Ropa, figuritas para el árbol de Navidad o imanes para la nevera... en mi familia es lo que se acostumbran a traer de los viajes al extranjero. Yo soy diferente, busco vinilos. Lo cierto es que la mayoría de las veces no me traigo a casa nada –la excepción fue Japón, que es un paraíso– ya sea porque no veo nada especial, porque no tengo presupuesto o porque no encuentro lo que busco (caso de mi viaje a Dublín, en el que me fue imposible encontrar nada de los irlandeses Gamma Bomb ni en los antros vinílicos que visité ni en la más comercial HMV ). Sin embargo, en mi reciente viaje a Budapest pude llevarme de Musicland esta joyita de segunda mano. Me refiero, como habéis visto ya, al Dirty fingers de Gary Moore . Tras dejar Thin Lizzy y editar en 1980 su único álbum como G-Force junto a reputados músicos de sesión en el marco de un momento existencial complicado –el resultado es un producto de hard melódico algo poppy en algunos momentos–, Moore graba una serie de temas con