vital marcada por las circunstancias sociales de la España de finales de los 70. Como con cualquier etiqueta que se otorga a un movimiento musical, donde muchas veces el mero hecho de nacer en una determinada época o cuidad te hace merecedor de esta etiqueta, se pueden encontrar dentro de este saco una mezcla de estilos q

Yes - Close to the edge (Atlantic, 1972)

Esta semana traigo el  Close to the edge del grupo británico Yes, quizá mi álbum favorito de la banda. Porque una obra maestra así debe formar parte de nuestra Comunidad. Complejo, diverso, inspirado, con ejecuciones instrumentales casi perfectas, con una historia que contar. Uno de esos discos, a mi gusto, imprescindibles, por calidad y por ese espíritu de superación constante, minuto a minuto, esa capacidad de sorprender. Quinto de Yes , editado en 1972, con Steve Howe a las guitarras, Jon Anderson a las voces, Bill Bruford a la percusión, Chris Squire al bajo y Rick Wakeman a los teclados. La mayor parte del trabajo compositivo recae en Anderson y Howe, pero toda la banda pone su sello en los apenas tres cortes que conforman el álbum. Poco después de terminar las grabaciones, el baterista Bill Bruford abandonó la banda obligando a los demás integrantes a encontrar un suplente antes de comenzar su nueva gira en los Estados Unidos. La que ocupa toda la cara A, la propia Clos