Ir al contenido principal

Megadeth – Rust in peace (1990) + Hangar 18


Amigos del vinilo, la verdad es que Dave Mustaine nunca me ha caído bien. Las imágenes que existen de él de la primera época de Metallica hablan por si solas. Supongo que todos bebían, pero el único que daba la nota en entrevistas o desafinaba estrepitosamente en directo era él. Y luego vivió años de ser el desgraciadito Dave, el que echaron injustamente de Metallica cambiando su futuro para siempre. Coincidiréis conmigo en que la decisión de Hetfield y Ulrich fue acertada. La adicción posterior a la heroína del pelirrojo hubiese forzado su salida del grupo más pronto que tarde. Además, la bicefalia entre el danés y el californiano se hubiese visto desequilibrada con la presencia de otro gallo en el corral. Pero, dejando un lado la parte personal, lo cierto es que Megadeth fue uno de mis grupos favoritos. Al menos, hasta el Risk. Pero antes que ese, la banda editó variados y buenísimos álbumes. Hoy os quiero hablar del Rust in peace, el cuarto del grupo y el primero en el que no incluyeron los tres puntitos en el título –acaso una idea de Mike Clink- aunque opino que el título original sí los tenía, manteniéndose en la canción final del disco. 


No es mi favorito, pero no se puede negar que Rust in peace supuso el inicio de una nueva era en Megadeth, con la inclusión de Nick Menza a la batería y Marty Friedman a la guitarra –conformando a un line up que duraría hasta 1998 convirtiéndose en el más estable, exitoso y de calidad instrumental de la historia del grupo- y con la elección de Mike Clink como productor, un tipo que es ni más ni menos que el responsable del sonido del Appetite for destruction y al que sin duda -además de su talento con los controles- le ayudó la experiencia en el trato con artistas de ego desmedido a la hora de bregar con Mustaine. El tipo tiene que sentirse orgulloso ya que sólo salir a la calle a finales de 1990, Rust in peace debutó en el 23 de la lista Billboard –su mejor lanzamiento hasta la fecha- y consiguió dos nominaciones en los Grammy Awards de los años siguientes a mejor interpretación de Metal –la del segundo año era por el single Hangar 18- que nunca más han conseguido. Como curiosidad, decir que el responsable de la portada del álbum –y de los singles editados de este- fue Edward J. Repka, que ya había trabajado con la banda en el Peace sells pero a quien habían descartado para el tormentoso So far, so good... so what!


Como bonus, adjunto imágenes del single de Hangar 18 que incluía un badge del grupo y que es uno de los tres artículos especiales de Megadeth que tengo, junto a la edición japonesa del Countdown to extinction con temas extra y adhesivo de la portada –que compré en mi primer viaje a Tokyo- y el lanzamiento del Youthanasia que se acompañaba de una t-shirt ilustrada con un Vic Rattlehead con túnica, quemecía a un bebé entre sus brazos esqueléticos. Aún la conservo, aunque hace tiempo que no me cabe, je je. 


Este era el track list de Rust in peace

A 
Holy was... the punishment due 
Hangar 18 
Take no prisoners 
Five magics 

B 
Poison was the cure 
Lucretia 
Tornado of souls 
Dawn patrol 
Rust in peace... Polaris 


El disco se inicia con Holy wars, el tema más largo del álbum, con una batería omnipresente que toma protagonismo por fin en un álbum de la banda como instrumento más que como simple metrónomo. Lejos de dar descanso al oyente, Mustaine y sus chicos nos ofrecen Hangar 18, una de las mejores canciones de la banda en la que las guitarras de Marty Friedman tienen mucho que ver. Take no prisoners me parece flojillo, pero entonces llega Five magics –otro de los temas largos del disco- con sus líneas de bajo y sus preciosas guitarras que nos va transportando por diversas atmósferas y que me recuerda a Metallica en varios pasajes. 


La cara B –en mi opinión, inferior a la primera- comienza con una corta y espídica Poison was the cure con inicio engañoso protagonizado por Ellefson. Lucretia no es de las que más me enamoran, y con ella nos plantamos en Tornado of souls, un tema largo con un solo alucinante. Dawn patrol es un machacón e inquietante tema con Menza y Ellefson de protagonistas acompañando a la voz fantasmagórica de Mustaine y nos sirve de introducción al último tema de este Rust in peace, el que da título al álbum y el que pone la guinda a una obra en la que a Mustaine se le entiende –canta en vez de gritar con rabia o mascullar las letras de las canciones-, las guitarras son limpias y perfectas y la pareja Menza/Ellefson suena como una apisonadora. 

Os acompaño los clips de Holy wars y Hangar 18, así como los de Five Magics y Tornado of souls. Y como bonus, uno de The conjuring –cara B del single Hangar 18- en directo. 







Feliz viernes. 

@KingPiltrafilla

Comentarios

  1. Gracias al dios del metal, Mustaine no siguió con Metallica: ambos ganaron y nosotros tuvimos dos bandas con las que disfrutar. Mi favorito de Megadeth es Peace sells pero éste y Countdown me encantan también. Friedman le dió el nivel de calidad técnica que le faltaba, sin duda. Genial el aporte del sencillo, una joyita.

    ResponderEliminar
  2. Pedazo de entrada!. Rockología, antes hablabas de la sala Canciller. Precisamente "Holy wars" y "Hangar 18" eran de los que caían siempre también allí. La gente enloquecía y no es para menos. Un gran disco. Saludos!

    ResponderEliminar
  3. Es un placer acertar con las entradas. Un abrazo a los dos, y gracias.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Paice Ashton Lord - Malice in Wonderland (Polydor, 1977)

Esto no estaba previsto. Este disco no estaba en la lista de títulos para reseñar en #FFVinilo. Pero es que el fin de semana pasado por fin pude hacerme con él, y tenía ganas de compartirlo. Los que leéis esto ya conocéis esa sensación de ir pasando discos y encontrar de repente esa portada que tienes en la cabeza desde hace tiempo. Qué sensación. Se que vosotros me entendéis, así que no encuentro mejor foro para compartir ese momento que este blog, lleno de melómanos “vinileros”. Lo curioso es que no solo encontré una, sino dos copias, una francesa (“gatefold”) y una inglesa (sencilla). Con buen criterio, me quedé con la inglesa. Y claro, eso se nota en el sonido. ¡Como suena esta maravilla! Si os gustan esas producciones típicas de los 70 con mucha profundidad y dinámica lo vais a disfrutar (nada que ver con las producciones actuales, cada vez más “planas”). A la producción, la leyenda, Martin Birch (Deep Purple, Whitesnake, Black Sabbath, Iron Maiden, …). ¿De dónde sale este grupo?

Scorpions – Love at first sting (Harvest-EMI, 1984)

Y si hace unas semanas os hablé aquí del inmenso 1984 de Van Halen , hoy toca comentar el no menos imprescindible Love at first sting de los alemanes Scorpions , otro que este año también celebra su 40º aniversario. La banda venía de una gira internacional presentando Blackout , el pedazo de disco que finalmente los había puesto en el mapa –yo mismo los descubrí gracias a él, os lo conté aquí – y tenían la misión de superarse, algo nada fácil no sólo en el aspecto creativo. Una de las razones era la mala relación entre el bajista Francis Buchholz y Dieter Dierks , dueño de su compañía de discos y productor del grupo desde 1975. Por eso, cuando la banda –que empezaba a tener dinerito del bueno– pidió grabar el nuevo álbum en un estudio que no fuese el del productor, Dierks se los llevó a los Polar studios de Estocolmo –exacto, los de Björn y Benny de ABBA – pero dejó en Hannover al bajista, contratando como músico d

Boikot - Los ojos de la calle (Discos Barrabás, 1990)

  Hay música que corresponde a un momento concreto de nuestra vida y que, por edad usualmente, por cuestiones personales a veces, queda ahí anclada, como un bonito recuerdo. Música a la que no suelo volver casi nunca. Y ese caso lo representa perfectamente el debut de Boikot. En el devenir de la cultura rock madrileña se conformó, en la segunda mitad de los ochenta, un grupo de bandas jóvenes con unas sonoridades muy particulares, emparejadas con eso del rock urbano, pero tintado de una manera particular en la que escuchábamos las raíces de Leño o Burning junto con ramalazos unas veces punk, otras más metaleras, otras más seventies, incluso algo de blues. Ahí puedes meter a Esturión, Casablanca, Porretas o los mismos Boikot.  En medio de ese “fregao” musical cobró protagonismo Mariano García, polémico personaje, especialmente en sus últimos años. Generó negocio, oportunidades y ayudó a crear y mantener “la escena” madrileña a través de varias salas (Canciller, Barrabás), su labor promo

Carlos Santana - "Europa" (CBS, 1976)

Es imposible no identificar esta canción con solo escuchar las cinco primeras notas. A pesar de ser instrumental es tan conocida que cualquiera con un mínimo de cultura musical podría “ cantar ” y reconocer las notas iniciales ( tan-tan-na-na-na-nanananá-tanananá…. ). Y cualquiera con un mínimo de sensibilidad también notará cómo se le eriza el vello. Es una melodía que llega al alma, triste y melancólica, una guitarra que habla y llora, que nos cuenta una historia y, sin necesidad de palabras, solo con las notas de la guitarra es fácil de entender. Pero veamos qué hay detrás de ella. Vamos a desnudarla y a comprenderla.

Creedence Clearwater Revival - "Green River" (1969)

  Las canciones, conscientes de su pegada y su carácter de inmediatez, se liberan de artificios y apéndices instrumentales.... Por Jorge García . Pocas bandas a lo largo de la historia han conseguido hacer tanto y tan bueno en menos tiempo que el que emplearon los cuatro componentes de la  Creedence Clearwater Revival . Aunque de los tres años que la formación empleó en grabar discos (con John Fogerty al frente), 1969 fue el que se llevó la palma con tres álbumes publicados en menos de doce meses. Y para más inri, podemos afirmar que al menos hasta el tercer catálogo publicado por el grupo, el nivel fue a más, alcanzando con su tercera entrega,  "Green River",  su mejor trabajo hasta aquél momento. Precisamente de esta tercera intentona discográfica vamos a hablar hoy. Un disco en el que el menor de los Fogerty alcanza un status como compositor y líder ciertamente demoledor, tomando el mando de la situación y construyendo un disco de apenas media hora de duración pero con tod