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Kiss - Music from "The Elder" (Casablanca Records, 1981)

 



Hoy tenía pensado aparecer con otro disco, pero una serie de casualidades han querido que aparezca por aquí un viernes más con Music from "The Elder" de mis adorados Kiss. La primera razón corresponde al aniversario de su edición, hace exactamente cuarenta años, noviembre de 1981. La segunda razón por otro aniversario, la muerte del batería Eric Carr, un tipo tan secundario en la vida que fue a fallecer el miso día que el icónico Freddie Mercury, el 24 de noviembre. Y ambas casualidades me llevaron a la tercera: en este álbum debutó con Kiss el pequeño gran Carr. No había más remedio.

Para los no iniciados en el Universo de "los-cara-pintadas" situaros un poco. El noveno disco en estudio de la banda fue un ambicioso proyecto, casi faraónico, empujado por el éxito de los discos conceptuales a lo largo de los años setenta. En algún momento quisieron fabricar su propio The wall (Pink Floyd) o Tommy (The Who) o Aqualung (Jethro Tull). Las primeras intentonas de componer y grabar las hicieron en el estudio del guitarrista Ace Frehley, en su propia casa, llamado Ace In The Hole, con la sana intención de "retornar" a sus raíces roqueras. Después de parir varias canciones, rumiaron la gran idea Paul Stanley, cantante y guitarrista, y Gene Simmons, cantante y bajista, junto con su mánager de la época, Bill Aucoin: llevar un pequeño cuento de Simmons sobre unos seres poderosos (the Elders), un chico inocente con poderes especiales (the boy) y una sociedad secreta (Order of the Rose) y la eterna lucha del bien contra el mal. Nada del otro mundo. Eligieron a Bob Ezrin para producir el disco (joder, había hecho The Wall) y ahí empezaron los problemas. Primero porque Frehley se negó a trabajar con Ezrin (habían tenido sus más y sus menos en el pasado) y después porque Ezrin pasaba por su peor época, metido hasta el tuétano en sus demonios de alcohol y droga. Se trasladaron a Nueva York, donde grabaron en los Record Plant (entre otros) y después emigraron a Toronto, a los estudios del propio productor. Lo cual acabó siendo la peor decisión de todas, porque el bueno de Bob se aseguraba acceso ilimitado a sus vicios, con poco control. Ace Frehley, por su parte, trabajó solo en su propio estudio enviando sus partes de guitarra (y bajo e incluso batería) a donde quiera que sus colegas estuvieran.


En el proceso de composición y grabación contaron con diversos personajes del mundillo. El más famoso, Lou Reed, apareció por allí unos días a darle forma a algunas de las letras, siendo acreditado en tres canciones. Ficharon a un especialista en instrumentos medievales para que tocara las fanfarrias. Usaron una auténtica orquesta en otro de los cortes (The American Symphony Orchestra) y a un coro (St. Robert's Choir). Como ves, se lo tomaron muy en serio. En algún momento, Ezrin recuerda que era el solo contra el mundo, arreglando las canciones, alternando los tiempos de unos y de otros, empujando a la banda (bueno, a Simmons y a Stanley) a que acabaran sus partes.

El producto acabó siendo un mastodóntico monumento musical de (al menos) diecisiete canciones. Cuando los jerifaltes de la compañía (por entonces Casablanca era propiedad de Polygram) escucharon el máster obligaron a replantear toda la obra, recortaron seis canciones enteras y partes de otras, alterando el orden de las mismas. Dejaron el ya de por sí indigerible álbum en un recorta y pega cuya historia deslabazada carece de estructura. Y si se pueden sumar más despropósitos, el orden de las canciones se recompuso en ediciones posteriores (por ejemplo, en la que se considera hoy en día vigente, la del 2017). 


Podrías pensar en este punto: todo mal. A otra cosa, a otro vinilo. Pero te equivocas. Tienes que escuchar Music from "The Elder" al menos una vez en la vida y entender porqué (algunos) fans de Kiss defendemos esta obra pomposa, engreída, vacua por momentos y despreciada por sus propios autores. 

Tiene una mezcla de hard rock, baladas de orquesta y temas, no sé cómo decirlo, casi de vodevil, casi broadwayanas me atrevería. La inicial The Oath es un buen ejemplo, con un gran riff, un ritmo acabalgado y una tensión contenida bien resuelta en el puente con falsete de Stanley y el estribillo pseudo-operístico (igual un poco forzado). Odissey tiene toda la gloria de lo peor del disco: voces dobladas y el falsete de Stanley a tope, melodía melosa, pianos, orquesta y efectos fanfárricos. La balada Just a boy (donde se presenta nuestro héroe) de magnífica melodía, vive en una melodía y unos efectos medievales, con una grandilocuente parte central. Este mismo espíritu impregna Under the rose, esta vez con Simmons a la voz, aunque ahora las partes de guitarra tienen más protagonismo, tanto las acústicas como las eléctricas. El primer single (de curioso vídeo) A world without heroes nada en un mar de teclados y una orquesta como iceberg, estupenda melodía, bien arreglada, que en la voz de Simmons queda muy resultona, de épica triste. En la parte más roquera encontramos la final I (segundo single con cierto éxito en Europa) en donde cantan los dos jefes, tiene buen flow, una línea de bajo juguetona, una contundente batería y un buen estribillo, sencillo. La instrumental Escape from the Island y Dark Light, ambas de Frehley, tienen el punto "heavy" del álbum; esta última, cantanda por el propio guitarrista, tiene el sello característico de sus composiciones. Y quedan dos inclasificables temas de Simmons. Only you mezcla un riff y un bajo rocqueros con unos arreglos algo pomposos y una melodía vocal oscura, sensación que aumenta por las voces distorsionadas que acompañan la narración. Al lado, Mr. Blackwell comienza sincopada, con la voz sobre batería y bajo, para después, en el primer estribillo, convertirse en un pequeño rocanrol setentero.

La banda pasaba momentos extraños. Gene reconocería años después que "necesitaba reconocimiento" y "las ganas de triunfar en Hollywood me cegaron". Porque quería hacer una película de su narración. Pensó, en algún momento, que sería un éxito. Y la magia drogadicta de Ezrin le encendió. En algún momento Stanley creyó que aquello sería de verdad su ópera rock, su diván a la gloria de los críticos más duros. El fracaso del disco le llevó a mirarlo con otros ojos y oídos: "fue posiblemente el mayor paso en falso de toda nuestra carrera". Lo curioso es que quien lo defiende (tampoco mucho) es el principal damnificado, Ace: "no creo que "The Elder" sea un gran disco, simplemente no suena a Kiss". 


El artwork también tiene miga. Como querían transmitir esa sensación de misterio a la vez que encajara en el espectáculo que (en algún momento) pensaban montar en el escenario, acabaron buscando una portada "conceptual". El mismísimo Stanley estuvo metido en el ajo hasta el final. Acabaron decidiendo que una puerta sería ideal y copiaron la de una iglesia de Nueva York a la que pusieron un llamador. La mano que llama es del señor Paul. En la versión de doble carpeta y en las ediciones en casé y cedé incluyeron en el interior una fotografía que pretendía representar al "consejo". La foto de portada la hizo Dennis Woloch y la interior David Spindel. 

Music from "The Elder" resultó un auténtico fracaso comercial y por poco se lleva por delante la carrera de la banda. Suerte que acababan de firmar un buen contrato con Polygram. No hubo gira de presentación, así de turbio estaba el asunto. Como curiosidad, la banda tocó unos meses después la canción I vía satélite en el Festival de San Remo (en Italia escaló el single hasta el top 10). Apenas han recuperado en sus directos canciones de "The Elder", apenas aparece I en una gira australiana o A world without heroes en el MTV Unplugged.

La edición que traigo, por cierto, es la nacional de época. Portada sencilla (sic) sin letras ni créditos.

Disfrutad del fin de semana, gente.













 



Comentarios

  1. Como siempre, una entrada impecable. Y ante cosas como "Tienes que escuchar Music from "The Elder" al menos una vez en la vida y entender porqué (algunos) fans de Kiss defendemos esta obra pomposa, engreída, vacua por momentos y despreciada por sus propios autores" no puedo decir nada más. Paso de lo que digan Stanley & Simmons. Es un pedazo de disco... aunque no sea un disco de KISS. Aún faltaban años para -ese sí- el despropósito de Carnival of souls. Mañana me lo escucho con atención. Feliz fin de semana.

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    1. Si hiciéramos caso a lo que Stanley y Simmons han dicho a lo largo de los años de sus obras no sé ni qué escucharíamos. Los dos primeros discos quizá. A mí me parece un disco aceptable, como defiendo, incluso para no fans de la banda. Hubiera sido curioso escuchar la macro-obra al completo y terminada, un auténtico disco doble conceptual. En fin, que aquí queda otro ladrillo de Kiss en #FFvinilo. Cada vez quedan menos discos que traer, date prisa. Un abazo.

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  2. Aquí otro fan de The Elder!!!

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    1. Te pega, Quim, te pega ser fan de esta joya absurda y vacua del rocanrol. Ya somos, al menos, tres miembros de esta Comunidad #FFvinilo. Y si no se pronuncia nadie más, mayoría aplastante, ja, ja. Saludazo.

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  3. ¿Pero esto qué es lo que es? Ni me lo esperaba ni lo hubiese reconocido nunca de los jamases como un disco de Kiss. Voy a empezar a cambiar mi idea y tirria sobre ellos a este paso. Fantástica la entrada, permitiendo entender muchas cosas del sonido del disco.

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    1. Gracias por la parte que me toca. Es una rareza. El disco No-Kiss. Saludazos.

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  4. Excelente articulo. Bien expresado y sin "mamoneos". Poco que añadir a la historia entre bambalinas de la grabación, pero si aportar una reflexión emocional: no será que la gente no estaba preparada para escuchar algo que no fuera de " Fácil masticar"..? Como ya sabes, a mi el disco me gusto, a pesar de todo... Y con el tiempo, más todavía. (Lewis Depalma)

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