Esta semana se han cumplido dos años desde la desaparición de Lou Reed, es increíble el sentimiento de vacío que dejó su muerte, pocos artistas han sido tan añorados y su muerte tan sentida como la de Lou, hablando del público del rock and roll claro, ya saben esa tribu de marginados que merodea por las salas de este país escuchando a gente rara y que cuando hablan de música lo hacen de unos grupos y cantantes rarísimos que nadie conoce como Neil Young, Tom Waits, Van Morrison, The Kinks, The Band o Lou Reed por ejemplo...
El caso es que no ha sido posible resistirse a pinchar alguno de sus discos, no hace falta ninguna efemérides para hacerlo esta claro, pero permitanme pensar que esta semana los motivos se multiplicaban.
En los últimos 30 años mis preferencias con respecto a Lou han ido cambiando, aunque debo decir que ningún disco del neoyorquino se me ha caído en este tiempo, si bien empecé, como casi todos, con "Transformer", los noventa me llevaron a idolatrar "Magic and Loss" y en el principio de la madurez "Berlin" me hacía estremecerme más que ningún otro trabajo en solitario del maestro de los bajos fondos, llegó mi idilio hoy convertido en romance forever con VU, y finalmente decidí, tras su muerte, quedarme como herencia del viejo Lou para mi con "Coney Island Baby", tampoco me preguntéis por que.
Aunque es posible que sea porque "Coney Island Baby" me parece una tregua que Lou le da a la vida, a su entorno y a si mismo...esto es una teoría que no sustento en nada concreto, solo es una sensación que extraigo de las escuchas de este trabajo.
Digamos que tras el periplo de juventud de la Velvet, el éxito de portada de suplemento dominical de "Transformer", la densa agonía de piel y aguja de "Berlin", el directo que vomitaba rock and roll a borbotones de "Rock and Roll Animal" y el posterior invento de "Metal Machine Music" con los resultados comerciales ya conocidos, y que además trajo al maestro más de un disgusto y sinsabor con todos los que le rodeaban por aquel entonces, digamos que "Coney Island Baby" supone un paréntesis en la espiral en la que parecía irremediablemente encerrado Lou Reed, espiral en la que la oscuridad solo permitía al artista vislumbrar charcos viscosos, rayos de luz humeante, cristal y acero, y vasos sucios de tanto llenarse y vaciarse...Con "Coney" (Hago como Guzz y me abstengo a partir de este momento del resto del título) parece querer salir a la luz, a la claridad y a la limpieza...como decía, darse un respiro.
Esto se ve claro desde la portada hasta la instrumentación elegida, diáfana y sencilla, sin estridencias ni distorsiones, como dando la espalda al "MMM" de un año antes.
Los textos no se adhieren a esta tregua en la batalla y siguen combatiendo con toda la aspereza típica del poeta del underground, pero lo hacen articulados por estribillos sensibles al canturreo y lineas más asimilables y amables.
Ocho cortes que no ofrecen resistencia a la emoción a pesar de lo atenuado de su oferta - más teniendo en cuenta lo que nos había ofrecido meses antes -. "Crazy Feeling" es fluida y se ofrece gracias a un estribillo de los que no se van.
Siguen las cercanías al encanto sonoro con: "Charley's girl" y sus primaverales coros, sorprende para bien la versión del "She's my best friend" de la Velvet con evidentes coros sesenteros, para tras ellos abrir la puerta al Lou más habitual, al de cabaret de mala nota con mañas jazzisticas y voz reptante, fin con "Kicks" a una cara A de ensueño, que no pesadilla.
Guitarras susurrantes e incisivas para un corte que es como un tequila reposado, que pasa por la garganta suave, dejando su carga de veneno (del bueno que también lo hay) a su paso, me refiero a la magnífica "Gift" que inicia el lado B del vinilo.
Lou Reed convertido en decidido songwriter de la electricidad y del calor artificial de los calores guitarreros que distinguen el rock: "Ooohhh Baby", en cambio con la chulería como vehículo nos monta en un blues de acordes acústicos y ambiente de garito llamado: "Nobody's business".
Carpetazo al disco con el tema homónimo, con la poesía de terciopelo frío, como pasado por el frigo, el terciopelo helado que quema, quema tanto que se pega como un alien al cerebro y no lo suelta hasta que el corazón claudica, un tema de los que marca la diferencia.
Hace dos años que Lou se fue, pero no nos dejó, nos ofreció un testamento que le ata al suelo, a la oscuridad humeante de todas las noches de dolor y pasión, al ruido insoportable del silencio, a su mundo, ése que todos los de la tribu de marginados a la que me refería hemos asumido un poco como propio...recordamos este día a Lou Reed con su inmortal "Coney".
Guauuu precisamente esta semana he estado revisitando este disco y suena muy fresco, buenísimo oiga.
ResponderEliminarUn disco grandioso sin duda, buena semana para recordarlo.
EliminarSaludos.
La verdad es que no llegué a entender muy bien la música de Lou. No obstante, entiendo perfectamente que sea uno de los grandes e influyera e influya en muchas bandas. Buen recuerdo Add
ResponderEliminarQué bueno... mi primera introducción a Lou fue el "New York" del ´89, otro gran disco, y de ahí a la Velvet, "Transformer", etc. Siempre viene bien recordarle. Saludos.
ResponderEliminarNo me considero fan de Lou pero por aquí tengo un par de discos que me encantan. "Transformer", por supuesto, y el directo "A perfect night in London". Totalmente distintos. En general, soy más de canciones que de discos. En cualquier caso, siempre hay que tener un hueco vinilero para Reed. Saludos.
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