Queridos amigos, ahora que los chicos malos de Los Angeles anuncian su gira de despedida –poca broma, su guitarrista tiene 62 años, espondilitis anquilosante y aún tiene los huevos de recorrerse los escenarios de medio mundo-, es momento de hablaros del vinilo que lo inició todo, la obra que estos tipos hambrientos de dinero, fama, drogas y mujeres editaron hace más de treinta años con la intención de alcanzar su sueño. El camino ha sido largo, tortuoso, traumático en ocasiones... pero a estas alturas supongo que todos recuerdan con cariño este primerizo Too fast for love. Total, que como dijo Gene Simmons, dejadme que os cuente una historia, it's a big one, goes like this, yeah.
Mi primer disco de los Crüe fue Theatre of pain. El primero de WASP me había alucinado y mientras no salía su continuación, Sixx y compañía editaron este. Decidí probar y escucharles –las revistas de la época tales como Hit Parader ponían a las dos bandas en el mismo saco, el de las revelaciones aparecidas en la escena del Sunset Strip de Los Angeles- y, aunque en aquel momento me parecieron inferiores al grupo de Lawless, me llamaron la atención lo suficiente como para comprarme el fantástico Shout at the devil y comenzar a seguirles hasta conseguir años después una copia alemana de importación del Too fast for love.
Estamos a finales de 1981 y Frank Feranna, Robert Deal, Thomas Bass y Vincent Wharton -quizas no les recordéis con estos nombres, los reales- editaban con su sello Leathür records un álbum –producido por ellos mismos, con Laura Livingston de ingeniera- que capturaba en vinilo la energía de los increíbles conciertos que daban en el Whiskey-a-go-go y que llamó la atención de Tom Zutaut, un avispado empleado de Elektra records enamorado de las bandas de la escena angelina y con ganas de hacerse un lugar en la empresa. Los inicios de Mötley Crüe en Elektra fueron –como casi todo lo que rodeaba a la banda en aquella época- caóticos y salvajes y a punto estuvieron de ser echados por el sello, que no confiaba para nada en su valía. Para resumir, Elektra contrató a Roy Thomas Baker –un tipo que había trabajado para Queen y que montaba unas fiestas de aúpa con alcohol, mujeres y cocaína- para remezclar el álbum, algo que para mi gusto era del todo innecesario, cambiar el orden de algunos temas y eliminar una canción antes de relanzar Too fast for love en verano de 1982. Como anécdota, contaros que mientras el disco se estaba terminando, el infame management de la banda se comprometió a enviarlos a una mini gira por Canadá, por lo que Elektra se vieron obligados a sacar a toda prisa una edición bajo su sello de la grabación original de Leathür, que aún incluía la canción Stick to your guns.
Total, que Too fast for love -second coming- acabó saliendo al mercado sin demasiado apoyo de la compañía y con Zutaut como único aliado de Sixx y compañía, que les consiguió la representación de Doc McGhee y la oportunidad de tocar en el U.S. Festival de 1983. Fue precisamente eso lo que dio visibilidad a Mötley Crüe más allá del Sunset Strip y colocó Too fast for love en el Billboard 200. En esos momentos, la banda estaba ya grabando Shout at the devil, el disco que les convertiría en un fenómeno... aunque esa ya es otra historia.
Grabado en los Crystal sound studios y con carátula de Don Adkins Jr. sacada de su foto de Vince de la contraportada, la banda estaba formada por Vince Neil a las voces, Mick Mars a las guitarras, Nikki Sixx al bajo y Tommy Lee a la batería y percusión.
El listado de canciones de la edición de Elektra fue:
A
Live wire
Come on and dance
Public enemy #1
Merry-go-round
Take me to the top
B
Piece of your action
Starry eyes
Too fast for love
On with the show
Pese a que yo tengo –como casi todo el mundo- la versión remezclada de Elektra en vinilo, os acompaño el clip de la versión original de Leathür records por la gran calidad de su sonido –tres veces la he escuchado mientras buscaba datos y escribía esta parrafada- y por incluir la mencionada Stick to your guns.
Y es que estamos ante uno de los principales exponentes del hard rock angelino de los ochenta, un disco con fallos –la voz de Neil no acaba de estar pulida, algunas guitarras tampoco- pero que resultó ser una obra honesta, caracterizada por esa mezcla de macarrismo y melodías pop –reflejo de la personalidad de Sixx, para mi el verdadero motor de la banda- que la hacía tan especial. Too fast for love es uno de esos álbumes que cuanto más los escuchas, más te gustan.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Siempre quise tener dos cinturones como los de la portada, lo pille aproximados... Con este disco ya se adivinaba lo que podía llegar... Sobre el regreso, ya veremos. Buen fin de semana King.
ResponderEliminarEl álbum que inició el mito... a pesar de ellos mismos y de la compañía de discos. El sonido sucio más rockpunk que hard del álbum me encanta. Y, por supuesto, lo tengo como un pequeño tesoro en mi discoteca. ¡Y me acaban de entrar ganas de pincharlo! Live Wire y On with the show.
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