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Iron Maiden - No prayer for the dying (EMI, 1990)

 


En una discografía tan mítica y mitificada como la de Iron Maiden todos tenemos nuestras filias y nuestras fobias. A pesar de que es una de mis bandas favoritas, no adoro con ceguera sus discos míticos, plagados de enormes canciones y algunos fiascos igual de memorables, ni trago la monotonía que han desarrollado con mejor o peor criterio en obras menos lúcidas. Y como hoy estoy juguetón y sus discos alabados han aparecido ya por el blog, me he permitido rescatar No prayer for the dying, el octavo hijo en estudio de los británicos. A esta obra se le ha acusado de falta de inspiración, de reciclar ideas, de una producción plana o de traicionar, directamente, el propio legado, en fin, que parece no tener defensores ni abuela siquiera.

¿Le damos amor? ¿O le damos caña?

La portada refleja claramente la intención de volver a un sonido más simple o directo. Aparece nuestro amado Eddie de nuevo, pero esta vez no es lo mismo. Para empezar, observamos la personalidad de Killer y The number of the beast, el de antes de la lobotomía de Piece of mind. Un resurgir: me habíais enterrado, pero aquí sigo, vivo dentro del sepulcro en el que me abandonasteis. Un resurgir violento, rabioso, como era aquel personaje que aparece con un hacha en una portada y manejando los hilos del mismo demonio en la otra o el que mató a una primera ministra. Carece, además, este dibujo de los colores vivos y variados de los anteriores, proponiendo una gama simple y fría. La portada tiene una historia curiosa: fue rehecha después de la publicación y cambiada para la remasterización de 1998: desaparece el saqueador de tumbas y la lápida tiene una inscripción de la que carecía en origen. Por cierto, el saqueador se inspira en el mánager de la banda, Rod Smalwood. ¿Un mensaje “oculto” por parte de nuestros músicos? Las portadas de los sencillos también viajaban al pasado. La de Holy smoke trae el escenario de The number of the beast y la de Bring your daughter… to the slaughter vuelve al barrio de Killers o Women in uniform

Ese recuperar las raíces no es algo que se les ocurriera al final, cuando ya tenían montado todo. Desde el principio hay una clara necesidad de ese cambio. Y la producción del álbum es la mejor prueba. Huyen de los grandes estudios de sus anteriores obras (Nassau, Munich) y trabajan en la casa de Steve Harris (Steve Harris’Barn) con una unidad móvil (la famosa Rolling Stone mobile). ¡Urgencia por grabar! Las mezclas finales también las hicieron cerca, en Londres. Y aunque, de nuevo, aparece “produced, engineered and mixed by Martin “The Bishop” Birch” es el propio Steve quien comanda la parte técnica, en una especie de intromisión paulatina. De hecho, en el siguiente (Fear of the dark, 1992) ya firmará como co-productor. Respecto a estas decisiones, Bruce Dickinson comentó años después: "¡Fue una mierda! Era un disco que sonaba como una mierda, y desearía que no lo hubiéramos hecho de esa manera. En ese momento, era tan culpable como cualquier otra persona al decir: '¡Oh, genial! Mira, estamos todos rodeados de paja”. 

Y resulta curiosa esta afirmación, porque él y Harris lideraron este cambio de sonido hacia una vuelta a “lo básico”, a crear un álbum anti-SeventhSon. El guitarrista Adrian Smith lo dejó claro: “la propuesta era 'Regresemos y hagamos un álbum con un sonido realmente crudo como Killers', y yo no quería hacer eso. Pensé que íbamos en la dirección correcta con los dos últimos álbumes. Pensé que teníamos que seguir adelante”. Y esto desembocó en el cambio más importante: abandona la banda Adrian Smith, desaparece la dupla guitarrera que tan bien equilibrada había vivido en discos y conciertos. Para acompañar a Dave Murray traen a un tal Janick Gers, tipo bregado y con experiencia, que había grabado y girado unos meses antes en la primera escapada en solitario de Bruce Dickinson (Tatooed millionaire, 1990). Gers se incorporó directamente al estudio, pues Smith había hecho toda la pre-producción. Quizá hasta escuchemos algunas de sus aportaciones en la mezcla final (casi seguro que Hooks in you tiene sus tomas). Además de Harris, Dickinson, Murray y Gers, Nicko McBrain vuelve a hacerse cargo de la percusión (con una batería más pequeña de lo habitual).

Otro cambio importante es responsabilidad de Dickinson. Por voluntad propia o por imposición (menos probable), reduce su tendencia bombástica y se acerca al hard rock, adquiriendo un tono rasposo, directo, casi setentero, sucio por momentos, hasta simplificado podríamos decir, que encajará muy bien en este contexto. Y, sin embargo, alcanza, quizá, las notas más altas desde The number of the beast, con algunos estribillos memorables. ¿Alguna vez ha cantado mal esta criatura?

Con todo, aunque los chicos vendan ese “retorno” a sus raíces, no puede ocultarse una intención de sonar más “a mercado”. Ya no se llevan las grandes producciones metaleras de antaño; el heavy está siendo absorbido y regenerado por ruidosos chavales de San Francisco y el interior europeo en eso que se llamaba thrash metal. Incluso algunas corrientes más radicales empezaban a asomar la cabeza. Y lo que vende es el hard rock de influencia angelina. Si Bruce se burla de los millonarios tatuados en su disco en solitario, ahora son “los Maiden” quienes acercan a esa ascua su sardina. Para empezar, nada de canciones largas y, en la medida de lo posible, complejas. Tienes un par que podrían haber encajado en alguno de los discos anteriores, pero la regla de volver a temas directos y sencillos influye incluso en los textos. Siguen contando historias épicas, claro, y con personajes especiales (el artillero del avión de Tailgunner, el submarino militar de Run silent run deep o el matón de The assassin), pero añaden claras críticas a lo que observan en su entorno (la religión televisada en Holy smoke, la democratización de la Unión Soviética en Mother Russia, la amenaza nuclear en Fates warning o los problemas sociales en Public enema number one). Harris remarcó en su momento la facilidad con la que parieron algunas canciones: ”Cuando nos reunimos un día para una sesión de escritura, terminamos juntando Tailgunner, Run Silent Run Deep y Holy Smoke, ¡todo en un día!”.

¿Y qué resultados dio todo esto? Preparando este escrito he leído numerosas críticas que, en general, van más allá de un linchamiento. Pero algo me ha sorprendido: no hay unanimidad en elegir las canciones buenas y las malas. Si junto las dos “mejores” de las diez o doce revisiones, casi completo el disco. Y eso me ha hecho pensar que, quizá, estamos cebándonos con un producto que, simplemente, no cumplió (no cumple) las expectativas que tenemos (teníamos) sobre Iron Maiden. Pero un buen disco.

Tres canciones sonaron de manera masiva aquel año. Tailgunner abre con un riff brillante el disco, melódico, evoluciona hasta un estribillo algo extraño. Cuenta la historia del artillero que espera en la cola del avión (tailgunner) a su objetivo. Las partes del solo, con sus guitarras alternas, es fantástico. Holy smoke salió como primer single con un video muy curioso, con cierto toque humorístico (humor de campiña inglesa). De nuevo una intro pegadiza con un riff que se repite en varios momentos del tema. Buena letra y buen estribillo. ¿Demasiado obvio? 1990, colega. El cambio en el solo resulta algo extraño, aunque creo que funciona. El segundo single, Bring your daughter… to the slaughter significó su one-hit-wonder, el único número 1 de su larga trayectoria. Una versión previa de Dickinson formó parte de la banda sonora de Pesadilla en Elm Street V y Harris obligó a rescatarla, con buen ojo, para este disco. Curiosamente, la dejaron para el penúltimo lugar de la cara B, cuando ya parece que nada va a mejorar. El corte, en la versión Maiden, gana en oscuridad, con Dickinson parlando sobre un bajo pegadizo y las guitarras intercambiando protagonismo, para llegar a un buen estribillo, donde Bruce sube un poco su tono.

Si estas tres son, quizá, las más directas, en contrapartida encontramos canciones algo más elaboradas en las que, incluso, recuperamos al Dickinson más operístico, las tres compuestas en solitario por Steve Harris. Mother russia nos habla de la situación política de la Unión Soviética, tema candente por entonces. ¿Hay algo más clásico que esa intro creciente con las voces femeninas al fondo? ¿Y ese corte para dar paso a un riff cuasi-oriental? Harris 100%. La canción resulta un poco matrioska (ya sabéis, esos muñecos que se meten uno dentro de otro) y va mostrando sus diferentes partes; el tema más largo y apenas sobrepasa los cinco minutos y medio. The assassin también es puro Harris, sin disimulo ninguno: riff, arreglos, bajo, melodía, estribillo. Quizá el más complejo aporte de McBrain. Flojea en el estribillo y en la parte central, pero es bastante agradable su escucha. Hay un cambio total en No prayer for the dying. Dickinson llegó a decir en la presentación de esta obra que era una de las mejores canciones lentas que había grabado hasta entonces. Y aunque, quizá, exagera un poco, bien cierto es que todo lo bueno de una canción “lenta” de estos tipos está aquí. Bruce canta muy bien, manteniendo un tono “clásico” en el fraseo y alargando las notas en la parte final. 

Las cuatro restantes forman un grupo heterogéneo. Public enema number one no es tan mala como su título. De hecho, me gusta bastante. Hard rock al estilo Maiden con las dobles guitarras de las composiciones de Murray. Funciona esta denuncia social sobre las drogas y la permisividad de las armas, el abandono de las clases desfavorecidas “refugees from the hearbreak and the pain”. Fates warning, también de Murray, da la réplica con su largo inicio blusero para arrancar en un rápido corte (apenas alcanza los tres minutos) donde el protagonista es Bruce. Por ahí he leído que esta puede ser una de sus peores interpretaciones, qué sabré yo, en realidad, pero está a la altura de su puta leyenda. Ojo al bajo, por cierto. Run silent run deep pasa de tapadillo, otra obra de Harris y Dickinson. Y, aunque ya cansa, el tema de enfrentarse al destino, casi siempre a una muerte segura, vuelve a la palestra (el submarino que va a hundir al carguero: “the lethal silver fish will fly/this boat will shiver, men will die”).  El tema que firma (y graba) Adrian vuelve al universo de Charlot the Harlot; en Hooks in you nos hablan de un “tratamiento” especial a cargo de una profesional del sado: “hooks in you, hooks in me/hooks in the ceilling/for that well hung feeling/(…)/I got the hooks screwed in”. El más descarado giro (con los singles) al hard rock de la época; de hecho, encuentro enormes similitudes con Holy smoke, sobre todo en el fraseo de Bruce en las estrofas.

El álbum cumplió la que, creo, era su misión principal: mantener a la banda en lo más alto del panorama musical y de los ingresos monetarios. Alcanzó el disco de oro en Estados Unidos y un honorable segundo puesto en las listas británicas. Giraron en otoño por Europa, en invierno por Estados Unidos y en primavera por Japón. Usaron un escenario más pequeño que en ocasiones anteriores, sin tanta parafernalia. El setlist, aunque cambió muchas noches, solía incluir seis o siete cortes de este álbum junto con los clásicos más directos: Wasted time, Wrathchild, The trooper, etc. Nada de Rime of the ancient mariner ni chorradas de esas. Veinte canciones “a la yugular”. 

Ahí os dejo mi recuerdo a este engendro delicioso que se marcaron "los maiden" para cerrar sus primeros diez años discográficos. ¿Lo odias o lo amas?

Buen fin de semana...











Comentarios

  1. Parece que has salvado la semana, amigo mío. Y de qué manera. En respuesta a tu pregunta, LO AMO. Y de engendro, nada. Si bien es cierto que se critica mucho a este disco –incluso la banda o Bruce parecen no tenerlo en gran estima–, a mi me gusta un montón y aún es de los que me emociona, algo que no puedo decir de diversos lanzamientos de la época post-Fear. Tailgunner, Public enema number one, The assassin o la mismísima Fates warning –sí, a mi también me encanta– convierten a este disco en imprescindible. Y el resto de temas también, qué coño. Pero son los Maiden, poco malo se podía esperar de ellos... siempre y cuando Derek Riggs estuviese a cargo de la portada. En fin, una completa y sentida entrada y un –como diría el ahora ausente en Twitter/X Don Críspulo– DISCARRAL. Un abrazo, up the Irons! y feliz semana. KING

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    1. Olé, me alegra haberte alegrado el día. Nunca entendí la animadversión hacia este disco. Pensé que al haberlo disfrutado joven le tenía cariño y esas cosas que pasan cuando la música te viene a cierta edad. Sin embargo, ya han pasado más de treinta años y me sigue pareciendo una gozada. Ya quisieran muchas bandas tener una joya como esta. A mí siempre me parece que hay una tendencia en "la crítica" a quedar bien, alabando lo que otros alaban y despreciando lo que otros desprecian. La portada, sin matarme, es, quizá, de las últimas potables de la banda. Ahí lo dejo. Un abrazo.

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  2. Yo lo amo. Claramente. Debo de ser raro, pero siempre me ha gustado. Evidentemente no llega a la altura de su triada mágica “Piece of Mind”/ “Powerslave” / “Somewhere in Time”, ni del primero (al que también tengo en el TOP de discos de Maiden), pero yo lo coloco en el segundo escalón. Nunca he entendido las malas criticas y la baja estima que se le tiene en general a este disco, cuando hay discos mucho peores en su discografía. Efectivamente, sonido más crudo, menos florituras, más cerca del hard-rock…¿qué tiene eso de malo? Para mi son precisamente las bondades de este disco. Y también aciertan con varios estribillos pegadizos (“Bring your daughter”, “Holy Smoke”, Tailgunner”, …). Quizá influyó que saliera después del “Seventh son…”, que para mi fue una decepción. Y haces muy bien en hablar del “Tattoed Millionaire”, disco que adoro… (a ver si lo traigo por aquí algún día). Pues eso, más cerca del hard-rock que de los Maiden clásicos. Para mi es un buen disco, y una nueva escucha hoy me lo ha confirmado. Entrada muy currada, por cierto. Saludos.

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    1. Gracias por la parte que me toca. Le tenía ganas desde hace tiempo y ha sido una currada larga y meditada. Quería defender el disco poniendo por delante sus virtudes. Me cabrea que se menosprecien estas canciones "porquesí", por que decir que molan, que son la hostia, nos deja desnudos, pero si decimos que buah, qué flojas, eso nos empodera. Eso está mal. No coincido contigo, sin embargo, en la apreciación de "Seventh son...", uno de mis favoritos junto a "Piece of mind". Ya ves, ahí podemos discutir con unas cervezas, que en este de hoy coincidimos de principio a final. Qué sería de este blog sin estos momentos. Un abrazo.

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  3. Coño, este disco me gusta mucho. Como no acostumbro mucho a leer críticas así en general no tenía ni idea de que le habían caído tantos palos a este disco, y no lo he entendido. No es un Number of the Beast o un Powerslave, pero para mi gusto tiene un nivel más que decente. Qué bueno también el Tattooed Millionaire, que sigue siendo el único que he oído de Dickinson en solitario, y al leerte me han dado ganas de profundizar un poco más en él. Lo de que comenten por ahí que Fate Warning es una de las peores interpretaciones suyas me ha dejado tieso. Pensar que había gente cobrando por escribir eso... ya nos podrían dejar a los sabios de ffvinilo encargarnos de lo que sabemos y hacernos millonarios de paso. Yo me niego a pensar que un disco con Tailgunner, Mother Russia, Bring your daughter y Hooks in you pueda ser malo. Y qué pedazo de entradón que se lee saboreando las canciones como si fueran chuletones, sí señor. Maravilloso. Enhorabuena y un abrazo!

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    1. ¡Nunca me habían comparado con un chuletón! Bueno, lo que escribo. Graciasísimas te doy de vuelta. La discografía de Dickinson en solitario es muy interesante, aunque no sé si de tu "palo". Inténtalo. Por aquí ya traje dos. Respecto a "la crítica sesuda" siempre soy bastante reacio a aceptar sus opiniones, cobren o vendan, porque es fácil darle al saco; lo difícil es sacar la cara por discos "menores", olvidados o, como este, mirados de reojo. En fin, que para eso está también este blog. Para que los aficionados de salón compartamos cibermesa con los lumbreras y los iluminati de la crítica musical. Vaya un abrazo de vuelta.

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