Con poco dinero en los bolsillos y un mar de vinilos donde elegir el no acertar la compra podía ser muy decepcionante. La bella portada de Jim Fitzpatrick, con ese zorro solitario a la luz de la luna (que recuerda a la pantera aparecida en la portada de Nightlife de Thin Lizzy, obra del mismo autor) enmarcado entre cenefas de inspiración celta, me cautivo desde que me topé con ella en la cubeta de discos de la tienda. El precio se ajustaba a mi escasa economía así que decidí llevármelo a casa.
El disco fue editado en 1976 y compuesto casi íntegramente por Lynott ese mismo año durante su recuperación de una hepatitis que lo dejó durante unos meses fuera de la carretera (tuvieron que anular la gira americana de presentación de Jailbreak que tenían programa nada más y nada menos que junto a Rainbow).
Es el disco más Lynott de Thin Lizzy ya que predominan los temas de cadencia lenta y melancólica (Old Flame, Borderline, Sweet Marie) y los firltreos con el Pop o los sonidos más funk ,como la adictiva Jimmy The Fox Meets Jimmy The Weed. Eclécticas sonoridades todas ellas muy del agrado del icónico bajista. El álbum fue grabado por la formación clásica de Thin Lizzy: Lynott, Downey, Gorham y Robertson y contiene algunos temas imprescindibles de la banda, que nunca dejaron de tocar en directo, como la adrenalínica Massacre o la mítica Don’t Believe A Word. Dicho tema fue concebido por Lynott como un medio tiempo con cierto aire blues, tal y como luego aparece en el disco Back On The Streets (1978) de Gary Moore o en el directo póstumo de la banda Live/Life (1983), pero al final se grabó en versión acelerada, cortesía dicen del siempre malcarado Brian Roberston. De hecho Robertson se cabreó por que no se le menciona en los créditos como co-autor del tema.
Los dos temas iniciales muestran que, a pesar de la reciente enfermedad de Lynott, el grupo está en plena forma. Hard rock con todas las características de los Lizzy: la melancólica voz de Phil, las inconfundibles melodías de las dobles guitarras e historias de rockstars encantadoramente perdedores (Rocky) y personajes con muy mala suerte (Johnny). Temáticas recurrentes en la discografia del grupo.
La enérgica Boogie Woogie Dance cierra un disco perfecto, quizás mi preferido de Thin Lizzy (por aquello de ser el primero), cuya única pega fue editarse entre dos disco tan enormes como Jailbreak y Bad Reputation.
Totalmente de acuerdo con esto: Es curioso como de algunos apenas recuerdo nada pero de otros recuerdo vivamente donde y cuando los compré De algunos incluso recuerdo cuando llegué a casa y los escuché por primera vez, ¡y hablo de hace más de 30 años!.
ResponderEliminarY por supuesto, suscribo íntegramente eso de A tiro pasado es fácil deducir que una compra de Thin Lizzy a ciegas, sea la que sea, es siempre un acierto, pero en la era pre-internet, siendo apenas un adolescente y sin haber oído nada de ellos, el riesgo era muy elevado. Así es como todos comprábamos los discos en ese tiempo. Suerte teníamos si habíamos podido leer alguna reseña en una revista o escuchar algo en un programa de la radio. Comprar vinilos de nuestras queridas bandas era toda una aventura a ciegas, sobre todo si eran antiguos.
Un abrazo!
Ay, querido King...que viejunos somos, siempre contando batallitas...pero es que tenemos razón!!
EliminarGran banda y álbum, con una portada hipnótica sin duda. ¿Cómo no recordar coger las carpetas repasarlas, volverlas a repasar... volver de nuevo, comprarlo y nada más salid de la tienda tener esa sensación de haberla cagao con la compra? jaja Seguro que tuvimos más aciertos que errores, pero estos no vienen a cuento. ¿Quién recordará cuando se descargo el último de.....? nadie. Gran entrada chaval. Saludos
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