Ir al contenido principal

Scorpions – Blackout (Harvest-1982)


Antes de comenzar os diré que no sé ya si escribo para mi o para los dos o tres gatos que caemos habitualmente en esta cubeta de vinilos. Y es que de un tiempo a esta parte estoy viendo que el compromiso por este blog está decayendo. A ver, que a uno también le cuesta escribir sobre sus discos y tal. Por eso convertí mi colaboración semanal en una quincenal. No me daba la vida para escuchar, analizar y escribir cada viernes sobre uno de mis vinilos. Sin embargo –tampoco cuesta tanto hacerlo– tengo por costumbre escuchar los discos sobre los que escribís los demás, todos –incluso el de C Tangana me lo tragué enterito– y comentar vuestras entradas. Por respeto. Porque sé que no resulta fácil hacer una reseña con algo más que un copia y pega líneas de la Wikipedia. Por eso, cuando veo que hay quien ya no entra nunca en el blog o no comenta nunca... incluso hay quien ni responde a los comentarios a sus propias entradas, que en algunos casos son copia y pega de entradas escritas años ha en otros blogs, bueno, se me quitan un poco las ganitas. Llamadme... no sé, llamadme como queráis. Así que, como llevo ya muchos años colaborando con este blog y su idea y razón de ser me parecen muy interesantes, no me da la gana de que desaparezca por lo que en la medida de mis posibilidades –llegará un momento en que se me acabarán los vinilos, lo veo venir– intentaré seguir publicando entradas. No obstante, debo ser sincero y la verdad es que visitarlo cada viernes, sea como lector o contribuyente, ya no me produce la misma alegría ni expectación por saber qué grupos podré descubrir o qué nuevas melodías podré escuchar y qué emociones se despiertan en aquellos que nos leen. Es lo que hay. Es lo que siento. 
 
Soltada la perorata, os diré que este es el álbum con el que descubrí a Scorpions, el imprescindible Blackout con su icónica carátula diseñada por el fabuloso Gottfried Helnwein. Sólo por esa obra de arte –desde entonces me convertí en fan del artista austríaco– ya valía la pena la compra. Y si después contenía temas imprescindibles como el mismo Blackout, Can’t live without you o Dynamite, miel sobre hojuelas. Diría que este, el siguiente e inconmensurable Love at first sting y el directo Tokyo tapes son mi terna de preferidos de la banda, aquellos que salvaría de la quema o me llevaría a una isla desierta. 
 

Una de las cosas por las que es conocido este álbum es por el mal momento que pasaba la banda por entonces, cuando al comenzar su grabación, el vocalista Klaus Meine se dio cuenta de que su voz desaparecía. De hecho, incluso tuvo que someterse a una importante operación quirúrgica en las cuerdas vocales que le apartó del estudio. Por entonces se explicó que, para cumplir con su contrato discográfico y no perder el carro tras una gira mundial que les había otorgado visibilidad, se había contratado a Don Dokken para grabar el disco. En la actualidad, la versión cambia y se dice que en realidad Don hizo algo así como servir de sparring al resto de la banda, que pudo grabar sus partes y pulir el disco para que Klaus grabase la voz una vez restablecido. Sea como sea, las pistas de Dokken nunca han salido a la luz aunque en agradecimiento se le acredita como autor de los coros. Se supone que cobraría también un buen dinerito. Todos contentos. 
 
Así pues, producido por Dieter Dierks entre los Dierks studios y una villa en la campiña provenzal francesa con el Dierks recording mobile studio, la formación que grabó este álbum fue Klaus Meine a las voces, Rudolf Schenker a las guitarras y coros, Matthias Jabs a las guitarras y coros, Francis Buchholz al bajo y coros, Herman Rarebell a la batería y coros y Don Dokken a los estooooo... coros. 
 
El impresionante track list fue: 
 
A 
Blackout 
Can’t live without you 
No one like you 
You give me all I need 
Now! 
 
B 
Dynamite 
Arizona 
China white 
When the smoke is going down 
 

Inaugura el disco el tema título del álbum, un Blackout cañero y con un trabajo de guitarras estupendo –mención aparte merece el bajo de Buchholz, un músico que acabó enemistándose con Schenker & Meine pero que me parece un estupendo instrumentista y parte determinante en el sonido de las mejores grabaciones de la banda– y una ejecución vocal que lleva al extremo a las cuerdas de Meine. Temazo, lo mismo que la siguiente Can’t live without you, otra en la que Meine demuestra que la operación a la que se sometió fue un éxito y con un solo de Jabs –otro de los que con los años ha perdido punch, inspiración y facultades, ¿me oyes Vivian Campbell?– antológico. Otro imprescindible es No one like you, que se editó como single y funcionó estupendamente como power ballad. Del mismo tipo es You give me all I need, que además tiene un solo cargado de emoción. Y para finalizar la cara, una espídica Now! en la que Meine fuerza sus cuerdas vocales como si no hubiese un mañana. 
 
En la cara B encontramos Dynamite –otro tema imprescindible e imperdible de los de Hannover, otra de esas canciones que tengo indeleblemente marcada a fuego en mis neuronas por la cantidad de veces que la he escuchado. Le sigue Arizona, el tema que me parece con menos carisma de todo el elepé, por ponerle algún pero al track list de esta joya del hard rock ochentero. China White es una perita en dulce, un medio tiempo de cadencia arrastrada, repetitivo pero hipnotizante, un temazo con un trabajo de guitarra estupendo. El punto final llega con When the smoke is going down, balada de manual con unas voces delicadas y melodía suave que –en la época en que la disfrutamos los que vivimos la época– le hacía a uno exhalar un suspiro de satisfacción antes de disponerse a darle la vuelta al vinilo y depositar la aguja de nuevo al principio de la cara. 
 

En definitiva, un discazo incontestable que aumentó la fama de una banda imprescindible que es mucho más que los silbiditos de Wind of change y los infumables discos que han grabado en las últimas décadas. 
 
 
Con el siguiente álbum ya lo petarían, con pelotazos como Rock you like a hurricane, Big city nights y –sobre todo– el baladón Still loving you, que convertía a cualquier niña lectora del Super Pop en una entendida en baladas heavy por arte de magia y que propiciaría la gira mundial a la que tuve la suerte de asistir en un concierto mítico en el campo de fútbol del Sant Andreu en Barcelona, tan inolvidable por contar con la banda del hermanísimo Michael Schenker de telonera como por los controles con dóbermans para acceder al interior del recinto y los disturbios que tuvieron lugar en el exterior del campo. Eran los 80, amiguitos. En fin, recuerdos del abuelo cebolleta. 
 
¡Feliz viernes! 
@KingPiltrafilla

Comentarios

  1. Seguramente Scorpions sea una de mis bandas favoritas sin ningún tipo de contemplaciones. Adoro muchos de sus discos. Bastantes de los setenta, con Uli Jon Roth, su "reconversión" a finales de década hasta llegar a este que traes, con algunas joyas en el camino, y sus años ochenteros. ¡Hasta escucho sus discos de los noventa! Eso ya es de fan loco, de verdad. No sabría decirte en qué puesto sitúo este Blackout. Quizá en el primero, a veces en el tercero, otras en medio, pero siempre entre los mejores. No lo tengo en vinilo, sí en cedé, y antaño en casé. Encontraré una buena edición a buen precio algún día. Enorme ladrillo en nuestro monumento al vinilo y la música has traído hoy. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. A mi me gusta desde el Lonesome Crow al Savage Amusement. Con el Crazy World ya tuve mis más y mis menos y el Face the heat puso punto y final a mi amor por la banda. En mi modesta opinión, el resto de obras –salvo la honrosa excepción del Unbreakable– es bastante infumable, con episodios tirando a vergonzoso. Sé que no lo compartes, pero al menos coincidimos en adorar este Blackout. Prueba superada, pues.

    ResponderEliminar
  3. Yo a Scorpions los escuché mucho en los ochenta, gracias a aquél doble en vivo. Yo era un crío y me encantaba tanto este disco como "Love at first sting", luego fui perdiéndoles de vista, aunque los recuperé en 2014 en directo.
    Me gusta recordar discos como este.
    Saludos

    ResponderEliminar
  4. Supongo que te refieres al World Wide Live, todo un discazo imprescindible. Me alegro de haber acertado con este vinilo. Saludos.

    ResponderEliminar
  5. ¡Me encanta este disco, King! Le tengo también en vinilo y desde hace no mucho en mi colección. El No one like you es tema que a mi me encanta. ¡Feliz semana!

    ResponderEliminar
  6. Es que es un pedazo de disco, no hay discusión posible jejeje. Feliz semana igualmente.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Firehouse - Firehouse (CBS, 1990)

El pasado 5 de abril falleció el cantante de Firehouse, Carl Jeffrey Snare, por un fallo cardíaco en un proceso cancerígeno que le había llevado unos días antes a pasar por un quirófano. Además de ser un seguidor fiel de la banda, les he visto dos veces en directo; una de ellas la recuerdo con especial felicidad por lo que disfruté (tocaron junto a unos fantásticos TNT).  Casualmente, la semana pasada en este blog hablaba, en los comentarios de un post, del legado de algunos músicos más o menos desconocidos por el "gran público" comparándolo con otros del mismo o menor valor idolatrados, quienes reciben homenajes y se les dedican calles. Con esa reflexión me quedé enganchado. Al repasar la discografía de Firehouse, me di cuenta de algo obvio: existen músicos que han dejado un legado en nosotros. Da igual lo importante que sean más allá de nuestras orejas. Nos pertenecen. Y C. J. Snare es, para mí, uno de esos músicos. Desde este debut que hoy comparto su voz me ha acompañ

Paice Ashton Lord - Malice in Wonderland (Polydor, 1977)

Esto no estaba previsto. Este disco no estaba en la lista de títulos para reseñar en #FFVinilo. Pero es que el fin de semana pasado por fin pude hacerme con él, y tenía ganas de compartirlo. Los que leéis esto ya conocéis esa sensación de ir pasando discos y encontrar de repente esa portada que tienes en la cabeza desde hace tiempo. Qué sensación. Se que vosotros me entendéis, así que no encuentro mejor foro para compartir ese momento que este blog, lleno de melómanos “vinileros”. Lo curioso es que no solo encontré una, sino dos copias, una francesa (“gatefold”) y una inglesa (sencilla). Con buen criterio, me quedé con la inglesa. Y claro, eso se nota en el sonido. ¡Como suena esta maravilla! Si os gustan esas producciones típicas de los 70 con mucha profundidad y dinámica lo vais a disfrutar (nada que ver con las producciones actuales, cada vez más “planas”). A la producción, la leyenda, Martin Birch (Deep Purple, Whitesnake, Black Sabbath, Iron Maiden, …). ¿De dónde sale este grupo?

Transvision Vamp - Velveteen (MCA, 1989)

    Os voy a hablar de un plástico que ya apareció por el blog allá por el año 2012. Pero visto que se le dedicaron escasamente 10 renglones y no tiene comentarios, creo que pasó sin pena ni gloria, por lo que no creo que haya problema en que lo traiga un viernes de forma rápida y con alevosía casi nocturna. Disco publicado en 1989 que se vendió como una mezcla de pop (mucho), rock (poco) y punk (pinceladas) y que tuvo buenas cifras de venta, sobre todo gracias a su canción bandera, el “ Baby I don´t care ”. Producido el alemán Zeus B. Held y el británico Duncan Bridgeman de forma bastante aséptica.    A mitad de los 80 el guitarrista Nick Sayer se encontró con Wendy James y vio en ella la canalizadora perfecta para sus letras: comprendió que el sex appeal de Wendy y sus berridos casaban perfectamente con sus gamberras composiciones. De Brighton se mudaron a Londres y allí reclutaron al batería Pol Burton (en este segundo disco no forma parte de la banda) y a dos músicos

Scorpions – Love at first sting (Harvest-EMI, 1984)

Y si hace unas semanas os hablé aquí del inmenso 1984 de Van Halen , hoy toca comentar el no menos imprescindible Love at first sting de los alemanes Scorpions , otro que este año también celebra su 40º aniversario. La banda venía de una gira internacional presentando Blackout , el pedazo de disco que finalmente los había puesto en el mapa –yo mismo los descubrí gracias a él, os lo conté aquí – y tenían la misión de superarse, algo nada fácil no sólo en el aspecto creativo. Una de las razones era la mala relación entre el bajista Francis Buchholz y Dieter Dierks , dueño de su compañía de discos y productor del grupo desde 1975. Por eso, cuando la banda –que empezaba a tener dinerito del bueno– pidió grabar el nuevo álbum en un estudio que no fuese el del productor, Dierks se los llevó a los Polar studios de Estocolmo –exacto, los de Björn y Benny de ABBA – pero dejó en Hannover al bajista, contratando como músico d

Varios - Rock Del Manzanares. Visca El Rollo Vol. 2 (Chapa Discos, 1978)

Si no conocéis el significado de la palabra “tronco”, “pasota”, o no sabéis lo que es ser un “enrollao”, quiere decir que sois insultantemente jóvenes. No solo la generaci ó n "Z"  tiene su propio lenguaje. Cada generación ha tenido también una manera de expresarse, y hoy nos acercamos con este disco a finales de los años 70. Una época marcada musicalmente en España por una corriente que se denominó “Rock Urbano”. Aunque, como con cualquier tipo de etiqueta, nos podemos encontrar dentro de este saco grupos de muy distinta índole o con diferentes influencias, por lo general compartían una estética (musical y visual) muy particular, y sobre todo, una actitud vital marcada por las circunstancias sociales de la España de finales de los 70. Como con cualquier etiqueta que se otorga a un movimiento musical, donde muchas veces el mero hecho de nacer en una determinada época o cuidad te hace merecedor de esta etiqueta, se pueden encontrar dentro de este saco una mezcla de estilos q