Más de treinta años después, resulta fácil valorar este álbum como "el último de su etapa roquera" o "el final de una época", cuando, en realidad, After the war (1989) suma un ladrillo más en la evolución continua que el Gary Moore persona llevaba desde el comienzo de la década. Su transición desde la joya hardroquera que es Run for cover (1985) hasta su primer disco de blues Still got the blues (1990) dejó dos obras: Wild frontier (1987) y este After the war. Si en Wild frontier mezclaba melodías y arreglos celtas y muy "british" con una batería electrónica y cierto tufazo pop, el siguiente paso fue ahondar en todos los aspectos de su paleta sonora. Buscando; porque Gary Moore, la persona, estaba en crisis. Cuando comenzó a componer estas canciones, tenía 37 años, llevaba en la carretera dos décadas y había tocado en una veintena de discos (entre propios y ajenos). Por aquel entonces declaró: "en algún momento la etiqueta "hard-rocker" comenzó a ponerme de los nervios y decidí romper con esa cadena. Mi música no suena como AC/DC o Scorpions. Nada en contra de esas bandas, pero estaba harto de esa imagen. Quería salir de eso llamado sonido americano". En cierto modo, lo que Moore hace a lo largo del álbum es probar distintos elementos que ya había usado anteriormente: riffs y estructuras más clásicas en su repertorio, algo aceleradas (Speak for yourself, This thing called love), cortes que beben de la misma fuente de su anterior álbum (After the war, Running from the storm, Blood of emeralds) y melodías poperas (Livin' on a dream, Ready for love). Añadamos una producción excelente, a medias con Peter Collins, y unos músicos acompañantes de lo mejorcito del momento: Cozy Powell, Don Airey, Neil Carter, Bob Daisley, Simon Phillips y Ozzy Osbourne.
La cara A comienza con el tema título, After the war, un pequeño alegato anti-belicista con el conflicto de su Irlanda natal de fondo: "You're just another number/In military schemes/They marched you in a uniform/You wore against your will/With lies of hope and glory/They taught you how to kill". Una excelente intro de teclado a cargo de Neil Carter, un eficiente riff de guitarra y un contundente beat de batería hasta el pegadizo estribillo. Todo sencillo y bien acabado. La parte central, donde la voz declama sobre el teclado y la batería, rompe el ritmo para dar paso al solo. El trabajo de guitarras y teclados requiere una escucha atenta, pues los punteos y los cambios armónicos se suceden en las distintas partes de la canción. El riff de Speak of yourself podría haberlo firmado Randy Rhoads perfectamente. De hecho, la canción tiene un rollo a aquellos primeros discos de Ozzy. Agresividad manifiesta en otra canción conciencia: "They try to take away your freedom/They try to tell you what you can/Or what you can't hear". Mr. Moore te anima a opinar, a pensar por ti mismo, y le mete en medio un pedazo de solo. Gary decía que a él le hubiera gustado componer en tonalidades más altas, pero que, al ser su propio cantante, tenía que conformarse. Aquí, ese puntito de agudos hubiera engrandecido la canción. Contrasta con el sonido "radio-friendly" de Livin' on a dream y su temática ligera, de épocas jóvenes en las que se perdía el tiempo en la calle "Paying the dues by singing the blues/And dancin' to the beat". Un tema bien resuelto, algo flojo más allá de su simpática puesta en escena, pero que el guitarrista rellena con su magia. Cierra un tema atípico, ese remedo de Led Zeppelin que es Led Clones, una burla a la moda aquellos años de copiar los riffs, los trucos, las melodías de "los Zep" (ahí tiró con bala al éxito de Kingdom Come, por ejemplo, o Great White): "I heard them on the radio/I saw them on the video/I don't think I can take much more". Además de imitar con genialidad a Page, le presta el micrófono a Ozzy Osbourne, quien, lejos de Robert Plant, acerca la canción a lo que Black Sabbath hacían a principios de los setenta. Una joyita.
En la cara B volvemos a encontrar este equilibrio entre los distintos tipos de composición y producción, casi en el mismo orden. Running from the storm, con las teclas de Don Airey y, quizá, el mejor trabajo de guitarra y voz de Moore, es heredera directa de Wild frontier, con un toque más agresivo, quizá. "Wonder if we'll ever see tomorrow/Turning our ships to the sun/This time there is no place to run". De nuevo, la canción está plagada de detalles: el riff cambia en el puente, casi desaparece la guitarra en el estribillo en favor del teclado y ambos se mezclan en las transiciones. Un salto hacia el sonido más rápido y aguerrido con This thing called love, donde Moore pone la voz sucia para, obviamente, buscar amor primate "Lookin' for a love on a summer's night/I've got you lined up in my sights/I've been looking for a love since the break of dawn". Locura de solo. El abrazo de oreja amiga, MTV colegas, protagoniza la pegajosa Ready for love, un rollo ZZ Top Eliminator, bien trabajada por todos. Fue el single que más sonó del álbum. La parte final, con el coro femenino, es adictiva. Y, como en la cara anterior, cerramos con el tema diferencial. En este caso, una joya del impresionante catálogo de Gary, Blood of Emeralds. Engancha con Black Rose: a rose legend (1979) de Thin Lizzy o con su propio Wild frontier. Inspiración irlandesa de principio a fin. Imprescindible.
La crisis personal se trasladó definitivamente a la musical durante la gira siguiente. Ya en la promoción Gary hablaba de sus orígenes bluseros, en cierto modo tendiendo puentes entre los fans hard&heavy y los del blues. Al fin y al cabo, los primeros nacieron de los segundos. Posteriormente, el propio Moore confesó que, durante aquella gira, comenzó a planificar un cambio: "Sentía que no era yo mismo, como si viviera la película de otro. Cuando estaba en los camerinos antes del concierto tocaba viejas canciones de blues y ese momento disfrutaba más que en el resto de la noche".
La edición que traigo fue editada por Virgin España cediendo la distribución a Polygram Ibérica. Se imprimió en Indugraf Madrid en 1989. La edición viene con su encarte interior, donde aparece Gary en un lado posando con su guitarra y un aspecto de señorón agresivo (en plan "dónde coño vas con mi hija a estas horas"). No trae letras y la información es bastante escueta. El diseño general lo firma Bill Smith Studio con fotografías de John Claridge y Arthur Meterson. Lo mejor está en el interior (en la música, vaya). Siempre me gustó el detalle de poner las galletas de los vinilos de diferente color.
Para cerrar, unas declaraciones muy curiosas sobre "el guitarreo" a finales de los ochenta: "Lo que tenemos hoy es un conjunto de guitarristas muy genéricos que han aprendido a través del Guitar Institute of Technology y no soy un gran fan de eso. Creo que ese tipo de guitarristas de "cadena de producción" no tienen nada que decir por sí mismos. Tengo una pesadilla en la que estoy sentado en el Rainbow en L.A. con Tony MacAlpine en un lado y Vinnie Moore en el otro escuchando sus ideas sobre cómo debería ser tocada la guitarra. Odio los discos que esos tipos han hecho."
Genio y figura.
Pasad buen fin de semana.
Buen repaso al disco. A Gary le he oído poco más allá de los básico y por supuesto la etapa Lizzy que para mí es gloria, pero me han entrado ganas de ponermelo. Chapó!
ResponderEliminarGracias. Gary hace bueno cualquier cosa. Bucear en su discografía es una gozada siempre y siempre hay nuevas emociones o sonidos que rescatar. Dale caña pues. Saludos.
EliminarUna entrada estupenda, como ya nos tienes acostumbrados. Y de Gary o este disco, no puedo decir más. Me gustó mucho más que el Wild Frontier, pero menos que el inmenso Run for cover y es otro de los vinilos que tengo del norirlandés, en concreto el último de él que me compré porque -pese a hacerle feliz- su posterior etapa metido de lleno en el blues no me llamó nada la atención. No soy perfecto. ¡Feliz fin de semana!
ResponderEliminarGay siempre es bien, incluso en sus momentos de "experiencias" raras. A mí el blues me gusta y cada vez me hundo más en él, cuestión de permeabilidad quizá. Coincido contigo en que este disco me parece más completo y mejor que Wild frontier. Claro, que allí escuchamos Over the hills... y la propia Wild frontiers y eso son palabra muy mayúsculas. Un abrazo.
EliminarLos tres que has comentado estaban en la colección del mi hermano el heavy. Siempre me gustaron de más a menos. Ahora, estoy de acuerdo con el King y este me gusta un poco más que el Wild. Eso sí, al contrario que el King, su posterior etapa blusera fue la que me abrió los oídos. Juraría que también mi hermano se lo compró, no sé si porque pensaba que aún sería hardrockero o porque tenía debilidad por Gary. El hecho es que a partir del 90, empecé a escuchar blues gracias a Gary, descubriendo mucha música que desconocía(por ejemplo, la etapa de Peter Green en Fleetwood Mac, pero también más atrás). Uno de los grandes el amigo Gary en mi discografía.Y sin embargo, reconozco que la etapa Thin Lizzy no la tengo trabajada, una de las muchas tareas atrasadas que tengo.
ResponderEliminarGran entrada, como siempre.
Gracias por la parte que me toca. Muchos escuchamos blues de manera consciente por primera vez gracias a este viaje de Gary. Hubo otros, pero menos famosos o ruidosos. La conexión blues-hard rock-heavy a veces es muy sutil (que se lo digan a unos tal Led Zeppelin, por ejemplo). Un abrazo.
EliminarMira, pues por cosas de Google y las cookies comento hoy que hubiera sido su cumpleaños, que ayer desde el móvil no pude. La entrada, una maravilla, has sabido transmitir muy bien lo que es este disco, que, si bien no es de mis preferidos de él, como sabes, se lo perdono todo. En este vinilo no aparece uno de mis temas preferidos, que dejaron la para la edición en CD (la que yo tengo), "Dunluce", que recrea tan bien eso que cuentas en la entrada, las raíces celtas y su tierra, Irlanda del Norte. No diría que uno de sus discos imprescindibles, pero, eso, que a Gary se le perdonan todos los errores, aunque este disco no se puede calificar como tal. Me gusta más el anterior, "Wild Frontier", de los de la vuelta al blues, que ya sabes tambièn que soy de la opinión de que Gary regresó al blues, porque sus orígenes estaban allí.
ResponderEliminarEn fin, que todo este ladrillaco de comentario, que espero que Google me deje publicar xD, para decirte que me ha encantado la entrada y ver a Gary en el blog otra vez.
Es verdad que el cedé tenía temas extras. También incluía la versión de "The Messiah will come again". Gracias por el piropo. Ahora estoy en una racha escribiendo que me gusta darle un enfoque más personal, acercar la persona y el personaje y que la música tenga sentido o, al menos, se contextualice en ese momento concreto. Un abrazo.
EliminarQué lujazo de entrada, con declaraciones que nos ayudan a hacernos una idea acerca de la personalidad de Gary, detalles gozosos sobre las canciones... sospecho que no me encantará basándome en previos intentos con Gary, pero voy a echarle una merecida escucha a ver qué pasa. Qué fuerte también lo de estar en el camerino y darse cuenta de que ese ratito tocando blues le estaba dando la vida. En fin, enhorabuena por la parte que te toca, porque vaya pedazo de reseña. Abrazoss!!
ResponderEliminarGracias por la parte que me toca. Quizá no sea un álbum que te guste por entero, pero estoy seguro que algunos temas te entrarán. Al menos, Blood of emeralds. El camino hacia el blues, hacia sus "orígenes" sonoros supongo que era inevitable. Un tipo que ha tocado rock en todas sus facetas, mezclado con jazz, con blues, hard rock, en ocasiones rozando el heavy, que se ha metido en el blues clásico y, en cierto modo, puso el blues moderno en primera línea: Still got the blues fue el álbum más vendido del género en su momento, batiendo todos los récords. En fin, un genio. Abrazos.
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