Ir al contenido principal

Creedence Clearwater Revival - Bayou Country (1976, Fantasy Records)

 



(El disco original es de 1969 pero mi versión es una española de 1976, con los títulos de las canciones traducidos en la galleta, cuando sabían cómo traducirla)

Pinchar el primer corte de este LP y sentirme transportado a otra dimensión es todo uno. Descubrí este trabajo entre los cientos de vinilos con los que un cliente del bar pagó a mi hermano parte de su deuda, adquirida por su necesidad de meter copazos de veterano entre pecho y espalda para que sus musas literarias se quedaran con él (por cierto, eran unas musas muy hijas de puta, porque no les molaba si el trasiego del marrón licor se realizaba en su casa, en la intimidad, con el ahorro que eso supondría. No. Tenía que hacerlo en un bar). En esos plásticos, entre mucha música clásica o folclórica española y sudamericana, había un generoso número de obras del folclore norteamericano: blues, jazz, R&B y algo de rock sureño, como este de la Creedence. En aquella época pre-internet, pre-mp3, pre-todo, para un chaval de mi edad era complicado estar al tanto de grupos “antiguos” por lo tanto, la única manera de saber a qué sonaban aquellos discos era pinchándolos, poco a poco. Fijaos mi ignorancia que recuerdo perfectamente que pensé que el grupo se llamaba Bayou Country y el título del disco era Creedence Clearwater Revival. Pero nada más bajar la aguja sobre este Bayou Country, decidí que ese disco se iba a traspapelar del montón en el que estaba a mi colección. Por desgracia fue una operación que realicé en muy pocas ocasiones ahora que lo pienso con retrospectiva: mi hermano no hubiese podido controlar cuántos y cuáles discos le podían faltar en aquellos grandes montones. Y tras pasar a mi montoncito, aquel disco y aquel grupo se convirtió en uno de mis fetiches. He escuchado sus canciones una y otra vez. Su versión de “Suzie Q” es capaz de sacarme del pozo más profundo. He tenido la oportunidad de ver en vivo a John Fogerty, cumpliendo uno de mis grandes deseos. Y todo eso gracias a la curiosidad (ojalá la mantuviese hoy en día) de saber “a qué sonará esto”. 


 

Lo bueno de escribir sobre algo tan grande es que no creo que sea necesario explayarme en la reseña de un albúm clásico como este, el segundo de la Creedence y marcó su camino definitivo. En una obra maestra de la música popular de todos los tiempos. Pantanosa, sureña, blusera, rockera, rockabilly, country. Su escucha es de lo más cercano a un orgasmo que puedes experimentar sin ser un orgasmo de verdad. Todas las canciones son esenciales, todas únicas, todas adictivas. “Born on the bayou” hace honor al título y no te puedes imaginar en otro sitio que no sea rodeado de mosquitos en los pantanos de Luisiana, con esas guitarras de los Fogerty, John y Tom, Tom y John y el cencerro de Doug Clifford. “Bootleg” es una pequeña maravilla donde la batería de Clifford y la guitarra de John Fogerty parece que dialogan. “Graveyard Train” empieza con un riff de bajo de Stu Cook de esos que pasan a la historia y sostiene toda la canción mientras se enraízan a él los riffs de los Fogerty. Y todo ello con los rugidos de John y la armónica final. Ocho minutos en el paraíso. “Good Golly Miss Molly” es una acelerada versión del tema clásico de Little Richards. En mi opinión no mejora a la original, pero le da fuerza. “Penthouse pauper” es, no sólo mi favorita del disco, sino casi de toda su discografía. Ya, no es de sus temas más conocidos pero los gustos son así. Es un blues-rock con mayúsculas, con una letra de im-presionante. Una base rítmica que ella sola vale todo el tema, con un groove de muchos quilates. Pero es que John suelta unos versos acojonantes y se va contestando a sí mismo con los punteos de su guitarra. Mención aparte el solo bluesman total. Pero, qué se puede esperar si ha soltado perlas como “And if I were a guitar player, Lord, I'd have to play the blues” o “You can find the tallest buildin', Lord, I'd have me the house on top”. Realmente, una canción que me llevaría a una isla desierta. Y todo eso lo digo cuando, a continuación, viene una de sus más famosas canciones, por no decir la que más: “Proud Mary”, temazo que combina el rockabilly con el country y el R&B, y donde Tom está sobresaliente con su guitarra rítmica. Atemporal y mágica y también candidata para llevarla a la isla. Y, para terminar, “Keep on Chooglin´” que apesta a rock sureño por todos los lados y que es perfecta para la improvisación en directo y que demuestra, una vez más, que lo sencillo es lo más complejo. 

En fin, poco más de media hora de disfrute salvaje. Si lo conocéis, sabéis de lo que hablo. Si no, estáis tardando en poneros un bourbon y paladear, tanto el sabor a madera como este discazo. Eso sí, aviso que, después de esto, yo no sé cómo volver a la rutina diaria. Espero que vosotros sí. 

 

Comentarios

  1. Este es uno de esos grupos míticos e imperdibles que parece que si a uno no le gusta, no es un verdadero rockero. Pero a estas alturas no tengo nada que demostrar si digo que no me emociona en absoluto. De este disco conocía evidentemente a la icónica Proud Mary y a la versión de Good Golly Miss Molly (aquí conocida como Ahí viene la plaga). A la Creedence -que es como los creedecers los llamáis, LA CRIDENS- llegué conscientemente después de escuchar el single The old man is down the road, de Fogerty. Y como ese sonido no me pareció excesivamente subyugante, la banda que lideró -que uena igual- tampoco me atrapó. Total, que reconozco su importancia innegable, pero no estoy llamado a apreciar sus excelencias. Del disco, destaco Graveyard train, que pese a su aparente monotonía y sonido arrastrado, sí me ha transmitido algo de esa humedad pegajosa de los pantanos. Con todo, un buen vinilo en una -como habitualmente- sentida y sincera entrada. Feliz fin de semana.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, estate tranquilo, todos tenemos nuestras taras, no pasa nada. Gracias por leer y escuchar.

      Eliminar
  2. Tras una entrada tan sincera no queda mucho que decir. Todos tenemos ese momento bombástico en que una canción o un disco nos engancha para siempre. Si además es de uno de esos discos tan bien hecho que se convierte en clásico imprescindible, pues mejor, oye. Que conste que robar está feo, pero justificado. Saludazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Decir robar queda muy feo. Dejémoslo en un préstamo en diferido sin intereses o cualquier otro término eufemístico que usan los políticos.

      Eliminar
  3. Eso de equivocar el nombre del disco con el del grupo no eres el único al que le ha ocurrido, es cierto que en aquellos años no era fácil como hoy, escuchar y conocer bandas antiguas, pero era más satisfactorio. Es que este es un gran disco y el principio de una secuencia de elepés que es de las mejores de la historia. "Graveyard Train", "Good Golly Miss Molly", "Proud Mary"... no puedo añadir más a lo ya dicho.
    Abrazos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Otros crímenes...

Firehouse - Firehouse (CBS, 1990)

El pasado 5 de abril falleció el cantante de Firehouse, Carl Jeffrey Snare, por un fallo cardíaco en un proceso cancerígeno que le había llevado unos días antes a pasar por un quirófano. Además de ser un seguidor fiel de la banda, les he visto dos veces en directo; una de ellas la recuerdo con especial felicidad por lo que disfruté (tocaron junto a unos fantásticos TNT).  Casualmente, la semana pasada en este blog hablaba, en los comentarios de un post, del legado de algunos músicos más o menos desconocidos por el "gran público" comparándolo con otros del mismo o menor valor idolatrados, quienes reciben homenajes y se les dedican calles. Con esa reflexión me quedé enganchado. Al repasar la discografía de Firehouse, me di cuenta de algo obvio: existen músicos que han dejado un legado en nosotros. Da igual lo importante que sean más allá de nuestras orejas. Nos pertenecen. Y C. J. Snare es, para mí, uno de esos músicos. Desde este debut que hoy comparto su voz me ha acompañ

Transvision Vamp - Velveteen (MCA, 1989)

    Os voy a hablar de un plástico que ya apareció por el blog allá por el año 2012. Pero visto que se le dedicaron escasamente 10 renglones y no tiene comentarios, creo que pasó sin pena ni gloria, por lo que no creo que haya problema en que lo traiga un viernes de forma rápida y con alevosía casi nocturna. Disco publicado en 1989 que se vendió como una mezcla de pop (mucho), rock (poco) y punk (pinceladas) y que tuvo buenas cifras de venta, sobre todo gracias a su canción bandera, el “ Baby I don´t care ”. Producido el alemán Zeus B. Held y el británico Duncan Bridgeman de forma bastante aséptica.    A mitad de los 80 el guitarrista Nick Sayer se encontró con Wendy James y vio en ella la canalizadora perfecta para sus letras: comprendió que el sex appeal de Wendy y sus berridos casaban perfectamente con sus gamberras composiciones. De Brighton se mudaron a Londres y allí reclutaron al batería Pol Burton (en este segundo disco no forma parte de la banda) y a dos músicos

KISS, Ace Frehley – Ace Frehley (Casablanca-1978)

En el pueblo de Sharon, ubicado en el condado de Litchfield, al noroeste del estado de Connecticut, se levanta una imponente construcción de estilo renacentista italiano conocida como la mansión Colgate. Se trata de un capricho de Romulus Riggs Colgate –nieto del creador de la empresa de perfumes y jabones que todo el mundo relaciona con la pasta de dientes–, su esposa Susan y el prestigioso arquitecto J. William Cromwell Jr . Y aunque algunos os preguntaréis qué tiene que ver eso con el álbum que hoy os traigo, si seguís leyendo – clickbait de campeonato– veréis que fue determinante.    Lo primero será justificar esta entrada. Hace algunas semanas ya os hablé del primer disco en solitario de Paul Stanley y Manu lo hizo incluso antes del de Gene Simmons . Pero, como veo que nadie se anima, hoy os traigo el primer álbum en solitario de Paul Daniel Frehley –también conocido como Ace Frehley

Varios - Rock Del Manzanares. Visca El Rollo Vol. 2 (Chapa Discos, 1978)

Si no conocéis el significado de la palabra “tronco”, “pasota”, o no sabéis lo que es ser un “enrollao”, quiere decir que sois insultantemente jóvenes. No solo la generaci ó n "Z"  tiene su propio lenguaje. Cada generación ha tenido también una manera de expresarse, y hoy nos acercamos con este disco a finales de los años 70. Una época marcada musicalmente en España por una corriente que se denominó “Rock Urbano”. Aunque, como con cualquier tipo de etiqueta, nos podemos encontrar dentro de este saco grupos de muy distinta índole o con diferentes influencias, por lo general compartían una estética (musical y visual) muy particular, y sobre todo, una actitud vital marcada por las circunstancias sociales de la España de finales de los 70. Como con cualquier etiqueta que se otorga a un movimiento musical, donde muchas veces el mero hecho de nacer en una determinada época o cuidad te hace merecedor de esta etiqueta, se pueden encontrar dentro de este saco una mezcla de estilos q

Yes - Close to the edge (Atlantic, 1972)

Esta semana traigo el  Close to the edge del grupo británico Yes, quizá mi álbum favorito de la banda. Porque una obra maestra así debe formar parte de nuestra Comunidad. Complejo, diverso, inspirado, con ejecuciones instrumentales casi perfectas, con una historia que contar. Uno de esos discos, a mi gusto, imprescindibles, por calidad y por ese espíritu de superación constante, minuto a minuto, esa capacidad de sorprender. Quinto de Yes , editado en 1972, con Steve Howe a las guitarras, Jon Anderson a las voces, Bill Bruford a la percusión, Chris Squire al bajo y Rick Wakeman a los teclados. La mayor parte del trabajo compositivo recae en Anderson y Howe, pero toda la banda pone su sello en los apenas tres cortes que conforman el álbum. Poco después de terminar las grabaciones, el baterista Bill Bruford abandonó la banda obligando a los demás integrantes a encontrar un suplente antes de comenzar su nueva gira en los Estados Unidos. La que ocupa toda la cara A, la propia Clos