Siguen las guitarras rugiendo, las bases rítmicas latiendo frenéticas y la voz proyectándose gruesa y húmeda...
Por Jorge García.
El segundo disco de un grupo puede resultar: bien el lógico devenir de los acontecimientos artísticos de una banda o bien la respuesta a lo que desde un punto de vista comercial, el entorno del grupo entiende que quiere escuchar el público, teniendo en cuenta el resultado de la primera entrega.
Es por todo ello muy habitual que este segundo álbum indique ante qué y quién nos encontramos desde el punto de vista artístico y en cuanto a actitud y personalidad... no siempre los segundos discos son satisfactorios, y por regla general cuando falla una de estas premisas, suele fallar tambien la otra.
El segundo Lp de los padrinos sale victorioso en ambos apartados, no solo es un trabajo de evolución y pulimento del mensaje y la actitud de su vibrante debut, sino que deja clara la personalidad y motivaciones de un grupo de chicos que confeccionaban un album que presentaba un contenido antagónico respecto a lo que el mercado británico reclamaba en aquellos años ochenta que empezaban a mirar a los noventa,
Este catalogo pule superficies sónicas y dibuja con trazo más fino perfiles melódicos, añade detalles que modernizan el sonido y redondean el conjunto, pero sin perder lo esencial: en esta segunda entrega continúan las actitudes nihilistas y el tono seco y desafiante que emana de muchas canciones.
Siguen las guitarras rugiendo, las bases rítmicas latiendo frenéticas y la voz proyectándose gruesa y húmeda... todo un reclamo punk-rockero dentro de una espiral de oscuridad y opacidad que contrastaba con las luces y colores que mandaban en el establishment musical del momento.
Pero si bien el gran público ignoró el trabajo de los Coyne y su demoledora compañía, embelesados por el veneno catódico y el encantamiento radioformulero, los más apegados al lado salvaje disfrutaron in situ de un álbum que más de treinta años después sigue provocando andanadas de pasión y actitud entre los que lo pinchamos ávidamente, especialmente cuando el cerebro busca un desagüe por el que vaciar los restos del naufragio habidos tras la batalla contra la incomprensión y la frustración... o como últimamente, contra el desánimo y la zozobra.
Todo en el disco tiene vida, una vida que no se circunscribe a una fachada concreta y que sí apuesta por la libertad de expresión vital y creativa, así lo demuestra la incisiva melodía pop con incursiones de teclas del pegadizo corte que finiquita el álbum: "Love is dead", de funesto título.
Pero antes de este final feliz, se nos han venido encima cortes con demoledores estribillos como: "Cause I said so", "Obsession" o "Tell me why" de connotaciones psicodélicas.
Geniales medios tiempos como la Velvetiana: "It's so hard" o la Bowieana "Just like you".
Se asoman al rock pionero cincuentero en "S,T,B," y al sonido industrial más ácido en "The Stranger boy".
Oscura y sugerente es "When am I coming down"; rockera e hiperactiva, "Birth, school, work, death" y bailable e hipnótica: "If I only jad time".
Prueba superada por The Godfathers en su segunda entrega, un álbum estratosférico que consolidó su propuesta, que crece con respecto a su precedesor, y que lo hace gracias a un conjunto de excelentes composiciones, una actitud firme y sincera, una banda de cohesión y fe y una producción magistral a cargo de Vic Maile.
Pues no recuerdo haberlos escuchado nunca y seguramente no lo había hecho. Otro de esos casos en los que, pese a no ser un plato de especial gusto para mi, me ha resultado fácil de tragar y digerir. Una mezcla de pop-rock, indie-rock, punk-rock entretenida con, como dices, una muy buena producción. En resumen, buena entrada y otra obra musical que conozco y -hasta cierto punto- disfruto gracias a este espacio. Feliz fin de semana.
ResponderEliminarSiguen en activo y con buenos discos en los últimos años, no como este pero buenos trabajos. Son habituales sus visitas a España y en directo merecen mucho la pena, su frontman, Pete Coyne mantiene su pose y actitud intacta, una auténtico enfant terrible londinense.
EliminarSalud y buen finde.
Qué buena reflexión propones: el segundo disco siempre me ha parecido un reto. Unas veces, los grupos tiran de maquetas y descartes para mantener el empuje del debut y seguir girando, sin grandes cambios; otras, como dices, reflexionan sobre el efecto de ese primer esfuerzo, de lo vivido en las giras, y cambian o matizan su estilo; y los hay que ni una cosa ni otra y se dan la vuelta como un calcetín. En este último caso, el fracaso es más probable, aunque podríamos buscar bandas cuyo primer disco fue un desastre y arrancaron a partir del segundo. En fin, otro disco desconocido para mí que paso a escuchar inmediatamente, a ver si, de nuevo, me descubres una joya para mis orejas. Un saludazo.
ResponderEliminarEnorme grupo infravalorado y, para muchos, hasta desconocido. El tema que titula el album es uno de mis preferidos de los 80, imprescidible en cualquier recopilación de la época. Estuve a punto de ir a verlos en noviembre del año pasado.
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