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Linze - Interferencias (2023, Calaverita Records)

 

 



Hoy me voy a marcar un “Jorge García”, que nos suele traer a este blog grupos noveles o poco conocidos de nuestra escena musical. De todas formas, tampoco me he roto demasiado la cabeza para escoger el plástico de hoy. Por un lado, es el que está al lado del que traje la semana pasada (ay, el orden alfabético). Por otro, esta semana estoy preocupantemente perezoso, así que he aprovechado en una gran parte un artículo que estoy preparando sobre la banda Linze para publicarlo en la web de moteros super7moto, siempre y cuando mi amigo el Jalova lo tenga a bien.

Linze es un grupo que nace en Boadilla del Monte, Madrid. Da la casualidad de que es el pueblo donde vivo desde hace (¿ya?) trece años. Me acuerdo de que cuando salía a pasear con la peque, le contaba a mi mujer que había visto un grupo de chavalitos con pelo largo y camisetas metaleras que llevaban instrumentos (lo creáis o no, no es lo más normal estos días y menos en estas zonas). Me imagino que usaban los locales de ensayo que existen para la juventud. Con el tiempo, volví a coincidir varias veces (nunca hablé con él) con uno de esos chicos, pues resulta que estudiaba música en la escuela donde se apuntó mi hija mayor. Para más inri, comparten profesora de piano. En la última audición que hicieron mis enanas (piano y batería), este chico también actuó, cantando una de Jamiroquai. Al terminar le felicité por su incipiente carrera y le prometí que algo iba a escribir. Soy un mal queda y eso fue en enero. Entre medias, he podido ver al grupo hace poco en directo en un concierto, bueno, una corta actuación vermutera, conocer al resto de la banda, comprarles el vinilo, que me lo firmasen y charlar con ellos un rato.

Hala, después de mi típica disertación sobre mis circunstancias personales relacionadas con el vinilo, vuelvo al origen del grupo. En aquellos años que los veía por la calle, no se llamaban Linze, sino Guitarsteel, hacían versiones de Led Zeppelin, Hendrix, y tenían composiciones propias en inglés de ámbito hard rockero e incluso trash metal, y se fogearon en escenarios típicos madrileños, como el Clamores, el Caravan, el Hard Rock Café… Pero allá por el año 2017 deciden centrarse en esas influencias bluseras y rockeras de los 60 y 70, se cambiaron el nombre a Linze y se pusieron a componer en español para terminar grabando en los estudios Diplomatic de Félix Arribas (batería de Los Pekenikes) ocho temas que ellos catalogan como maquetas. Es posible que en ese cambio de rumbo tuviera mucho que ver que acompañaron al autor del libro Serapio Guitart, un Yeyé en el franquismo, Antonio Perales, en sus presentaciones editoriales. Incluso compusieron un tema con el mismo título y evidentes influencias de la música española de finales de los 60 y principios de los 70. Ah, que aún no he presentado a la banda. Los fundadores fueron Carlos Durán (bajista), Pablo Noval (guitarrista solista) y Víctor Perales (voz, guitarra rítmica y compositor). Precisamente Víctor (sobrino del escritor antes mencionado) es aquel chaval que comparte profesora de piano con mi hija. Luego ficharon a José Pastor (Batería) y Diego Cubillo (teclista).


 

Seguimos, ya en el 2019 entraron en el estudio El Lado Izquierdo de Dany Richter, que les produce Hazlo real, con un sonido de rock añejo, con retrogusto en paladar de Rolling Stones y Black Crowes. Y si hablamos de influencias nacionales, Burning  o los primeros M-Clan. El salto de calidad entre su trabajo anterior del 2017 a este de 2019, es evidente, mucho más maduro, con más tonalidades aunque siguen manteniendo la mala leche. Y entonces llegó la pandemia y todo lo que tenían programado y preparado, incluidos conciertos en Inglaterra, se anuló. Vuelta a la casilla de salida. Pero estos chavales son duros de matar, como Steven Seagel, y se levantaron. Se presentaron a un concurso a nivel nacional, el Movistar Sound 2021 ATRÉVETE, junto con otras 500 bandas. Y oye, que lo ganaron. Hasta tienen fotos por ahí con el hacker del gorrito. El premio consistía, entre otras cosas, grabar un disco de 10 temas en Estudio Uno, famoso estudio donde graban los más grandes de la música en nuestro país, es decir, recursos y calidad a tope. En teoría, pasarían a formar parte de la compañía de discos que planeó constituir la empresa tecnológica, con la ayuda a la promoción del disco que eso supondría. Pero…Movistar decidió dejar morir aquella aventura en el mundo musical, con lo que Linze se encontraron con un disco de una calidad excepcional pero solos en el desierto. Decidieron recurrir al crowfunding para sacar la pasta suficiente para montar una pequeña gira y poder defender su plástico es diferentes escenarios. Lo consiguieron. Y en eso están actualmente.

Hostia, que tocho y aún no he empezado a hablar del disco en sí. Venga, pues al turrón que se nos va la tarde y se os van a ir las ganas. El gusto de los chavales por los sonidos de los 60 y 70, tanto británicos como españoles, es evidente en todo el LP por mucho que intenten acercarse al rock más clásico.  Es curioso que gente tan joven conozca y se hunda tanto en esos sonidos e intenten actualizarlos a un estilo más moderno. Lo mejor para comprenderlo es escuchar canción a canción.


 

 



 

Comienza la cara A con “El As”. Bueno, a veces la guitarra me da aires sureños pero los teclados que meten son muy The Who. Esta amalgama de sonidos distintos en un mismo tema se repite en muchos cortes. Pero al final, lo que sucede es que se convierte en un sello propio y terminan sonando a Linze y no a varios grupos. No sé si me hago explicar: imposible negar todas sus influencias, pero las cogen y, más que imitarlas, las unen para hacer otra cosa. Por ejemplo, en esta canción suena de repente una guitarra española, aunque sean cinco segundos que le cambia totalmente el ambiente. O esa forma de terminar de Victor gritando. Pasamos a “Todo me va a ir bien”, que abre con la guitarra acústica (ni han querido suprimir los chirridos de las cuerdas al trastearlas), entre un sonido psicodélico y un rock sureño de nuevo que al final desemboca (“¡pero soy el dueño de mi cruz!”)  en un rock que me hace recordar el último disco de los Gritando en Silencio de Marcos Molina (que os conté por aquí) o los Greta Van Fleet. “Ganas de pelear” suena más a los 80, es cierto, un leve parecido a “What I like about you” de The Romantics, aunque creo que intentaban acercarse a The Kinks, otro de sus referentes. Pasamos a “Revolución” donde ellos mismos reconocen la influencia de Los Pekenikes y su “Cerca de las estrellas”. A mí me recuerda a los Vetusta Morla en el desarrollo del tema, aunque nos reservan una sorpresa hacia el final: un guiño al “A Day In the life” de Beatles. Pero, como he dicho antes, el resultado total no es la suma de todo ello, sino que se multiplican los factores. La última estrofa es maravillosa. Y cerramos la primera parte del plástico con “Siempre lo mismo”. Ellos reconocen que el primer grupo en el que se miraron al espejo porque podían ir a verlos en conciertos, no como a todos esos de los sesenta y setenta, fueron los Pereza. Y creo que esta es la canción en la que se asoma esa influencia, aunque también los Sidecars te pueden venir a la mente. Me gusta mucho el trabajo de las baquetas aquí, la verdad.


 

Nos levantamos del sofá para dar la vuelta a este precioso plástico azul eléctrico y nos encontramos con un tema que, lógicamente, nos hace pensar en el rock pendenciero y macarra de Los Zigarros: “Arráncame el alma” con una colección de riffs poderosos. Por cierto, en directo lo rompe. De repente, pasamos a algo más relajante, “Limoneros”, con un cierto aire folk, con guitarras acústicas y armonías vocales que pretende seguir el estilo del Paul McCartney de inicio de los setenta. Ay esas trompetas finales. “Mi nombre” me vuelve a recordar a Gritando en Silencio si lo mezclamos con Zigarros, y con algún toque blusero incluido. Bajamos revoluciones con “Turbulencias”, un tema intimista que rompe con la dinámica del resto del grupo. Quizás es la que menos me convence. Porque terminamos con un temazo titulado “Motorista”, aun sea un motorista espacial. Otra vez sonido sureño que se acerca mucho al que hizo Jon Bon Jovi en Blaze of glory y que os conté por aquí. Fantástica forma de cerrar este trabajo, la verdad.


 

Como podéis ver en las fotos, el vinilo es de un precioso color azul eléctrico. En la portada tenemos un montaje de los integrantes del grupo con traje blanco  sobre la superficie de la luna y en la trasera se les ve contemplando el espacio. No me convence mucho, es cierto. Creí que el estilismo del traje lo mantendrían en sus actuaciones o videoclips, como hacía Dry River con su espléndido 2038. Pero no es así. El insert con las letras y, en mi caso, firmado por los cinco integrantes del grupo. Aquí podemos ver los distintos créditos, como que la fotografía corre a cargo de María y Raquel Perales, que casi todas las canciones están compuestas en música y letra por Víctor Perales, excepto “Mi nombre” que la letra es de Adolfo Perales (reputado guitarrista flamenco y a la sazón padre de Víctor), “Arráncame el alma” con letra de Antonio Perales (escritor) y “Revolución” coescrita por Víctor Perales y el teclista Diego Cubillo. Ah, sí, parece que todo es muy familiar. Es lo que tiene. La producción corre a cargo de Christophe R. Moure y Vicente Miras.

En definitiva, buen disco de un grupo con músicos de nivel, con mucho margen de mejora y que están llamados a ser unas de las bandas referentes del rock contemporáneo español, sin género de dudas, con un sonido en directo arrollador (aunque fallen un poco en estética y puesta en escena, al menos en el que concierto que vi yo a pesar de tener un frontman con mucho potencial). Linze, os estaremos vigilando.

 

 

Comentarios

  1. Ni idea de esta gente. Pues mira que a mi lo primero que me ha venido a la cabeza al escuchar las primeras notas del disco ha sido Squealer de los ACDC (no sé si es homenaje o plagio, pero no me dirás que no es igual). Eso sí, la voz tiene poco de Scott, me recuerda más a la de los M-clan. Pero tienes razón en calificar esos sintetizadores como muy de The Who. Y, más que rollo sureño, el inicio de la segunda me ha traido ecos de la aventura de Page con Coverdale. En general, no puedo decir nada de las influencias que comentas de los Greta o los patrios Zigarros, Vetusta o Pereza porque no los tengo nada presentes, pero sí que es cierto lo que dices de que parece que han cogido un montón de ideas y sonidos de aquí y allá y han hecho suyo el cóctel. En mi opinión, el resultado tiene muchísima calidad técnica y –salvo momentos como Siempre lo mismo o Turbulencias– me ha resultado una obra bastante aceptable y razonablemente entetenida, lo que ya es mucho para mis gustos. Un abrazo, motero. KING

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    1. Pues me sorprende que te medio encaje. Creo que es porque he mencionado que tocaban trash y te habrás ablandado con eso jeje.
      Afortunadamente, no todo está perdido y gente joven hace música inteligente y con criterio. Gracias por escuchar y comentar, como siempre. Un abrazo.

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    2. No hombre no, lo que digo aquí siempre es sincero y el principio del disco y algunos temas sueltos me han gustado. La cara A más que la B, y quitando algunas ñoñeces con las que no puedo. Por cierto, no te he querido decir nada antes para para no pecar de talibán tocagüebos, que lo soy bastante, pero ahora lo repites... y no me puedo estar. NO ES TRASH, ES THRASH.

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  2. Dos cosas me encantan de tu post: que te metas en el charco de otro y que cuentes una historia tan cercana. Doble premio. He escuchado las canciones que aquí propones y, aunque diversas, en general suenan muy bien. Prometo darle una escucha más tranquila está semana. Seguro que en directo merecen la pena. Un abrazo.

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    1. Jodo,y yo sin contestarte. Hoy que me lo he leído porque me ha preguntado en artista reseñado por una cosa, me he dado cuenta. Espero que hayas hecho más escuchas, seguro que le sacas rendimiento que tú sabes mucho de esto . Un abrazo

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  3. La verdad es que no los conocía y aunque se sale de lo que suelo escuchar habitualmente, he disfrutado su escucha leyendo tu escrito. Veo y escucho las referencias que comentas (Vetusta, Zigarros, Gritando en Silencio, Pekenikes, Sidecars,...), son totalmente acertadas, pero esta banda sigue teniendo un sello propio muy marcado sobre todo por esa voz tan personal. Una entrada muy completa con la historia de la formación de la banda y un análisis detallado de las canciones. Gran trabajo. Un abrazo!!

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    1. Me alegro que una banda no conocida genere buenos comentarios. Creo que tienen buenas mimbres pero aún no han dado con LA tecla, pero les falta poco. Muchas gracias!!!

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